GANADOR
Ver, sin ser visto (Ángel Alonso Carracedo)
Plaza Mayor de Madrid, la de las cuatro centurias. Como todas las del mundo, sustantivo egregio, adjetivo magno. Fuiste reducto tertuliano de viejos de cacha con pava en labio, campo de correrías de niño, nido de buhardillas bohemias y negra leyenda ígnea del Santo Oficio. Eres orgullo de foro, edén de numismáticos y filatélicos, sustento de pícaros y avituallamiento de forasteros. No olvidas mercados y mercadillos de viandas, gangas y espumillones. Entonas, año tras año, la primera nota del villancico navideño. Ahuyentas, en tus soportales, de aguaceros y solaneras a los tuyos. Plaza Mayor, donde ver, sin ser visto.
2º CLASIFICADO
Zángano (Jesús Francés Dueñas)
Dejamos de escribir, los del grupo. “Los hijos de Rimbaud” nos llamábamos. Mi puesto en la Plaza Mayor era una silla, una mesa plegable y una Olivetti Lettera. “Solo versos tristes”, rezaba el cartel de poemas por encargo. Eso vendía. La gente venía a regodearse en su propia miseria. Los poetas malditos nos fuimos diluyendo cada uno en su circunstancia atenuante. En mi caso, llegó ella. Una agente municipal que me cerró el tenderete. Posó su boca de miel en mis labios de zángano y ya no pude escribir más. Desde que soy feliz, no me salen las palabras.
3º CLASIFICADO
Último trazo (Beatriz Poza Poza)
La niña bailaba la moneda entre sus dedos. Él, sin embargo, se acordó de cuando no lo hacía por dinero. La punta del pincel desdibujó el trazo perfecto. La sonrisa inanimada de su modelo le hizo entrar en pánico. Echó la mano al suelo para tocar el barro húmedo del pavimento. El lienzo le devolvió su retrato con dos lágrimas de tinta negra recorriéndole las mejillas. Su vetusto caballete se convirtió en estandarte del improvisado espejo. La moneda yacía ahora en el suelo, de cara. Era la niña de la Plaza Mayor, o la Parca misma, mirándole misericordiosa.
FUENTE: http://bibliotecas.madrid.es/portales/bibliotecas/es/Tribu-BPM/Ganadores-del-IX-Concurso-de-Microrrelatos?vgnextfmt=default&vgnextoid=516636e22ac8c510VgnVCM1000001d4a900aRCRD&vgnextchannel=165a0b6eb5cb3510VgnVCM1000008a4a900aRCRD
Textos enviados por la autora que no han sido premiados
VUELO DE PALOMA
Vista desde el aire, la Plaza Mayor es un rectángulo perfecto en medio
del conglomerado. Desde la Estatua puedo verla con más detalle. En pocos
minutos se llenará de gente. Como todos los domingos. Gente recorriendo los
soportales, buscando monedas, sellos o billetes antiguos. Gente visitando las
tiendas de recuerdos. O simplemente transitándola por lo que representa. No me
gusta demasiado la multitud. Escucho voces de diferentes idiomas que no
entiendo. Igual, como todos los domingos, me acerco a Don Rogelio, que desde su
puesto de numismática, se hace de unos minutos para acercarme la ración diaria.
LAS BALDOSAS DE LA PLAZA MAYOR
Don Pepe, como le dicen todos, no puede dejar de pensar cuántas veces
atravesó la Plaza Mayor. Es parte de su vida, se dice a sí mismo. Se emociona
con sólo recordar sus primeros encuentros con Lola, con quien luego formó su
gran familia; los paseos por el mercado de Navidad y por las ferias, buscando
presentes y las caminatas de la mano de sus nietos. No imagina cómo este lugar
fue espacio de ejecuciones alguna vez. Igual se conmueve cada vez que la
atraviesa. Porque sus pasos están grabados allí, en esas baldosas, que fueron
testigos de su historia.
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