Mi pueblo en otoño tiene la ternura
de las hojas secas crujiendo en el suelo
bajo las pisadas de aquellos que andamos
salpicando huellas a través del tiempo,
y despliega ocres, sepias y amarillos
y enlaza a mis ojos los tonos intensos.
Mi pueblo en otoño respira despacio
y anda sin apuro, guardando secretos
entre las baldosas de algunas veredas,
en la esquina vieja que aguarda en silencio.
Mi pueblo en otoño, me acaricia y canta,
y entreteje el canto entre mis cabellos
de lluvias de Abril que enjuagan ausencias,
de un beso de sol en un Mayo fresco,
de un primer amor, cristalino y puro,
que vuelve a tocarnos,
rozando la piel aunque no lo vemos.
Mi pueblo es raíz, es arrullo y manta,
es sendero llano con retoños nuevos,
es aquel regazo que guardó la infancia,
es el niño libre deshojando sueños,
es aquella tarde de ocaso tranquilo,
es aquel que somos aunque estemos lejos.
Y las hojas caen, porque se renuevan
siempre en el otoño,
se renueva el canto, la manta y el beso,
el arrullo blanco del niño que fuimos,
el susurro suave del viento sereno,
y el misterio vuelve, siempre vuelve,.
porque se renueva el hechizo de pueblo.
Beatriz Chiabrera de Marchisone
Publicado en RINCONES Y ACUARELAS I- La Imprenta Digital- Buenos Aires- 2019
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