la
imagen de tus días frente al aula,
la
mirada tierna de tus niños
reflejando
toda tu confianza.
Llevarás
pegado a tus oídos
un
verso, un himno y una marcha,
el
murmullo de voces en el patio
y
el lejano son de una campana.
Sentirás
por siempre entre tus dedos
el
roce de una caricia vaga
tocando
caritas inocentes,
calmando
cabecitas despeinadas.
Y
no dejarás que se te olvide
la
imagen de la bandera izada,
que
en el mástil, al ritmo de la
Aurora,
más
de una vez te despertó una lágrima.
Conservarás
entre todos tus tesoros
una
flor... en tu carpeta, aún guardada,
un
guardapolvo con todos los aromas
y
un puñado de niños en el alma.
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