Y por allí anduvimos. Por
los pagos de Merceditas Strickler Kahlow, la “aromada florecita” de la que se
enamoró el entrerriano Ramón Sixto Ríos, en la década del 40, a quien “conoció en el
campo allá muy lejos una tarde, donde crecen los trigales…”; y que lo llevó a
escribir la popular canción que fue traducida a nueve idiomas y versionada por más de 90 intérpretes de
distintas partes del mundo. Por ahí anduvimos, en una biblioteca casi
centenaria de nombre raro- Beck Herzog-, buscando un premio del IX Concurso
Literario cuyo tema era “En este cuento nadie murió”. Complicado y original. Porque
siempre es más fácil terminar un cuento con una muerte.
Llegamos un poquito tarde,
anunciando nuestra entrada con el chirrido de la puerta principal. Se hizo
silencio en el acto ya comenzado y nos ubicaron en las sillas vacías de la
primera fila, mientras nosotros pedíamos disculpas por haber interrumpido. La
entrega de premios se fue desarrollando en un marco distendido, con
presentación de libro, lectura de cuentos y un pequeño interludio musical a
cargo de intérpretes locales, con canciones de Jazz, Funk y Tango.
Por allí anduvimos, y luego
de dejar mis libros, nos retiramos, y cuando estábamos saliendo, el intendente
local nos saludó, y nos contó un poco sobre el origen de los apellidos, en su mayoría
suizo-alemanes, nos recordó que también la bella cantante de tango Rosanna
Falasca era oriunda de Humboldt, nos informó sobre un próximo hermanamiento de
la localidad con un pueblo suizo- alemán (del que ahora no recuerdo el nombre),
y nos invitó a la Fiesta del “Gran Gulasch” que se llevaría a cabo
próximamente.
Y nos fuimos, habiendo
pasado una velada amena, dejando atrás “la queja errante” que “en la campiña va
flotando, el eco vago de la leyenda que aún palpita” recordando un amor no
correspondido.
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