A esta hora de la
tarde siempre había sonidos, aunque los humanos mostraban bastante cautela al
llegar…
Sin embargo, no los
veía avanzar por el sendero, ni oía sus estampidos arrancando ramas con el afán
de cazar alguna ave, o quizás una ardilla…
Hoy todo era
silencio, el débil piar de un gorrioncito y un aleteo breve, entre las ramas,
bajo el cielo pleno de este otoño veraniego.
Había serenidad, el
apacible murmullo del angosto cauce del río, algunas nutrias retozando
confiadas en tanta serenidad…
Un conejo había
hallado unas moras, había convidado a su familia y estaban todos parados junto
al árbol, en dos patas disfrutando el festín como si fuera una fiesta. Las
sombras perezosas, languidecían sobre la hierba, caía la tarde de un día tan
extraño, como si algo no estuviera en su lugar…
Una mariposa
irrumpió volando desde una rama, iría a investigar, porque en esa calma se
animaba a llegar hasta donde el camino se bifurcaba, casi al entrar a la
ciudad. Aunque era bastante arriesgado visitar el territorio humano, en donde
todo era sospechoso, en donde todo podía terminar mal…
La luna reposaba en
el horizonte, solo vio la luz de un farol encendida, las casas tenían cerradas
sus puertas, casi todas las ventanas con sus persianas bajas y tan solo murmullos
podía escuchar…
Un perro ladró
detrás de una reja, luego se echó en el mismo lugar…
¿Qué pasa? ¿Qué esta
sucediendo en el mundo humano, en esos dominios siempre preparados para
avanzar, para adueñarse de lo que no les pertenecía como si poco les importara
alterar la armonía en la que podían convivir, retozando armonía?
Había un olor áspero
y desagradable en los charcos, en los desagües de las casas, demasiado
irritante e incoloro…Mmmm, bastante desagradable…
Se posó en el marco
de la ventana, un niño vino a su encuentro y permaneció atento a su presencia
sin abrir la celosía, solo apoyó una mano contra el vidrio.
Ella se quedó
contemplando al humano, tan sereno y distante…
Del interior de la
casa, una persona de largos cabellos se acercó al pequeño, lo reprendió mientras
repetía que nunca debía abrir la ventana, que afuera había algo peligroso que
le haría daño…Él chico asintió moviendo la cabeza, pero siguió contemplándola,
casi divertido al verla tan quieta…
Las casas cerradas,
la gente al resguardo ante lo que acontecía en el maltratado planeta…
Una plaga
implacable, estaba acechando a toda la humanidad, le permitía al mundo un
respiro pleno, para conceder a sus habitantes una nueva chance de sobrevivir en
paz…
AUTORA: Marta Marenco - Buenos Aires (Argentina)
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