ese que no habla de
ficciones,
tan lejos de la
farsa cotidiana,
el que por su
particular pureza
resuena en el tañer
de las campanas.
¿Qué espacio
contendrá tanta pasión?
esa que se funde con
la piel y con la sangre,
la que reverbera en
los latidos mutuos
del abrazo simple
entrelazando sus
almas inmortales.
Ambos se prefieren,
se entregan sin
razón ni condiciones,
desafiando al
tiempo,
fundiéndose con
lazos invisibles
que quiebran las
barreras,
formando un único
elemento.
Ambos existen
opuestos, diferentes,
mas ligados por un impulso
necesario,
como la luz seduce a
la penumbra,
la tierra es nada
sin el cielo,
y al fuego le urge
el agua a sosegarlo.
Yacen allí, ajenos,
solitarios,
fruto del artista
que ha plasmado su
genio en el cemento,
dos fuerzas que
profesan armonía,
volcando su energía
en el equilibrio
final del complemento.
Nadie nunca sabrá,
nunca,
lo que murmuran con
su voz caliza
qué secretos
recónditos y ocultos
están grabados en
sus formas esculpidas.
Quizás sea un rumor
de despedida
o el susurro inicial
de una promesa,
mas sin duda el destello
del recado
dejará su huella eterna en las veredas.
Sin embargo, el
grito del creador se expresa
con una voz
imperceptible y muda
que trasciende el
tiempo y las fronteras
y destaca otra forma
de lenguaje,
y en un intento por
honrar la vida
exhibe su labor con respeto
y homenaje.
Inspirado en Cohesión (Escultura de María Elena Doleatti- 2003-
Ubicada en la Plaza San Martín- Clucellas-
Santa Fe)
Dice la escultora de su obra: “Es un bloque compacto de cemento y ladrillos
con un poco de hierro en la base y en el cuello. Se realizó por adición. Representa
el Yin y el Yang de la creación, y el amor correspondido y desinteresado” (María Elena
Doleatti)
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