Era un escritor famoso y tenía que confeccionar una
novela sobre aparecidos que le había encomendado una editorial muy importante
de la Ciudad. Como debía estar basada en hechos sobrenaturales, estuvo buscando
un lugar que le brindara un ambiente adecuado para su inspiración. Finalmente
encontró un pequeño y pintoresco pueblo, ubicado en un espacioso recodo de un
arroyo, que bordeaba un bosque natural que se elevaba hasta las altas colinas.
El bosque era bastante intrincado, pero había sido
talado en zonas cercanas al pueblo para conformar numerosos senderos con el
objeto de hacerlo transitable. Pero estaba bajo la influencia de alguna fuerza
mágica que dominaba las mentes de los habitantes del pueblo con toda clase de
cosas sorprendentes. Frecuentemente observaban que ocurrían extraños sucesos y
escuchaban raras melodías o voces en el aire.
En toda la región abundaban las leyendas de ese
bosque encantado con sus supersticiones. Las luces extrañas en la noche
aparecían con más frecuencia allí que en ninguna otra parte y los monstruos
parecían haber elegido ese lugar como un escenario favorito para sus reuniones.
Se relataban muchos encuentros tétricos con espectros, así como gritos extraños
y lamentaciones de almas en pena. Por muy descreído que haya sido antes de
llegar a aquella región, en poco tiempo el escritor ya estaba sometido a la
influencia de ese bosque encantado y comenzó a ser más imaginativo y a soñar
con apariciones.
Todas estas habladurías le parecían excepcionales y
a la vez le suministraban un importante material para el argumento. Sin
embargo, como no estaba plenamente satisfecho, trató de buscar un hilo conductor y un personaje
adecuado para su novela. Entonces, se le ocurrió contar la historia de un
anciano que vivía en la pobreza en un apartado rincón del pueblo y que según
los dichos de la gente había sido un aguerrido general del ejército.
Relataban con lujos de detalle que se había retirado
hacía mucho tiempo, tras haber sido gravemente herido en el campo de batalla,
luego de un combate en una noche de luna llena, donde fue muerto su hijo al
tratar de ayudarlo con su caballo. Por suerte, luego de una larguísima y
milagrosa recuperación de sus heridas, se había dedicado en su vida solitaria a
la magia negra y a las artes espiritistas. Por ello, decían que se encontraba
poseído de numerosos espíritus malignos.
Después de conocerlo, el escritor se hizo muy amigo
del anciano y decidió que sería el protagonista principal de su obra. Luego de
un tiempo de visitarlo asiduamente constató que era de carácter sumamente
triste y nostálgico y que sus conversaciones versaban siempre sobre lo
enigmático de todo lo que lo rodeaba. Era un personaje que estaba deseoso de
partir hacia un mundo sobrenatural en la que parecía estar permanentemente
sumergido, y sus relatos eran un constante encuentro con la magia y el
misterio.
Sin embargo, cuando le comentó al anciano que
algunos habitantes del pueblo decían que bajo la luz de la luna habían visto en
el claro del bosque donde se produjo aquella batalla, a un jinete montado en un
caballo blanco y escuchado el ruido de su trotar, se quedó mirándolo seriamente
y en silencio durante un largo rato. Luego le pidió por favor que no le hablara
más de ese asunto, porque no le gustaban esos dichos.
Si bien todas esas espeluznantes historias fueron
conformando la estructura básica de su novela, el escritor estaba insatisfecho,
porque necesitaba algún hecho trascendente que le permitieran hilvanarlas
satisfactoriamente. Finalmente un día en que por la noche habría luna llena se
le ocurrió invitar al anciano al lugar del bosque donde se mencionaba que se
había producido aquella fabulosa batalla, y que ahora decían que era visitado
por un extraño jinete montado en un caballo blanco.
Al principio el viejo se enojó y se negó
terminantemente a esa propuesta. Sin embargo, luego de mucho insistir el
escritor logró convencerlo para que lo acompañara. Le explicó que necesitaba
imprescindiblemente de su ayuda, dado que consideraba muy importante incorporar
una minuciosa y real descripción de aquella batalla para lograr el éxito de su
novela. De ese modo. y de acuerdo a la
descripción que luego hizo en su novela el escritor, ambos partieron caminando
lentamente hacia allí al caer la tarde.
En las
primeras sombras del ocaso fueron bordeando el arroyo, dirigiéndose entre los
árboles hasta ese lugar del bosque que era bastante cercano a la iglesia.
Cuando estaban llegando ya se había hecho una noche cerrada iluminada
tenuemente por la luna llena. De pronto, mientras caminaban comenzaron a
escuchar a lo lejos el galope de un caballo que se acercaba. Entonces el
anciano se sobresaltó y se paró repentinamente. Miró hacia adelante hacia un
sitio descubierto de árboles, en cuyo centro había un pequeño pantano con agua
y le pidió al escritor que se detuviera.
Le dijo que quería llegar solo hasta allí porque era
el sitio donde se había producido la batalla y le rogó que por favor no lo
siguiera. Dicho eso, se adelantó unos pasos y al girar la cabeza le pareció ver
que en el rostro del anciano asomaba una sonrisa triste, como si fuera una
despedida. Entonces, se adelantó unos cuarenta metros hacia ese lugar y quedó
de pie en actitud mística. Un momento después ante los azorados ojos del
escritor apareció un jinete uniformado montado en un corcel blanco que parecía
como que viajara en alas del viento, el que prestamente se colocó al lado del
anciano.
En la oscuridad de la noche al principio la imagen
del rostro del jinete aparecía ante el escritor como muy difusa, pero poco a
poco su vista se fue adaptando a esas sombras. Fue así que bajo la luz de la
luna, le pareció ver la figura del espectro de ese hombre uniformado, el que se
mantuvo durante un tiempo parado junto al anciano montado en ese hermoso
caballo blanco.
Observó entonces que ante una señal del anciano el
jinete se apeó del caballo y lo ayudó a subir a sus ancas. Luego, ambos
desaparecieron misteriosamente de su vista en forma casi instantánea.
Rápidamente el escritor se acercó al lugar para verificar que lo que había
visto era real y no un espejismo, pero allí sólo estaban las huellas del
caballo marcadas profundamente en el suelo fangoso. Era como si toda aquella
visión se hubiese disuelto mágicamente en el aire.
Entonces, el escritor se dirigió corriendo rápidamente
hacia la Iglesia y contó todo lo que había ocurrido. Su relato causó una
conmoción en el cura y en la mayoría de la gente del pueblo que se encontraban
allí rezando. Como algunos tenían algunas dudas partieron raudamente hacia el
lugar. Sin embargo, sus inquietudes quedaron disipadas cuando verificaron las
pisadas del caballo en el barro y que luego de un tiempo de esa desaparición,
el anciano no daba signos de vida por ninguna parte.
Todo eso causó mucho estupor en el pueblo, el que se
fue incrementando porque lo buscaron intensamente por todo el bosque y el
anciano jamás volvió a aparecer. Tampoco nadie vio más al caballo blanco, ni se
escuchó su cabalgar en las noches de luna llena. En la iglesia del pueblo se
comentó mucho este extraño hecho. Se discutió el asunto y se expusieron toda
clase de hipótesis y los argumentos más atinados afirmaban que el anciano había
desaparecido por medios sobrenaturales para unirse para siempre con su hijo.
El espectro del soldado montado en el caballo blanco
que se llevó al anciano en aquella noche de luna llena, constituyó desde
entonces un gran enigma para la gente. Este extraño aparecido provocó más
narraciones y anécdotas que el propio diablo, los espíritus y todas las brujas
juntas. Hoy el bosque encantado continúa allí, tan eterno como las piedras y el
cielo y esa historia fantástica constituye una de las favoritas en el pueblo,
sustentada por la novela que luego fuera publicada por el escritor.
Claro que nadie en el pueblo sabe que el anciano
vive desde entonces en un departamento lujoso de la Ciudad, gozando plenamente
de sus últimos años de existencia. Se había alejado de allí para siempre,
cabalgando lentamente en una vieja mula con la que lo había llevado el escritor
al lugar y con ella habían efectuado aquellas marcas profundas en el suelo
fangoso jundo al charco de agua.
El anciano no había sido general del ejército, ni
participado en batalla alguna, ni tenía ningún hijo como afirmaba la gente. Era
un hombre sencillo que conocía en detalle todas las anécdotas y misterios del
bosque. Vivía solitario en ese mundo de fantasía rodeado de la extrema pobreza,
sin haber practicado nunca la magia negra o las artes espiritistas. El escritor
apoyado en todas aquellas leyendas había ideado esa historia fantástica con
objeto de dar más trascendencia a su magnífica obra literaria.
Su exitosa novela “El bosque encantado” ya va por la
décima edición y se constituyó en un best seller desde su misma aparición, con
récord de ventas al público y ha sido traducida a la mayoría de los idiomas del
mundo.AUTOR: Néstor Quadri - Buenos Aires (Argentina)
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