En
este tipo de relato, es importante planificar y seleccionar todos los elementos
narrativos (historia, personajes, situaciones, tiempo...) para obtener el
máximo rendimiento narrativo, renunciando a todo lo accesorio. Así, para
describir el aspecto, el comportamiento o la actuación de los personajes es
conveniente seleccionar rasgos
significativos, que sugieran, que transmitan al lector incluso lo que no se
dice.
Recurramos
a un ejemplo de Manuel Rivas: "María da
Visitaçao había llegado hacía poco de una isla del Atlántico africano. Sin
papeles. Como quien dice, se la habían vendido a Manila" (El
lápiz del carpintero). No es necesario que el autor dé más detalles
sobre el país de origen y la raza del personaje, ni acerca del ambiente en el
que se ve obligada a vivir la mujer. Tampoco tiene que insistir el
escritor sobre su desamparo. Se sugiere mucho más de lo que se dice.
Una vez planificados
los elementos del relato, pasemos a estructurarlo. Lo mejor es seguir la
estructura clásica (planteamiento, nudo y desenlace) o, en el caso de dominar
mejor la narración, recurrir a otras técnicas ( flash
back, in media res...)
El
inicio de un relato, su
planteamiento, es fundamental para captar al lector. Veamos como comienza
el cuento "Muerte constante más allá del amor" de Gabriel García Márquez: "Al
senador Onésimo Sánchez le faltaban seis meses y once días para morirse cuando
encontró al amor de su vida". Con una sola frase el lector queda
"enganchado" al relato. ¿A quién no le apetece seguir leyendo para
conocer esa historia de amor que trunca la muerte?. Ni siquiera importa que
conozcamos lo que parece ser el desenlace, el autor ha creado expectativas con
su comienzo, ha provocado preguntas a las que el lector quiere encontrar
respuestas.
A continuación, hay que plantear el
nudo, el conflicto: los personajes enfrentados a una situación que remueva
o transforme su mundo: despertar convertido en un insecto, como Samsa en
"La Metamorfosis" de Kafka, o algo más normal como un
viaje, la muerte o la enfermedad, nuevos estudios, otro trabajo, el
descubrimiento de una afición, un día más en la rutina diaria...
El final, el desenlace, supone
la transformación del personaje. Es posible que en un relato breve sólo se
pueda atisbar algún cambio, pero debe quedar claro que el personaje y su mundo
no los son mismos que al principio. En ocasiones, el escritor juega con cierta
ambigüedad y deja el final abierto, de manera que sea el lector quien imagine
lo que sucede con los personajes. En el cuanto ya citado, García Márquez
nos anuncia el desenlace desde el principio del relato, que acaba así: "Seis
meses y once días después había de morir en esa misma posición, pervertido y
repudiado por el escándalo público de Laura Farina, y llorando de la rabia de
morirse sin ella". Aun conociendo el principio y el final del relato,
el deseo de leerlo y saber más no cesa. Maestría narrativa.
5 comentarios:
Gracias, Beatriz. Muy interesante.
Muy interesante, voy a recomendar esta entrada a mis compañeros de la tertulia.
Graziela
Gracias Beatriz por tu información y tu tiempo. Hasta otra. Calamanda
Breve pero "jugoso" el artículo. Gracias, Beatriz. Tus envios son de gran utilidad.¡Adelante!Mirtha Beatriz Clevers
para mí que escribo narrativa ,esto me sirve y mucho
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