Abril, 2024
Querida Julia:
Anoche estabas enojada con tu sombra; corrías de un lado a otro de la casa tratando de que no te siguiera. La mirabas, y no lo podías entender, entonces, te enojabas y llorabas por eso. Pero aunque corrías o te escondías, siempre te perseguía. Quizás la única forma de desprenderte de ella hubiera sido apagar la luz, pero eso te hubiera impedido ver por dónde ibas, o ver a papá, a mamá y a Simón; no apagues la luz por eso. Te cuento que hay sombras que son más duras, pero ésta, la tuya, te va a acompañar toda la vida, como un fiel reflejo de lo que sos. Y nunca te va a dejar sola; tampoco te va a hacer daño. Siempre que haya luz, ella va a estar allí, más grande o más pequeña. Pero anoche estabas enojada. Suele ocurrir cuando llega el final del día con algunas dificultades. Aunque, por ahora, tus dificultades sean sólo no haber dormido la siesta; tu cansancio acumulado hace que no entiendas nada de lo que te digan. Eso, los adultos, lo sabemos. Aunque, a veces, nos comportemos igual.
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