POESÍA. NARRATIVA. INFORMACIÓN LITERARIA. CONCURSOS. AUTORES CLÁSICOS Y NÓVELES


Puedes pedir los libros de la autora al mail: beamarchisone@gmail.com (envíos a todo el país)

LIBROS PUBLICADOS POR LA AUTORA
(poesía y narrativa)
"DE LOS HIJOS" (2014)- Ediciones Mis Escritos (Bs. As.)

Rincones y Acuarelas I (Poesía) -2019- La Imprenta digital (Bs. As)

Rincones y Acuarelas II (Narrativa)- 2019- La Imprenta digital (Bs. As.)

Los encontrarás:
En Rafaela (Santa Fe): en Librerías "EL SABER", "PAIDEIA" y "FABER".
En San Francisco (Córdoba): en Librería "COLLINO"
y en otras librerías del país.

martes, 30 de enero de 2018

"El Chimango" - II parte (De la autora)

     Y un día Piki se fue. Así llamamos al chimango que había encontrado Virgi en la plaza, para año nuevo. Ya lo habíamos sacado al patio unos días antes para que se fuera acostumbrando a la libertad. Lo pusimos sobre una planta de mandarinas y allí se quedó todo el tiempo, pasando con cuidado a otras ramas, probando equilibrio sobre terreno que no conocía. Exploraba, observaba, descubría. Pero no se iba. Lo dejamos un rato para ver si remontaba vuelo, pero no lo hizo. Entonces, Virgi lo tomó nuevamente y lo llevó al patio luz. Aún teníamos miedo de que algún animal doméstico se adueñara de su vida. 
Unos días después, encontramos que se había trepado a las chapas abiertas del techo.
Desde allí, miraba hacia abajo, al patio, y nos observaba con indecisión; quizás no se sentía preparado todavía, pero su instinto le decía que ese no era su lugar.  Quedó un buen rato allí, y luego se fue, casi sin avisar, porque no lo vimos alejarse. Nos quedamos con la congoja de su partida y con la duda de su destino. Salimos al patio, miramos al cielo, sobre los árboles y los techos vecinos, pero no estaba. Piki se había ido; debíamos acostumbrarnos a la idea. Pero al día siguiente apareció sobre el techo otra vez. Había regresado. Virgi se subió para darle de comer y él se aproximó con la confianza y la seguridad que da el cariño recibido. Quizás no había encontrado comida; tal vez se sentía solo. La cuestión es que decidió volver. Estuvo un tiempo dando vueltas del techo a un árbol; lo observábamos, nos observaba. Y volvió a partir.
Pero al otro día, casi a la misma hora, apareció nuevamente. Y esta vez entró al patio luz a comer, se quedó casi toda la tarde allí, donde había pasado sus primeros días, y a la tardecita se fue. Quizás vuelva, quizás no, pero será su decisión. Porque nunca fue prisionero de nuestros deseos. Seguramente aún vacila sobre su rol de mascota.  Y si decide volver, allí estaremos.    

"El Chimango" I parte -(De la autora)

lunes, 29 de enero de 2018

FRASES: Hoy, de Robert Frost

Dos caminos se bifurcaban en un bosque y yo,
yo tomé el menos transitado,
Y eso hizo toda la diferencia.


 
                                 "El camino menos transitado"- Robert Frost (1874-1963).

 Robert Lee Frost (San Francisco, 26 de marzo de 1874 - Boston, 29 de enero de 1963) fue un poeta estadounidense, considerado uno de los fundadores de la poesía moderna en su país por expresar, con sencillez filosófica y profundidad sentimental, la vida y emociones del hombre rural de Nueva Inglaterra.

Robert Frost - Wikipedia, la enciclopedia libre

lunes, 22 de enero de 2018

"Un libro para Abel" (De la autora)

     Conciente de que mis libros nunca llegarán a manos de los artistas si no es por mi intermedio, fui al Festival de Cosquín con un objetivo: hacerle llegar uno a Abel Pintos. Sabía que la cosa no iba a ser fácil; todos quieren acercarse y esa noche especialmente, la Plaza Próspero Molina estaría colmada porque él
festejaba los 20 años de su primera actuación en Cosquín, cuando tenía 14 años. ¿Cómo podría llevar a cabo mi misión? Rondando la Plaza, descubrí la oficina donde se acredita la prensa que puede acceder a los artistas. Ingresé, como si fuera una periodista más, a ver si veía algún reportero/ conductor/ corresponsal conocido, y así darle mi encomienda para que se la entreguen a él o a alguien de su entorno. Pero no. No encontré ninguna cara que hubiera visto en televisión. Como segundo recurso, me dirigí a las organizadoras que se encontraban en los alrededores, para preguntarle si había alguna forma de hacerle llegar el libro. Una de ellas me dijo que estaban a cargo de coordinar a las personas que habían comprado su entrada por Internet, pero no tenían acceso detrás del escenario. Una tercera opción era escribir un cartel, de esos que tienen una publicidad, que te ofrecen antes de entrar al Festival, para ver si llamaba su atención con alguna frase que él pudiera leer desde el escenario, como “Abel, quiero darte un libro mío”. Fue lo que hice. Ilusa, me senté en mi butaca con el cartel en la mano, esperando que él mirara hacia allí, y lo leyera cuando yo lo levantara entre la multitud enfebrecida. ¿Qué esperaba? ¿Que me llamara al escenario? Ridícula. Así, el espectáculo transcurría y yo aún tenía el libro “Fotografías del Alma” en el bolso; pero no había perdido la esperanza. “Lleváselo al escenario”, me dijeron, “se lo das cuando se adelante a cantar”. Era muy osado. Eso implicaba acercarme al máximo, exponerme a que alguno de seguridad me sacara de un brazo, y hacerlo delante de los principales fans de las primeras filas que me mirarían con cara de qué-está-haciendo-esta-mujer. Decidí que no me importaba. Tomé una lapicera, le escribí la dedicatoria en la primera página en blanco y me levanté, resuelta a llevar a cabo mi misión. Pasé por delante de todos los de mi fila, pidiendo el correspondiente permiso y tratando de no quebrar la emoción de los que estaban concentrados en el recital, y llegué al pasillo lateral que conducía directamente a un costado del escenario, donde Abel estaba cantando “Hay una revolución…” con toda su energía y con el público saltando de sus butacas. Caminé semiagachada, para no llamar la atención y llegué a la segunda fila, donde me agaché por completo con el libro en la mano, esperando la oportunidad. Había guardias y policías que miraban, de espaldas al show,  para detener a cualquier entrometido que osara romper las reglas; de hecho, ya habían sacado a varios. Mientras, yo fingía estar en esa fila que no me correspondía; me agachaba, me paraba, cantaba un poco siguiendo a la gente. Hasta que en un momento me decidí, encaré como si volviera a mi lugar en la primera fila, pase por delante de los guardias, caminé casi hasta el centro y me acerqué al escenario justo cuando Abel se había alejado hacia otro sector. Mala suerte. Entonces, arrojé el libro lo más fuerte que pude sobre las tablas, esperando que él lo recogiera en algún momento. El ejemplar se deslizó hasta que se acabó el impulso y quedó allí, expuesto a su suerte. Y a la mía. Yo regresé a mi asiento, volviendo a pasar por delante de los guardias y conciente de que muchos me habían visto. Nadie me llamó la atención por la maniobra, pero a mí me latía el corazón como si hubiera cometido una travesura que iba a recibir un castigo. Ya desde mi lugar, observé el resto del show esperando que Abel se percatara del libro. Pero no. Le había pasado cerca varias veces, pero no lo veía. En un momento estaba cantando “Pájaro cantor”, y cuando dice “…acaso no lo ves?”, me daba la sensación que aludía al libro. Se lo quería gritar, lo cantaba fuerte con el coro de voces de la plaza, pero nada.  Él iba y venía por el escenario Atahualpa Yupanqui, lo recorría de punta a punta, le volvía a pasar cerca, pero nada. ¿Había sido mi última oportunidad? Si no lo veía en ese momento, quedaría allí hasta que alguien encargado de la limpieza lo encontrara, demasiado tarde. Así, llegó el final de la primera luna coscoína, y cuando cantó su último tema se retiró, con el fervor de la gente pero sin mi libro. Me paré sobre la butaca para ver si podía verlo, pero había muchos papelitos desparramados sobre las tablas. “Vamos”, dijeron todos, y comenzaron a encarar hacia la salida. Pero yo quería sacarme la duda. Mientras el numeroso público se retiraba, caminé contra la corriente de gente y me acerqué nuevamente al escenario. Allí estaba mi libro, en el suelo. Sin pensarlo dos veces, llamé a uno de los organizadores y le pregunté si podía hacerme un favor: “Mirá, yo tiré un libro arriba del escenario pero Abel no lo vio. ¿Se lo podés alcanzar al camarín antes de que se vaya?” le dije, mientras le señalaba dónde estaba. El muchacho se dirigió al lugar, lo levantó, y me dijo que no había problema, que se lo llevaba enseguida. Y mientras caminaba hacia el costado del escenario yo lo seguía paralelamente por debajo. “¿Se lo vas a llevar?”, le pregunté nuevamente, insistiendo, por si no tenía claro que era urgente. Él me lo mostró y me dijo: “Enseguida”. Y desapareció con mi libro mientras yo lo seguía con la mirada. Y me alejé, ilusionada y feliz.

NOTA (foto abajo)Imagen extraída de Youtube. El libro, en el suelo, durante el recital.
 
Festival País '18 - Abel Pintos en el Festival Nacional 

Abel Pintos: Veinte años en una noche con la música popular - Clarín


viernes, 19 de enero de 2018

"El Chimango" (De la autora)

Tenemos un chimango. Es un pichón que encontró Virgi en la plaza una tarde; estaba solo y expuesto a cualquier depredador que pasara por allí. Lo cargó y lo trajo a casa para alimentarlo hasta que pudiera manejarse por sí mismo. Tenía apenas unas suaves plumas que asomaban con timidez y unos ojos enormes y saltones. Lo pusimos en un patio-luz donde tiene muy poca tierra- solamente en un par de macetas sin plantas- y donde puede recibir sol y aire natural constantemente. Pero no es su hábitat. Siempre desconfiado, cuando nos acercamos a darle de comer, se oculta detrás de cualquier objeto que pueda resguardarlo del peligro, y se encoje como escondiéndose en su delicado plumaje. El hombre es una amenaza para él, se lo dice su instinto natural; nadie se lo enseñó, pero él lo sabe. Nos ponemos un guante grueso para protegernos de sus probables picotazos o arañazos y le damos trozos pequeños de carne y agua con una jeringa. Come y toma pero sospecha; no piensa que sólo queremos ayudarlo. A veces lanza unos chillidos que nos asusta, pero indica que está vivo y se puede defender. Las plumas cambian, son más oscuras y ya toman diferentes marrones. Lo observamos detrás de la ventana, para ver su comportamiento y decidir si está preparado para salir al mundo. Cuando no nos ve, camina libremente, pero no lo vemos volar. Igualmente intuimos que debe hacer algún vuelo corto que le permite pasar de una maceta a otra buscando la tierra. 
De pronto, nos sorprendemos. Virgi se sienta a atender el celular y él se trepa a sus rodillas. De a poco va tomando confianza; quizás el hombre no sea tan dañino. Ella le habla con voz suave, lo acaricia, y él ya no se asusta. Nos invade una sensación muy extraña, nos llenamos de júbilo. Luego, cada vez que Virgi entra al patio-luz, él se acerca y se trepa. Su espíritu salvaje va menguando, pero eso no será bueno cuando tenga que enfrentar su vida cotidiana, en la que no estaremos nosotros.
En pocos días deberemos dejarlo ir, para que se adapte y se encuentre con sus pares. Tenemos miedo, porque sabemos que afuera no lo tratarán igual; pero tenemos claro que no podremos quedarnos con él. Así es la vida.

"Nostalgia" - Delia Fernández

Hoy llueve. Firme y manso. Con porfía.
No se ha asomado el sol. De charco en charco
chapotea el chiquillo, con su barco
simple papel la lluvia desafía.

Esta imagen es solo fantasía
que a mi nostalgia azul le pone marco.
Ya no hay niños que jueguen con un barco
y gozar de la lluvia es tontería.

¿Dónde hallar la inocencia, la frescura
y la imaginación que transportaba
nuestros sueños tan simples y dichosos

a mundos de quimérica aventura?
¿Dónde está aquel abuelo que contaba
las historias de duendes y colosos?

Días maravillosos
de fábulas y juego compartido.
Ya no están… y no sé dónde se han ido.

jueves, 18 de enero de 2018

"Pablo Pinta" (de la autora)

A Pablo Neruda  (con P de Pablo...)

Pablo pinta poemas que parecen postales
y pincela con rimas su profunda pasión
sus palabras son brochas que acuarelan las frases,
que modelan su porte de poeta y pintor.

Pablo esparce chispitas que iluminan sus versos
cuando traza las coplas de una nueva canción,
poco a poco se tiñen con destellos plateados
los papiros eternos que guardarán su voz.

Pablo absorbe el murmullo de aquel mar que lo arrulla,
y la sal se le incrusta en su piel de cantor,
las gaviotas se apropian de sus odas costeras
cuando labra en la arena su plegaria de amor.

Pablo guarda en un puño sus pigmentos de artista,
y su pluma palpita cual cincel de escultor,
el papel se estremece con el pulso perenne
de la mano que guía como un firme timón.

Pablo plasma su pena en sus “versos más tristes”,
las estrofas pregonan su  profundo dolor,
él estampa en la noche los matices intensos
que fulguran las huellas del amor que partió.

El Pacífico guarda el fervor de su canto
en maderas crujientes de algún viejo vapor,
y la espuma acarrea el mensaje mojado
como un mapa en vocablos que dejó el trovador.


"La Sebastiana". La casa de Pablo Neruda en Valparaíso (Chile)


miércoles, 17 de enero de 2018

"La Sebastiana". La casa de Pablo Neruda en Valparaíso (Chile)




La Sebastiana es una de las tres casas —junto con La Chascona en Santiago y la Casa de Isla Negra— que fueron propiedad del poeta chileno Pablo Neruda. Situada en Valparaíso, en el Cerro Florida, destaca por la belleza de su construcción y su magnífica vista a la bahía del puerto. Al igual que las otras dos, está convertida en museo administrado por la Fundación Neruda.
La casa la comenzó a erigir el constructor español Sebastián Collado con la intención de pasar allí los últimos años de su vida; sin embargo quedó a medio terminar a causa su muerte. Heredada por su familia, que no sabía qué hacer con ella, fue vendida en 1959 a Neruda. El poeta estaba buscando una casa en Valparaíso "que pareciera flotar en el aire, pero que estuviera bien asentado en la tierra".
La casa fue inaugurada el 18 de septiembre de 1961, con una gran fiesta, coincidiendo con el día en que Chile celebra su independencia. Neruda solía pasar los nuevos años en La Sebastiana y allí  recibió su último año de vida, 1973. En cada una de estas celebraciones entregaba una carta con el menú, con nombres inventados para cada plato, que además eran dibujados con su tradicional tinta verde.
Después de la muerte del poeta, en 1973, la casa quedó abandonada durante la dictadura militar, hasta 1991, cuando fue restaurada. Al año siguiente, el 1 de enero, abrió sus puertas al público como casa museo y el 5 de enero de 2012 pasó a ser oficialmente Monumento Nacional.


"El océano pacifico se salia del mapa. No habia donde ponerlo. Era tan grande, desordenado y azul que no cabía en ninguna parte. Por eso lo dejaron frente a mi ventana". Pablo Neruda – fragmento Océano Pacífico.

FUENTE: 

La Sebastiana - Wikipedia, la enciclopedia libre

miércoles, 10 de enero de 2018

"El primer paso" (De la autora)

Comienzo con un paso mi sendero,
avanzo, y va quedando mi pisada,
las huellas que delatan mi jornada
completan al final mi derrotero.

Escojo mi camino con esmero,
me alejo de la ruta equivocada,
pero siempre regreso a mi morada
cargando mi vigor aventurero.

Ya habré de concluir algún repaso,
aquel que justifique mi existencia
y cuente de mi triunfo y mi fracaso.

Entonces, tendrá peso mi experiencia,
aquella que respalde el primer paso,
y otorgue más valor a mi sapiencia.

1er Premio I Concurso de Sonetos "Calderón de la Barca"- Letras como Espada (Toledo- España)

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Resultados I Concurso de Sonetos "Calderón de la Barca" - Letras como Espada (Toledo- España)

 GANADORES

MENCIÓN ESPECIAL DEL JURADO

El Jurado ha decidido hacer mención especial de los siguientes autores:
FRANCISCO JAVIER LÓPEZ NARANJO-Colombia
JOSÉ LUIS RUIZ VIDAL-España
JUAN RAFAEL MENA-España
NÉSTOR QUADRI-Argentina
PEDRO CÉSAR LUZARDO DAMIÁN-Uruguay
RICKY ISRAEL OSORIO ZABALETA-Colombia

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sábado, 6 de enero de 2018

"El poder de una canción" (De la autora)

El poder de la música me sorprende. Estoy haciendo las compras, y mientras espero mi turno escucho una canción conocida en la radio. Es Demis Roussos, no hay duda. “Si tengo que morir, querré que estés allí”, dice la canción. Trato de recordar el nombre mientras la sigo escuchando. Automáticamente me ubico en las fiestas de 15, con mis compañeros y amigos de la secundaria; Queen, ABBA, Boney M, Kiss, Village People, Bee Gees… tantos. Entro a la fiesta, los chicos están todos y la adrenalina de la entrada me inhibe un poco. Ya pasará, tengo que respirar hondo. Me uno al grupo de amigas que tiene una copa en la mano mientras esperamos que entre la agasajada; tomo una copa del mozo que me ofrece. Charlamos de cosas triviales, pero que son muy importantes para nosotras: el vestido, el pelo, algún chico que está o no en la fiesta. Seguramente aparecerán algunos colados, que vienen de otro pueblo, porque se enteraron que en Clucellas había un cumpleaños de 15. Los dejarán entrar. Comemos unos bocaditos salados, reímos de cualquier cosa, intercambiamos miradas, nos ponemos coloradas… Respiro hondo otra vez. Pondrán lentos y seguramente aparecerá Demis Roussos.“…morir al lado de mi amor”, sigue el estribillo, creo que ese es el título. Definitivamente es el título. Escucho una voz: “¿Quién sigue?”. Es mi turno.

martes, 2 de enero de 2018

2018 (De la autora)

Termina el primer día del año. Feriado. Camino por el patio. Estoy en ojotas y los pies ya se me humedecen por el rocío de la noche. La luna llena, enorme, ilumina todo con su luz natural y ecológica. Me detengo a mirarla porque me transmite paz, y ese efecto casi hipnótico me llena de energía. Qué simple. El rocío y la luna. La primera luna de la primera noche del año. Un regalo. Pequeñas cosas a mi alcance, que no puedo dejar pasar. El día termina, pero habrá muchos más. Pongo el despertador con un sonido de alarma que me despierte pero que no me altere. Y cierro los ojos. Mañana será el primer día hábil de un año entero por delante. Hay mucho por hacer.