2018 (De la autora)
Termina el primer día del año. Feriado. Camino por el patio. Estoy en
ojotas y los pies ya se me humedecen por el rocío de la noche. La luna llena,
enorme, ilumina todo con su luz natural y ecológica. Me detengo a mirarla
porque me transmite paz, y ese efecto casi hipnótico me llena de energía. Qué
simple. El rocío y la luna. La primera luna de la primera noche del año. Un
regalo. Pequeñas cosas a mi alcance, que no puedo dejar pasar. El día termina,
pero habrá muchos más. Pongo el despertador con un sonido de alarma que me
despierte pero que no me altere. Y cierro los ojos. Mañana será el primer día
hábil de un año entero por delante. Hay mucho por hacer.
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