En el día de la Madre, un regalo a mis hijos Virgi, Emi, Ceci y Fer...
Cuando digo hijo, 
digo el mundo entero,
digo sol y tierra,  
digo campo y pueblo, 
y resuenan las voces
de todos los duendes,
y el alma se colma de
rondas y tejos,
porque digo hijo y
dejo mi huella
aunque mi pisada ya
se encuentre lejos,
porque digo hijo con
las manos llenas, 
con la piel sensible 
y los ojos repletos,
con la risa urgente, 
con las dudas lejos,
porque digo hijo con
miel en los labios,
con copla en la voz 
y plegaria en los
dedos,  
con el tintineo de
oídos alertas, 
con la prontitud de
un beso dispuesto,
con la fuerza eterna
de los desafíos,
y la llama ardiente
del amor materno.
Y también lo digo
con la incertidumbre
de un mañana ignoto,
con el titubeo de
errar el sendero,
con el miedo pronto, 
y las madrugadas de
insomnios secretos.
Cuando digo hijo, lo
digo de frente,
y lo digo fuerte, 
y lo digo lejos,
y el eco irrumpe en
todos los rincones,
e invade rendijas,
grietas y agujeros.
Porque digo hijo…
porque digo hijo con
el cuerpo entero.                
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