De pronto, todo fue paz y silencio,
un inusual silencio. Los ruidos de máquinas viales y motosierras, que día a día
se oían más próximos, cesaron misteriosamente.
Tras varias jornadas, el tema de
comunicación era recurrente al caer la noche, cuando salían de sus refugios.
Aunque la disfrutaban, sospechaban de tanta armonía.
Ese bosquecillo que tanto amaban
tenía como atractivo un paisaje nocturno bastante tenebroso. Solo la luna se
atrevía a entrometerse entre tanta oscuridad, para espejarse en la pequeña
laguna.
Aunque pensaban que tarde o temprano
deberían abandonar el lugar, provisoriamente ese temor había desaparecido.
Intrigados, enviaron al más curioso
de la comunidad a la ciudad, para averiguar lo que ocurría.
Demoró bastante en volver. Cuando lo
hizo, explicó que la metrópoli estaba desolada. Solo divisó a un par de humanos
que conversaban de ventana a ventana y se horrorizaron al verlo volar…
Comentaron que todo empezó por unos
animalitos de su especie, en un lejano país llamado China.
AUTOR: Jorge Emilio Bossa- San Francisco (Córdoba- Argentina)
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