
No se ha asomado el sol. De charco en charco
chapotea el chiquillo, con su barco
simple papel la lluvia desafía.
Esta imagen es solo fantasía
que a mi nostalgia azul le pone marco.
Ya no hay niños que jueguen con un barco
y gozar de la lluvia es tontería.
¿Dónde hallar la inocencia, la frescura
y la imaginación que transportaba
nuestros sueños tan simples y dichosos
a mundos de quimérica aventura?
¿Dónde está aquel abuelo que contaba
las historias de duendes y colosos?
Días maravillosos
de fábulas y juego compartido.
Ya no están… y no sé dónde se han ido.
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