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LIBROS PUBLICADOS POR LA AUTORA
(poesía y narrativa)
"DE LOS HIJOS" (2014)- Ediciones Mis Escritos (Bs. As.)

Rincones y Acuarelas I (Poesía) -2019- La Imprenta digital (Bs. As)

Rincones y Acuarelas II (Narrativa)- 2019- La Imprenta digital (Bs. As.)

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En San Francisco (Córdoba): en Librería "COLLINO"
y en otras librerías del país.

domingo, 28 de abril de 2013

Extractos de "La loca de la casa" (de Rosa Montero)- II PARTE



Rosa Montero nació en Madrid y estudió Periodismo y Psicología mientras colaboraba con grupos de teatro independiente como Tábano y Canon. Ha publicado en diversos medios de comunicación y desde 1976 trabaja en exclusiva para “El País”.
En “La loca de la casa”, uno de sus últimos libros, la propia Rosa narra en primera persona a través de su mente y de sus recuerdos, ya sean verdaderos o no, multitud de historias, casos, citas y ejemplos sobre obras, escritores e incluso vivencias personales.
La autora abarca diversos géneros, es una combinación entre autobiografía, ensayo y novela en una misma obra. “La imaginación es la loca de la casa”, es la cita de Santa Teresa de Jesús, de dónde ha tomado Montero el título de su libro, por ello tratará como tema central en toda su obra: la imaginación.
Montero plantea una reflexión  y a partir de ahí expone su punto de vista apoyándose en la vida o las opiniones de diferentes autores, como Capote, Goethe, Kipling, Tolstoi.



·        Cuando vuestro daimon (demonio) lleve el timón, no tratéis de pensar conscientemente. Id a la deriva, esperad y obedeced” (Kipling) (Pág. 50)
·        Lo que te da miedo es ponerte a escribir y no poder encontrarte con tu daimon que está dormido.


·        Los fantasmas de un escritor son aquellos personajes o detalles o situaciones que persiguen al autor, como perros de presa, a lo largo de todos sus libros. Son imágenes que para el novelista tienen un profundo contenido simbólico, un significado que normalmente no entiende, porque los fantasmas son arteros, además de obcecados y se ocultan con tan buena maña entre los pliegues del subconsciente que el escritor a menudo ni siquiera es capaz de saber que los tiene; y así, puede suceder, por ejemplo, que un autor suela meter en sus libros personajes cojos, pero que no se haya dado cuenta de que lo hace.

·        “La intranquilidad y la incertidumbre, así como la intuición de un destino singular, quizá me han impulsado a tomar la pluma par intentar reflejarme a mí mismo” (Roberto Walter). Todas las persona, literatos o no, percibimos esa ansia de la singularidad de nuestro destino, el grito del yo que se siente único y el intento de reflejarse a sí mismo, porque uno escribe para expresarse, pero también para mirarse en un espejo y poder reconocerse y entenderse. (Pág. 82)

·        El éxito angustia, porque no es un objeto que uno pueda poseer ni encerrar en una caja de caudales. El éxito es un atributo de la mirada de los demás, quienes, de pronto, y de manera en realidad bastante arbitraria, deciden contemplarte con placidez y agrado, otorgándote el incierto regalo de creerte exitoso. Una vez situados bajo ese haz de luz procedente de la mirada de los otros, los humanos solemos desear que el foco no se apague, y eso nos coloca en una situación de debilidad y dependencia, porque no sabemos muy bien qué es lo que tenemos que hacer para que el reflector siga luciendo.
Cuando empezamos a escribir para intentar complacer a esa mirada de los
demás, en vez de seguir los dictados del daimon, como decía Kipling, entonces
todo nuestro posible talento, pequeño o mediano, se hace fosfatina, y lo que
escribimos se convierte en basura.


·        El éxito de hoy está relacionado con la fama y no con la gloria. La fama, esa suma de malentendidos que se concentran alrededor de un hombre es vertiginosos juego de espejos deformantes que te devuelven millones de imágenes de ti, imágenes todas ellas falsas y alienantes y esa multiplicación del yo mentiroso puede resultar especialmente dañina para alguien que es un ser que tiene las costuras de su identidad un poco rotas y que tiende a sentirse disociado. (Pág. 87/ 88) 
·        “Escribir es como practicar la prestidigitación. Si te limitas a mencionar una silla, evocas un concepto vago. Si dices que está manchada de azafrán se vuelve visible.

·        “La calidad literaria es uno de los valores más subjetivos y más difícilmente mensurables que conozco, ¿Quién te asegura que esa resma de páginas impresas, ese montón de mentirillas infantiles y ridículas son de verdad una novela y tienen de verdad algún sentido? La historia demuestra que ni el éxito en vida, ni los premios, ni el fracaso y el aborrecimiento de los críticos, han sido nunca una prueba fiable de la calidad de una obra. (Pág. 97)

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