Es otoño y me siento a tejer en la galería mientras va cayendo la tarde.
Pongo la radio. Un punto derecho, un punto revés, tomo tres puntos para hacer
la trenza, y los cruzo. Las agujas se resbalan entre mis dedos y la lana,
mientras pasa el tiempo y sigue pasando la vida. Me detengo. Cuando levanto la vista, el cielo
me sorprende con una gama de colores que contrastan con los árboles y el farol
del patio, recordándome que algunas cosas siguen su rumbo normal a pesar de
todo. Tomo el celular e inmortalizo la tarde –no con mi mejor foto, como
seguramente me reclamarán mis hijos-. La radio sigue regalándome canciones.
Abel Pintos, Rosana, Sergio Dalma. Perfecto. Tomo los colores del cielo y los
sones que sobrevuelan y los entrelazo en el tejido que estoy terminando para
Julia, que está por nacer. Un punto derecho, un trozo de cielo rojizo, un punto revés, un verso de
Abel Pintos, en la trenza deslizo un rayo del sol que se va y una hoja del
otoño que todavía no se va…
El abrigo ya casi está terminado, hecho de lana, cielo y canción…
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