martes, 2 de enero de 2018

2018 (De la autora)

Termina el primer día del año. Feriado. Camino por el patio. Estoy en ojotas y los pies ya se me humedecen por el rocío de la noche. La luna llena, enorme, ilumina todo con su luz natural y ecológica. Me detengo a mirarla porque me transmite paz, y ese efecto casi hipnótico me llena de energía. Qué simple. El rocío y la luna. La primera luna de la primera noche del año. Un regalo. Pequeñas cosas a mi alcance, que no puedo dejar pasar. El día termina, pero habrá muchos más. Pongo el despertador con un sonido de alarma que me despierte pero que no me altere. Y cierro los ojos. Mañana será el primer día hábil de un año entero por delante. Hay mucho por hacer.

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