Un halo tenebroso rodea a la mayoría de los teatros. Pródigos en pasadizos y paredes secretas, recorrerlos es toda una experiencia que puede aterrorizar al más valiente.
El Broadway es uno de los tantos teatros que cobija historias de criaturas inanimadas, como el Teatro Nacional Cervantes, El Nacional, el Lola Membrives, el Blanca Podestá (hoy Complejo Multiteatro) y el Maipo, entre otros.
En general, los fantasmas de los teatros porteños parecen tener un ADN en común:
1) Los empleados creen en ellos y se acostumbran, con el tiempo, a que formen parte de la sala.
2) Casi siempre son amigables, no se manifiestan de manera violenta ni causan destrozos.
3) Se corporizan o manifiestan tocando elementos de la escenografía, moviendo butacas o llamando la atención con ruidos.
4) Nunca se les aparecen a los dueños de los teatros. Eligen a empleados de maestranza, maquinistas, técnicos, boleteros, serenos y hasta actores.
5) Siempre se corporizan ante una sola persona.
6) Por lo general, los fantasmas son masculinos. María Guerrero y Lola Membrives comparten el privilegio de ser las únicas mujeres actrices con fantasma propio. Y hay una curiosidad: en un teatro de España también, dicen, aparece el fantasma de doña Lola.
7) Existe el caso de un niño, que asegura haber visto al fantasma de María Guerrero en un baño del teatro Nacional Cervantes.
8) Uno de los entrevistados durante la investigación contó que en el baño donde habita el fantasma de María Guerrero falleció un empleado de mantenimiento.
9) La avenida Corrientes es la arteria fantasma de Buenos Aires: allí viven una enorme cantidad de ánimas, muchas de las cuales quedaron cuando, para ensancharla, se demolieron cientos de edificios.
Y los fantasmas tienen nombre. Tanto Cáceres, un ayudante de maquinista que se ahorcó en el Maipo antes de una función de "La mujer del año" (protagonizada por Susana Giménez), como Benito (tal el nombre del fantasma del Nacional), o Bianchi (uno de los fantasmas del Teatro Cervantes), o María Guerrero, o Lola Membrives, siguen viviendo bajo las paredes que supieron proteger sus mejores años. Al igual que en Inglaterra, donde la gran mayoría de los teatros tienen historias tenebrosas y paranormales, ellos ya forman parte de la mitología teatral porteña. Y nadie duda de que los empleados o actores que hoy recorren los pasillos de las salas pueden ser los fantasmas del mañana.
FUENTE: Diario "La Nación"- (Bs. As.)
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