El océano apenas puede retener la imagen
de un cielo salpicado por nubes algodonadas. La falta de turistas en la
blanca y fina arena, conforman un paisaje otoñal y triste. Como todos
los días, me acerco a la playa para ver si
has recibido mi mensaje… mi llamado… Te fuiste a aquella isla hace
algún tiempo con la promesa de volver y desde entonces espero, día a
día, en este mismo lugar, tu llegada. En un sobre de vidrio encerré mi
soledad y mi tristeza y lo lancé al mar para que
llegue hasta ti, lo tomes y lo dejes allá, bien lejos. Lo entiendes,
¿Verdad? ¡Ven querida mía que estoy esperándote!
El sordo golpeteo de las olas contra las
piedras del espumoso mar me llena de nostalgia, de felices momentos
pasados mientras veíamos cómo el sol se escondía en el horizonte
provocando el ocaso para luego apagarse en los confines
del mar. Presiento apesadumbrado que el mar se ha vuelto en mi contra.
Ha arrastrado nuevamente la botella que llevaba mis esperanzas quedando
atrapada en la playa a merced de la arena. Me siento desquiciado y con
ganas de gritarle porqué se opone a mi felicidad.
La tomo y por enésima vez la arrojo al agua lo más lejos posible. ¡Ve,
flota! ... ¡Flota y nada!
¡Lleva el mensaje a mi amada para que sepa que aquí la espero!!!.
AUTOR: Armando Ruggieri - LEHMANN (Santa Fe- Argentina)
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