Noviembre 2023.
Querida Julia:
Hace un par de días terminaste tu primer año del Jardín; primera experiencia de aprendizaje con tus pares, donde todo es observación y descubrimiento. Mucho miedo al principio; es entendible. Te frenabas en la entrada y te abrazabas a mamá o a papá, no queriendo despegarte de ese lugar, donde todo es seguro y protegido. Te cuento que nos pasa también a los adultos, cuando nos encontramos con situaciones nuevas e impredecibles; no somos inmunes a ello. Y te pasará cuando seas tan grande como ellos; pero son primeras impresiones que nos enseñan muchas cosas.
Luego, te adaptaste perfectamente, incorporando valores de convivencia, tolerancia y aceptación que podrás aplicar más adelante con cada pasito que des. Lo que hacés en el Jardín, está reflejado en esta poesía que escribí hace un tiempo, y que quiero que guardes en esta carta:
Entre grafismos y letras,
entre cuentos y canciones,
entretejemos un sueño
con lápices y crayones.
Aprendemos convivencia,
jugamos con emociones
moldeamos con plastilina
nuestros propios corazones,
realizamos un collage
con distintos materiales
con un poquito de sol
y con aromas de azahares.
Honramos nuestra bandera
cantándole fuerte y alto
para que escuchen los duendes
que andan, por ahí, jugando,
y sembramos semillitas
de energía y de esperanza
para que broten los sueños
donde los sueños no alcanzan.
Los títeres son amigos
que nos toman de la mano
para llevarnos a un mundo
con ilusiones de plástico.
Con bloques y con objetos
armamos grandes ciudades
donde no existe el rencor
y andan gnomos por las calles,
y recortamos estrellas
de un cielo azul de algodón,
armamos rompecabezas
con pedacitos de amor.
Entre témperas y masa,
con tizas y con fibrones,
dibujamos en el aire
pensamientos de colores,
y al final, nos llevaremos
nuestros bolsillos repletos
de trozos de fantasía
y de rodajas de sueños.
Y ya sobre el final del año, te tocó hacer tu primera presentación en público; algo que también inhibe a los adultos. Sin embargo, con tu carita pintada, tu gigantesca cola y tus orejitas de peluche, te deslizaste por el patio cumpliendo con la consigna indicada, al compás de las palmas de ese primer público que te observaba y alentaba, como a todos los otros bichitos y animalitos de tu tamaño que invadieron los rincones.
Disfrutamos mucho del espectáculo, que también es una prueba para la vida.
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