El gran bosque hace
su rutina. Un observador desde lo alto de un muro, navega por la ciénaga de su
aliento.
Hay penumbra y
soledad en el lodazal verde.
Hay un titilar de
pupilas en cada rama temerosa.
Un miedo dulce que
transita por las raíces grises,
Un misterio ajeno en
el hueco de un tronco.
Un incestuoso
porvenir debajo de las aguas,
Atrapa,
paraliza,
desgasta la lengua
del buscador.
Como
una ciudad perdida.
Hay
un anfitrión de
la noche...
una oscuridad.
AUTORA: Selva Angélica Elizabeth Simón- La Plata - (Buenos Aires- Argentina)
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