Hacía
tanto que Narciso no se miraba al espejo... Desde la última vez que lo hizo
habían caído imperios, torres, economías, alianzas. Las naciones se habían
multiplicado y los guerreros, con la misma avidez de sangre, se habían
especializado en disecciones y torturas. Los hombres, seguros de la muerte,
habían perfeccionado interminables rutinas de belleza externa. Desde abajo del
agua llegaban de vez en cuando los rumores. Esta vez el runrún era intenso,
claramente perceptible tras el vacío que el líquido metía a la fuerza en los
oídos. Tenía miedo de salir y mirar. Y si la belleza era insoportable? Y si era
mayor que la suya? Estiró los brazos y asomó la cabeza, asombrosamente entera a
pesar de los milenios. Vio troncos grises, bruma; olió el miedo oculto en el
aire taciturno de marzo; intuyó a los escondidos que ya no se animaban a
mirarse a la cara. Reconoció, espantado, que el agua que lo había reflejado
estaba contenida en otro río al que hombres que solo se miraron a sí mismos
continuaban cayendo, irremediablemente, desde el principio del mundo.
AUTORA: Ivana Paulón - Lehmann (Santa Fe- Argentina)
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