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LIBROS PUBLICADOS POR LA AUTORA
(poesía y narrativa)
"DE LOS HIJOS" (2014)- Ediciones Mis Escritos (Bs. As.)

Rincones y Acuarelas I (Poesía) -2019- La Imprenta digital (Bs. As)

Rincones y Acuarelas II (Narrativa)- 2019- La Imprenta digital (Bs. As.)

Los encontrarás:
En Rafaela (Santa Fe): en Librerías "EL SABER", "PAIDEIA" y "FABER".
En San Francisco (Córdoba): en Librería "COLLINO"
y en otras librerías del país.

domingo, 31 de mayo de 2020

"La piedra mágica" (por María Clara Chiabrera) TALLER VIRTUAL 4


  Hace aproximadamente 10 años, en un pequeño reino, ubicado en una montaña, se encontraba un castillo de color blanco y rojo con techo celeste, habitado por el príncipe Marcus. Por dentro era un lugar cálido, por eso en el verano solían abrir muchas ventanas. Tenía una decoración interior muy bonita con pisos de madera y piedras en algunas paredes. Las demás paredes estaban pintadas de color hueso excepto le pieza del príncipe, que tenía la pared que daba con el respaldar de su cama de color azul y las demás de blanco. Tenía unos muebles de acuerdo con el estilo del castillo. El castillo estaba siempre impecable, porque había empleadas que iban a limpiar todos los días.

 Éste ocultaba un tesoro, capaz de curar cualquier tipo de enfermedad, tenía una piedra mágica. La  protegía un montón, ya que el día que fuera necesaria, sería utilizada para el príncipe. La tenían guardada en una vasija de cristal, dentro de una sala color hueso con una pared llena de piedras de distintos tamaños. El cuarto era de un tamaño mediano, solo entraban cinco personas a la vez. Era una habitación con vigilancia las veinticuatro horas. Las únicas personas que podían entrar eran dos guardias con los que el príncipe tenía máxima confianza, para poder retirar la piedra los días miércoles y así las señoras que limpiaban no tenían contacto. El príncipe Marcus, podía pasar cuando quisiera ya que era su piedra mágica.

  Eso no era ningún secreto, todo el reino estaba enterado. Siempre que alguien enfermaba, sus familiares se acercaban al príncipe, para pedirle ayuda y curar a ese ser querido. Pero el orgulloso del príncipe estaba negado a prestarle esa piedra a alguien que no fuera de su confianza. Sin embargo, uno de sus guardias de confianza, en secreto, siempre ayudaba al que lo necesitaba. Al guardia, le gustaba ayudar a toda persona que fuera necesario. Así que siempre brindaba  la piedra a toda persona que iba a hablar.

  En el reino, se encontraba una niña de once años,  que tenía gripe. Los médicos, les comunicaron a sus padres que  una manera de salir rápidamente adelante, o sea que se cure rápido, era a través de esa piedra mágica. Apenas se enteraron de la noticia fueron lo más rápido posible hacia el castillo, para así pedirle al príncipe la piedra para curar a su niña. Sabían que pedirle al príncipe era una tarea difícil. El castillo quedaba a unos dos kilómetros del pueblo. Al llegar al lugar le explicaron la historia, que era su única hija y que sería de gran ayuda. Pero con el orgullo bien firme les dijo que era algo que no iba a suceder. En ese momento los padres empezaron a insistir. Pero siguió negándose. El príncipe les pidió a los guardias que les tenía más confianza, que llevaran a los padres a la salida.

   Al llegar a la salida, un guardia entró al castillo y el otro se presentó y les dijo que los iba ayudar, porque ayudaba a todo el que lo necesitaba, pero tenían la condición de no decirle a nadie, excepto a los médicos, ya que ellos sabían cómo manejarla. Simplemente que tengan una tolerancia de dos días ya que todos los miércoles ellos buscan la piedra para que las señoras que limpian no tengan ningún tipo de contacto. Acordaron encontrarse a los nueve de la mañana en una plaza. No iba a haber ningún tipo de inconveniente porque cada quince días llevaban la piedra a lustrar y para ese miércoles, tocaba ir. Los padres accedieron al instante y volvieron felices, al llegar al hospital, hablaron con los médicos y les contaron la historia, ya solo les quedaba esperar el miércoles.

  La niña se llamaba Elena, tenía unos ojos color celeste claro y un pelo negro azabache, cortado por arriba de los hombros. Tenía una nariz pequeña y pecas sobre ella. Era de estatura mediana. Le encantaba jugar con muñecas. Era simpática, graciosa, charlatana y muy educada. Era un poco directa y odiaba mentir. Tenía muchos amigos, los cuales la acompañaron desde el día que le detectaron gripe.

  Llegado el día, los padres fueron hacia la plaza. Era un lugar con muchas flores, grandes árboles y diversos juegos para niños. Contaba con un gimnasio simple. Era enorme. Siempre había alguien en la plaza. Varones, de diversas edades, jugando al fútbol en alguna parte del lugar. Adolescentes y niños dispersos en la plaza. Familias también había.

   Llegaron al lugar acordado a las nueve menos cuarto, querían estar con anticipación. Acordaron encontrarse en una esquina del lugar. A las nueve en punto llegó el guardia y les entregó en una cajita de terciopelo rojo la piedra mágica. Les dijo que apenas la curen se encuentren en el mismo lugar, así se la devolvían y nadie se enteraba. Se despidieron.

   Entraron al hospital, le entregaron la piedra a los médicos y esperaron unos diez minutos. Fue después de esos minutos, que sale un médico, mira a los padres y les dice que Elena estaba oficialmente curada, que devuelvan la piedra mágica, la busquen y se vuelvan a casa.

    Ahí fue cuando fueron al punto de encuentro, entregaron la piedra mágica y le agradecieron mucho al guardia. Volvieron al hospital, buscaron las cosas y se fueron a su casa acompañados por Elena. El guardia llevó a limpiar la piedra y volvió al castillo a seguir trabajando, como lo hacía  normalmente. El guardia siguió ayudando a todas las personas. La familia siguió su vida completamente normal. El príncipe siguió manteniendo su orgullo.

AUTORA: María Clara Chiabrera

CATEGORÍA 1:    12 años

Clucellas (Santa Fe- Argentina)

TALLER VIRTUAL 4 

"El legado" (por Nancy Cioppettini) TALLER VIRTUAL 3


Aquella noche la mujer se quedó dormida, apenas se acostó sobre la mullida cama, estaba exhausta.

Dormía muy profundamente, cuando de pronto, se despertó sobresaltada, parecía oír a lo lejos una voz que la llamaba, abrió los ojos pero en la oscuridad de la habitación no vio a nadie. Intentó dormirse nuevamente. Cuando lo logró, nuevamente aquella voz insistente le habló diciéndole que tenía trabajo que hacer, esta vez vio a una figura totalmente blanca, muy luminosa, que tenía una llave muy antigua de color dorado y amablemente la invitaba a seguirla, la mujer se incorpora y camina hasta aquella figura, al llegar allí las dos aparecen como en un túnel, van muy de prisa, la figura blanca la calma diciendo que todo está bien, al fin llegan a un lugar maravilloso, todo cubierto de flores blancas, azules, rojas, de distintos colores y variedades, entran en una habitación donde hay una mesa con dos sillas y un cofre. La blanca figura acerca la llave a la mujer diciéndole que es el Ángel  del Camino, que está ahí para acompañarla y mostrarle algo, le indica que debe dar tres vueltas de llave para abrir aquel cofre que tiene información muy importante para ella.

Cuando la mujer abre el cofre, ve como dos fotografías muy antiguas, su papel está amarillento, ajado por el paso del tiempo, tomadas con un clips de metal, le siguen otros papeles en igualdad de condiciones, en uno de ellos aparece el número100, todo es un completo misterio. Al mirar las fotografías la mujer no reconoce a nadie, comienza a preguntar y el Ángel del Camino le responde que debe mirar, observar, leer y grabar en sus retinas todo lo que allí vea, porque no puede llevarse nada de allí, solo puede decirle que todo eso pertenece a sus antepasados, los registros allí guardados son “su legado”, están escritos en un idioma muy antiguo, que llegado el momento le será develado, pero todavía no es el tiempo de hacerlo. Solo debe saber que esto existe y deberá prepararse para la misión encomendada. La mujer se queda absorta, sin comprender lo que está pasando.

Al ver la confusión, el Ángel del Camino la tranquiliza, la abraza en señal de protección, le dice que confíe que todo a su tiempo será revelado y así podrá entender. Ahora es tiempo de prepararse.

La mujer y el ángel comienzan a volver, primero muy despacio, luego muy abruptamente, tanto que la mujer se despierta con una sensación de caerse de la cama.

La confusión es total, ya no sabe a estas alturas si lo que pasó fue real o si fue un sueño. Busca y busca incesantemente sin encontrar ningún indicio de que sea real.

Durante el día, muchos pensamientos pasan por la cabeza de la mujer, mientras que durante la noche, nuevamente el ángel muy suavemente le dice al oído: “empieza a prepararte para lo que viene”.

Hace tiempo ya, que está preparando su camino espiritual para llevar a cabo “su legado”, todavía no es tiempo.

Ella sigue preparándose y esperando el momento indicado, el número 100 es la clave de todo.

 AUTORA: Nancy Cioppettini

Villla Carlos Paz - (Córdoba- Argentina)

TALLER VIRTUAL 3

"Bordando recuerdos" (por Mirta Susana Maluenda) TALLER VIRTUAL 3


   Bordando recuerdos. en ese lugar solitario, 

donde tu huella dejaste, en esa casa llena de trágicos momentos,

de historias profundas de perdidas llenas de misterio.

   El reloj antiguo   se había agotado dormitaba en un rincón,

 la vieja radio y muchos libros de auto ayuda parecían extrañarte.

 en tu ropero guardabas, vestidos de colores muy alegres naranja, rojos azules

 zapatos sin estrenar y colección de secretos.

   Sobre el escritorio encontré, algunas cartas amarillentas, con un broche sujetadas,

 las fotos al revés y ya en sepia por sus años, sobre papel manteca, arrugado estaban,

 Solo llamo mi atención el número 100 en uno de sus lados.

    Una llave de bronce tan bonita, como nunca había visto, dormitaba sobre esos papeles 

 añejos, llenos de polvo y misterio, quizás esa llave guarde recuerdos en el silencio.

     En ese instante, en esa atmósfera revuelta de voces del pasado, de ausencias,

 de inquietas almas llenas de secretos decidí permanecerlos en resguardo.

   Guardé en un cofre de madera que encontré en ese mueble viejo color amarillo

las cartas, fotos y todo lo que estaba sujeto junto con esa bonita llave,

secretos de esa historia para que perdure en el tiempo,

 navegando en un profundo sueño.

                AUTORA: Mirta Susana Maluenda

       Manuel Ocampo, (Buenos Aires - Argentina)

TALLER VIRTUAL 3

miércoles, 27 de mayo de 2020

"En busca del tesoro de la tía rica" (por Nélida Baros Fritis) TALLER VIRTUAL 3


     En Estación Central en calle el Guanaco n°510 en los años 60 se ubicaba la casa de la costurera, Sra. Rosa Rojas G. A ese lugar había llegado Emily González R., desde Copiapó. El propósito de la jovencita era trabajar y aprender costuras, la mejor maestra sería su tía Rosa. La sobrina joven y buena moza, de carácter amable y servicial se convirtió en una magnifica compañera de la tía. Emily aprendía rápido y disponía toda su atención para el trabajo de costurera que se presentaba en el taller. Era creativa, tenía buen gusto para seleccionar colores y modelos que atraían a la clientela. En poco tiempo las ganancias aumentaron, lo que obligaban a una expansión del local y emplear dos operarias. Una de alta costura y otra para ropa de uso diario, al sacar cuentas pagaban los gastos y se repartían las ganancias. Al año siguiente el invierno visitaba a la tía Rosa y se la llevó. La sobrina quedaba dueña del taller. Trabajaba bastante para juntar más dinero, no tenía amigas excepto, la dama que cocinaba y hacía los quehaceres de casa.
Emily gustaba de comprar muchos libros de diversas materias, pinturas de gente famosa, le apasionaba la música romántica y la clásica. En su taller no faltaban revistas de moda en un librero y una radio donde se oían las voces de cantantes de moda. Pronto en su local ingresaban esposas de comerciantes, señoras de políticos y se relacionaban bien con personas más letradas o estudiantes universitarias. Entonces Emily dejaba entre las clientas unos papelitos con su número de teléfono. “Lectura del tarot, se escriben cartas de amor” consulte horario.
La costura producía buenos dividendos, el tarot y las cartas de amor contribuían al aumento de sus ahorros. No depositaba el dinero en los bancos, lo guardaba entre los libros, las joyas que llegaban en parte de pago por sus servicios las depositaba celosamente en un cofre. Guardaba cartas y fotos, lo cerraba con una llave dorada, que en su parte superior tenía dibujado arabescos en forma de flor, la cual colgaba con una cadena en su cuello. Nadie tenía idea de que ella guardaba toda su riqueza bajo las tablas del piso, era un pequeño subterráneo. Encima de la puerta, ubicaba un escritorio grande, con su computador y una radio.
Un día apareció un joven de ascendencia árabe que, la cortejaba e invitaba a salir a los grandes espectáculos de ballet, musicales y ópera. Ella viajaba a diversos países de Europa, América, poseía una gran cultura y estaba decidida a casarse. Vendió el taller y sus máquinas de coser, una la regaló a la empleada, ordenó sus cosas y esperaba que terminara el verano para que llegara el joven Josep Rek, que había ido a buscar a su madre a la ciudad de Valdivia. Lamentablemente, ese día  2 de marzo del año 2000 la radio emitía una noticia que dejaba helada a Emily. El joven empresario Josep Rek sufrió un lamentable accidente automovilístico chocando con un camión, cuando salía de Valdivia para tomar el camino hacia Santiago. Fallecieron en el acto sus acompañantes, su madre y hermana.
Emily perdía el rumbo, sumida en la tristeza, no se levantaba ni comía. Una de las costureras comenzaba a visitarla y hablarle de la biblia, lentamente fue recuperando las ganas de vivir. Entraba a la pieza donde tenía el escritorio y sus colecciones de libros, leía varias horas sin que nadie la molestara. Escuchaba música y aparentaba cierta alegría. El día jueves amaneció triste, escribió una carta dirigida a su hermana Lucy, la cual no veía desde hacía 30 años, le explicaba que se hiciera cargo de la casa y todos sus enceres. El abogado Pascal Luna, estaba encargado de entregarle la escritura…….
Al anochecer recordaba que en otoño sufría de alergia y necesitaba que Micaela pusiera la estufa. Cuando la empleada apareció, pidió un café con leche y galletas. Una hora después, Mica…fue a retirar la bandeja con la taza y ella le dijo “inclina tu cabeza y le puso en el cuello la cadena con la llave”, “Esta llave es tuya, es un tesoro, cuídala.” A la mañana del día viernes Micaela notificó por teléfono a la hermana para informar el fallecimiento de su patrona.
Llegó la hermana Lucy, tres nietos y su madre, después de sepultarla,estuvieron días y noches y nunca encontraron el tesoro. El tesoro de Emily, la Tía Rica de la familia quedó en otras manos, descubrieron mucho tiempo después el acertijo que conducía al cofre del tesoro que se abría con la llave dorada. Todo estaba escrito en un libro de poesías y pegado en un poema de Machado.


AUTORA: Nélida Baros Fritis
Copiapó  (Chile)

TALLER VIRTUAL 3

"¿Quién sería?" (por Georges René Weinstein) TALLER VIRTUAL 3



Sobre una mesa
–con arrugas de tiempo–
unos papeles ajados
ocultan su rostro;
los arropan una pinza
y la llave dorada,
que mitigan el viento.

¿Cansancio, descuido,
la prueba de que alguien
no logró resguardarlos?

¿Documentos,
fotografías… quizás?
¡Nadie podría decirlo!

Lejana tristeza
por el olvido del nombre
de un escriba o fotógrafo
que nos legó su recuerdo.

AUTOR: Georges René Weinstein
Medellín- (Colombia)

TALLER VIRTUAL 3


lunes, 25 de mayo de 2020

TALLER VIRTUAL 4 (2 categorías de participantes)



BASES

Escribe un texto (poesía o cuento) en base a la imagen.

PARTICIPANTES:  Habrá 2 categorías:

                          1-   Niños o adolescentes hasta 16 años.

                                       2-  Adultos (17 años en adelante):   

       El texto deberá estar dirigido a los de Categoría 1, o sea que la temática deberá ser PARA CHICOS. Aquellos textos que no cumplan con esta condición, no serán incluidos en la ANTOLOGÍA (ya que será una antología para chicos).

ü  Escribir un texto con título (cuento o poesía)

ü  FORMA DE PRESENTACIÓN:    

                   Letra:  Times New Roman 12

                   Espacio simple

                   Máximo 2 páginas A4

 

ü  FORMA DE ENVÍO:  por email a beamarchisone@gmail.com  con los siguientes datos personales del autor:

 - NOMBRE Y APELLIDO

 - CATEGORÍA (1 o 2)

 - EDAD (los niños deben poner la edad, los adultos no es necesario)

 - CIUDAD- PROVINCIA- PAÍS

 (TODOS LOS DATOS PERSONALES DEBEN COMPLETARSE SINO EL TEXTO NO SERÁ PUBLICADO EN EL BLOG)

ü  FECHA:  hasta el 30 de junio.

PREGUNTAS ORIENTADORAS: (puedes seguirlas o no)

¿Qué puedes contar sobre la imagen? ¿Quién vive o vivió en el castillo? ¿Qué ocurrió? ¿Dónde está situado el castillo? ¿Estuviste allí? ¿Conoces a sus habitantes? ¿Hay algo misterioso? ¿Qué sentimientos o sensaciones tienes o tienen las personas? ¿Puedes describirlas?¿Qué se esconde allí?


"Las instrucciones" (por Graciela Brown) TALLER VIRTUAL 3



-Encontrarás las instrucciones sobre el escritorio del cuarto_ me dijo Pablo, manipulando con torpeza una maleta de viaje_ Estoy sobre la hora. Llamame cuando las encuentres. Chau, que no llego.
Pablo se fue a las apuradas enredándose con el equipaje. Éramos amigos de años pero a veces me asustaba. Principalmente cuando se quedaba mirándome como si mirase a alguien más, en trance. Le duraba unos segundos y volvía a ser el atolondrado de siempre. Me había dejado las llaves de una casa que tenía en Suipacha, y el encargo de encontrar... ¿qué? Me di cuenta que no lo sabía. Y que ya había subido al taxi, alejándose. Pablo siempre hablaba muy rápido, de muchas cosas a la vez, me aturdía. No sería extraño que me lo dijera y que no lo escuchara.
Creí que si iba a la casa lo recordaría así que allá fui, a Suipacha, a la calle Salta al fondo.
Entré al edificio, ni nuevo ni viejo, diría que atemporal, si es que se puede decir eso de una casa. Las habitaciones eran corrientes. Tenía una sola puerta y estaba cerrada. Y no era el baño. La abrí. Buscando el interruptor al tanteo, lo accioné y una luz mortecina iluminó el cuarto. No tenía ventanas. Un fuerte olor a humedad me llenó la nariz. Contra la pared, frente a un sofá de pana roja que simulaba una antigüedad que no sabría calcular, estaba el escritorio. Grande, pesado, oscuro, de madera. Imponente, tenía muchos cajones y parecía abandonado, descuidado.
Miré alrededor y no había otro mobiliario. Si no fuese porque no cerré la puerta al entrar hubiese jurado que ingresé a otro tiempo, a otra dimensión. La lamparita iluminaba apenas provocando que las paredes descascaradas en los rincones me recordaran a esos cuadros oscuros del Renacimiento que vi en algún libro cuando era estudiante.
Sobre el escritorio había una llave, una vieja llave de bronce, medio negra. Me llamó la atención el color negro y no verde, puesto que era de bronce. Además, parecía muy antigua.
Estaba apoyada sobre unas hojas de papel blanco y en blanco, aunque el papel de blanco no tenía nada, más bien era sepia, con los bordes rasgados. Parecían frágiles, quebradizos. Tan viejos como la llave, pensé.
Sin embargo, estaban sostenidos por un sujetapapeles de acero inoxidable, modernísimo y práctico adminículo totalmente fuera de lugar en el conjunto. Me sorprendía que alguien se arriesgara a colocar semejante broche en papeles tan delicados.
Pablo me encargó que las encuentre (no recordaba qué debía encontrar) y me ganó la curiosidad y la bronca de no recordar o de haberme confundido o que, en realidad nunca me lo dijo. Qué sería lo que debía encontrar. Y cómo lo haría. Porque instrucciones no encontré. Me agaché para mirar debajo del escritorio. Nada. Ni en los rincones, ni debajo del sofá. Apenas pelusas y algunas manchas secas de algún líquido derramado qué sé yo hace cuánto.
Busqué una silla pero no había ninguna. Quizás Pablo traía alguna de la sala cuando usaba el escritorio. Desistí de buscarla y tomé la llave. Hice el movimiento sin pensar, mecánicamente, y rompí una esquina de la primera hoja. Eran realmente frágiles y más me intrigó el uso del sujetapapeles.
Probé la llave en los cajones hasta que cupo en la cerradura del más grande, en la mitad del mueble. Deslicé el cajón con cuidado. Estaba vacío, excepto por un tintero de principios del siglo veinte y una pluma con punta metálica, supongo que haciendo juego.
Decidí revisar los papeles frágiles. Apoyé suavemente la mano derecha sobre las hojas. Con la izquierda quité el broche. Maldita suerte, el chirimbolo cortó el papel donde lo sujetaba y eso que fui muy cuidadosa.
Levanté la mano derecha, que evidentemente había transpirado porque la hoja quedó adherida a mi palma. Traté de retirarla y la rompí. Me molestaba el cajón abierto para trabajar así que lo cerré, sacando el tintero y la pluma. Esta rodó sobre las hojas que quedaban, también en blanco (o en sepia).
Levanté la pluma y donde había rodado apareció algo escrito en una letra gótica y borrosa. Traté de descifrar lo que decía. A duras penas pude leer. Por suerte estaba en castellano.
Siempre te he amado” decía.
Me asusté. Giré la cabeza hacia la puerta con la intención de huir. Estaba cerrada. La lamparita del techo había desaparecido. Un olor a vela quemándose invadía el lugar. Provenía de un candelabro encendido en el extremo del escritorio. Me sostuve del mueble para no caer, me faltaba el aire, creí desmayarme. Sentí algo húmedo en el piso. Me pareció sangre. El corazón se me aceleró, sentía que me golpeaba las sienes con latidos rapidísimos. Cerré los ojos para no perder el equilibrio mientras palpaba sobre el escritorio. Un dolor agudo en la nuca me hizo tambalear y, sin percatarme, toqué el sujeta papeles de acero inoxidable sintiéndolo frío. La puerta se abrió.
A esta altura todo era muy confuso. Me llevé la mano a la nuca descubriendo que tenía sangre. Me había herido pero... ¿cómo? El candelabro no estaba ni la escritura ni la sangre en el piso (sí en mi cabeza). Los papeles inmaculadamente sepias seguían sobre el escritorio.
Respiré profundamente y solté el chirimbolo de metal para irme y... otra vez la puerta cerrada, el candelabro, la escritura y el dolor agudo en mi nuca aparecieron por arte de magia. Súbitamente, recordé lo que Pablo quería que encuentre (y que sí me lo había dicho cuando hablaba hasta aturdirme):
·  Siempre te he amado” se supone que está escrito en una esquela. Eso me contaba mi abuela. Que aparece y desaparece en esos papeles. Que hay que buscar las instrucciones para leer todo el mensaje, que están en algún lugar sobre el escritorio o dentro de los cajones. Yo nunca pude y eso que busqué y busqué. Vas a pensar que mi abuela estaba loca pero te aseguro que no. Vos sos sensible, Sos tan espiritual. A lo mejor vos podés. Y cuando encuentres las instrucciones, podré seguirlas hasta ella. Hasta esa mujer que me traicionó en mi otra vida y me atormenta por las noches en esta. Y volveré a matarla de un palazo en la cabeza. Chau, que no llego.


AUTORA: Graciela Brown
General Rivas- Suipacha. (Bs. As.- Argentina)

TALLER VIRTUAL 3


25 de Mayo: Primer grito de libertad- "Aurora" (por Víctor Heredia)




En este cumpleaños de mi Patria, tan especial, cuando el mundo está en terapia, veo, por televisión, enarbolar la enorme bandera argentina en Plaza de Mayo. Allá arriba, en el mástil, solitaria, flamea en una plaza vacía, acompañada solo por unas pocas autoridades con barbijos celestes y blancos. Y me vienen a la mente los versos de la Aurora: “Alta en el cielo, un águila guerrera… Es la bandera de la Patria mía…”.

domingo, 24 de mayo de 2020

"Una llave y mil desengaños" (por María Rosa Rzepka) TALLER VIRTUAL 3



Me has dejado;
temblando de frío
te imagino en la flor
de otros labios.
Me has dejado.
Es un tiempo de hastío,
ilusiones
muertas al ocaso.
Me has dejado
como a un traje viejo
que ha gastado en tu piel
todo el paño.
Me has dejado
en la mesa esa llave
que guardaba, celosa,
rezagos
de promesas, tan solo palabras
que en tu boca supiéronme a canto
Me has dejado
temblando de angustia;

asomada mi piel al engaño.
Y este andar por la casa vacía
se me vuelve el fruto más agrio.
Me has dejado.
Entiendo que has sido
solo un ave en busca de lo alto.
Acaricio mi piel, la consuelo,
mientras busco refugio en el llanto.

     AUTORA: María Rosa Rzepka
Florencio Varela (Buenos Aires- Argentina)

TALLER VIRTUAL 3

"Esa llave" (por Ime Biassoni) TALLER VIRTUAL 3



Muere la llave de la mentira
queriendo inundar sitios…
se abren puertas encubiertas
en un espacio diferente
atacando tiempos que muestran
esqueletos de ladrillos oscuros
y papeles de gastado almagre
sueltos, sin pinza que sujete.

Se aspira el olor amarronado
de un grito detenido en la garganta
gastado en años, buscando letras
para subir palabras
de enardecidos recuerdos
aquéllos que continúan
doblando sentimientos.

AUTORA: Ime Biassoni
Ceres (Santa Fe- Argentina)

TALLER VIRTUAL 3

sábado, 23 de mayo de 2020

"Confesión" (por Beatriz Chiabrera de Marchisone) TALLER VIRTUAL 3



    Yo la mate, Padre. Nadie me vio porque tomé todas las precauciones necesarias. Está bien, usted me dice que si tomé las precauciones es porque lo tenía premeditado, pero no. Yo no planeé matarla; las cosas se fueron dando de a poco. Usted sabe cómo son esas cosas, uno se pone loco y no puede parar. Más de uno le habrá contado lo mismo, pero claro, usted no puede revelar lo que otros le cuentan, no? Lo mío no fue ni defensa propia, ni emoción súbita o como quieran llamarlo. Bueno, quizás emoción súbita sí. Pero también fue amor. Sí, amor. Y celos. No, no había tomado ni una gota de alcohol, así que estaba en mis cabales y en total conocimiento de mis actos. Pero estoy libre. Sí, libre, como lo escucha.  Angustiado pero libre. Usted pensará cómo es eso, pero es así. Y por qué tomé la decisión de matarla. Porque encontré la llave Padre, y las cartas. Estaban guardadas en una caja de madera labrada. Descoloridas, ajadas por los años, pero con la tinta intacta y legible. Todas esas cartas Padre, escritas con tanta pasión. No Padre, nunca lo sospeché. Estaba buscando otra cosa y apareció esa maldita llave. Jamás pensé que Irina me engañaría. Encontrarme con esas esquelas escritas de puño y letra por otro hombre me despertaron a la realidad. Fue demasiado Padre; no pude soportarlo. Por eso la maté.  Ahora estoy más tranquilo; pero ella ya no está.  Si no hubiese sido por esa maldita llave…


AUTORA: Beatriz Chiabrera de Marchisone
Clucellas (Santa Fe- Argentina)

TALLER VIRTUAL 3


viernes, 22 de mayo de 2020

"Sueños de añil" (por Analía Bodrero) TALLER VIRTUAL 1


Deambulo sin rumbo,
entre la bruma
de un bosque
rodeada de una gama
de grises sutiles.

Me detengo…
Observo más allá,
responde a mi retina
la nada misma…

Un mutismo de voces
acompaña mi vagar,
hasta el silencio
de la húmeda hojarasca,
pesa en mi alma.

Me descubro...
En el cristal de agua
también gris,
como el gris que me devuelve
mi mirada.

Sigo caminando...
he perdido mi rosa de los vientos
he extraviado mis huellas,
marchando sin rumbo cierto.

Continuaré mi andar...
por este bosque petrificado,
con sueños de añil
hasta encontrar la luz,
antes que se enmohezcan
mis sueños.

                                   AUTORA:  Analía Bodrero
                                        Ceres- (Santa Fe- Argentina)

miércoles, 20 de mayo de 2020

"Nada" (por María Alejandra Civalero Mautino) TALLER VIRTUAL 3



Llegué a esa casa buscando una respuesta, una explicación a la carta que había recibido esa semana. En realidad no era una carta sino una foto, ni una palabra ni una letra. Conociendo los laberintos de su mente eso querría decir mucho sin decir nada. Era otra de sus maneras de comunicarse y confiaba en mí para descifrar sus mensajes. Era nuestro juego, aunque hacía varios meses que no sabía nada de ella. Su habilidad para la pintura me hizo pensar en un primer momento que era una toma de su última creación y me estaba invitando a ser su primer observador crítico. A ella le interesaba mucho escuchar mis interpretaciones de sus obras de arte y para mí, era como resolver un juego de ingenio o darle rienda suelta a mi imaginación, asignándole a cada trazo o pincelada un significado que revelara que conocía en profundidad a su autora. Así que, sin demorarme más, tomé mi auto y me dirigí hasta su cabaña al pie de la montaña, a unos kilómetros de mi casa en un pequeño paraje. Siempre le gustó la inspiración de la soledad, como ella le llamaba, soledad “acompañada” por lo que la apasionaba y la hacía feliz.
En el camino me pregunté por qué se había demorado tanto en contactarme y me recriminé por no haberme acercado antes para averiguarlo. Inmediatamente me respondí con una sonrisa y pensé, “a esta ermitaña no le gusta que la molesten, si ella no te busca, no la busques” ¡Todo un caso mi amiga entrañable! También me auto convencí de que debió haber estado muy ocupada en sus cosas que la alejaban del resto del mundo. Navegaba en su inmenso interior tan rico y profundo que eso justificaba sus aislamientos.
A lo lejos se divisaba el humo que salía de la chimenea y me dije, “en unos minutos estaremos compartiendo un café junto al fuego”.
Al golpear la puerta, ésta se abrió y con mi tradicional silbido anuncié mi ingreso. No vino a mi encuentro, es más, no la encontré en ninguna habitación ni en el patio. Fui a su atelier y la sorpresa fue mayor, no solo no estaba allí tampoco sino que no había ningún cuadro que se asemejara a la extraña fotografía que había recibido por correo. Al girar, vi sobre la mesa de lectura los papeles y la llave, estaban exactamente dispuestos como en la foto.
La búsqueda de mi amiga fue en vano, nunca apareció y no hubo rastros de ella. La policía trató por todos los medios de dar con la cerradura correspondiente a esa llave pero fue inútil y en los papeles no había ni una palabra escrita que pudiera servir como pista. Junto a los papeles había uno que era fotográfico, muy antiguo. Sea lo que fuera que allí estaba era tan borroso que no arrojó luz sobre la investigación.
Había llegado mi hora, debía dilucidar el mensaje, me dije en secreto. Y he aquí mi conclusión: era una llave simbólica, para que abriera la puerta de mi entendimiento y de su realidad. Esos viejos papeles estaban en blanco, mejor dicho en sepia y otros arrugados como un mensaje descartado y luego recuperado para desandar el hecho, estirado a mano acentuando lo no escrito. Allí se leía el mensaje: la nada, el vacío. Marchas y contra marchas de una vida que parecía plena y en colores vivos pero que en realidad había sido una foto borrosa e irreconocible. Una nada abollada y arrojada a la basura, luego recolectada, planchada con el calor de la mano, lista para ser escrita, y nada. Su vida, no sé en qué momento, se había tornado esa nada y no supe darme cuenta a tiempo. No fui lo suficientemente lúcido como creía, no fui capaz de interpretar sus signos. Ahora me lamento, creí conocerla y no sabía nada de ella.

             AUTORA: María  Alejandra Civalero Mautino
Clucellas (Santa Fe- Argentina)

TALLER VIRTUAL

"La herencia" (por Hilda Olivares Michea) TALLER VIRTUAL 3



Recorro la casa vieja, el patio de luz y dormitorios, me adelanté a otros herederos, para ver qué consigo de valor antes del reparto legal, en fin, era el nieto regalón de la Tía Amada.
 Tía Amada cómo olvidar la falsa alarma llamando en la madrugada porque hurgando en los papeles encontrabas mi número de teléfono, perdón solo querías escuchar mi voz y conversar porque te sentías sola, pero ¿quién responde de buena gana a esas horas? una y otra vez digitabas hasta que me obligabas a desconectar el teléfono, fueron varias noches hasta que volvías a perder mi número, mi nombre, y tu memoria. El trato fue una llamada semanal después de almuerzo, una caja de víveres y la verdura, visitas breves. En los cuartos mucho mueble antiguo arrumado, nada de interés, nada que llame mi atención, ah la jaula enmohecida y aun el esqueleto de tu canario dentro.  En su dormitorio el mismo desorden, libros sucios, un legajo de hojas sueltas, amarillas por el tiempo y una llave antigua en la mesita de noche, me las llevé como un recuerdo.
 Cerré la puerta y esperé hasta que mis hermanas me llamaron era el día indicado y fuimos los tres arrastrando y apilando en la puerta un montón de roperos y armarios y todo lo en desuso, ollas y cacerolas, sillas, tazas, todo lo que encontramos que no servía , por si alguien lo necesitaba o se iba al basural junto a los vestidos antiguos, había que limpiar la casa y ponerla en arriendo o venderla para generar dinero, fue doloroso ver esa escena .
  En lo que fue el living tres montoncitos, eran lo que podía servirnos, lo rescatable, para ser considerado antiguo y de valor en nuestros propios hogares.
 Ya tarde, la casa algo limpia y ventilada lucia vacía, despojada de todo aquello que tía Amada valoró, hay que seguir buscando dijo María la vieja era tacaña y plata debe haber juntado, Jacinta también opinada dejamos los colchones para el final ahí debe haber escondido el dinero dice.
  Ya en cama me costó quedarme dormido, apoyé la cabeza en la almohada y el rostro de Tía Amada estaba frente a mí una y otra vez, miedo, vergüenza sentimientos de culpa, y sin querer mentalmente quise pedirle perdón por lo que estábamos haciendo, si claramente la ambición nos cegó. Esas palabras resuenan en mi pecho, tengo un beso muerto que no te pude dar, tengo las lágrimas contenidas y ahora las derramo “ Mariquita ”, dijeron mis severas hermanas cuando en la funeraria velaban tu cuerpo y lloré.
No pude mirarme en tus ojos perdidos y entrar en tu mundo mágico y lejano, cierto que nos conectábamos leyendo poemas de amor a ese hombre que hizo latir tu corazón, hace ya tantos años, un amor sin olvido, esto no lo contaba a mis hermanas, ellas se reían, eso era de personas tontas.  Y entre vueltas y vueltas y ya sin sueños me levanté a buscar esa extraña llave y los papeles amarillos para buscar ese poema de amor que me hacías leerte y encontré entre ellas billetes estirados que se confundían entre los papeles y una hoja escrita para mí “Joaquín esta es la llave de la cajonera blanca que está en mi dormitorio, en una cajita hay dinero que es para ti,  gracias por tu compañía” Amada.
  Me vestí rápidamente y manejé hasta la vieja casa en la entrada ya no estaba el mueble blanco y sin embargó me pilló la mañana tratando de que la llave entrara en cada mueble que aún permanecía apilado, ahí se fue la esperanza de la herencia que dejaste, cayeron de nuevo lágrimas de rabia, luego de soledad por la rutina de ir a verte una vez a la semana, de escuchar tu voz y deseé escucharte, abrazarte y decirte adiós. Que sigan buscando mis hermanas el dinero que nunca encontrarán, yo te pido perdón por la ambición de los tres y seré sin duda el único que no halle el olvido infinito.


AUTORA: Hilda Olivares Michea
Chañaral (Chile)

TALLER VIRTUAL 3

"Ese bosque" (por Ime Biassoni) TALLER VIRTUAL 1



Es solo la noche del bosque
filtrando retazos del sol
en un milagro natural
que no quiere morir.

Imagen en bruma
en espacios grises
como alma muda
sin tiempo al miedo.

Carretel de espesas hojas
gigante en ramas
brindando anillados silencios
sin vueltas de audaces sonidos.

Se suman en silbido
los pensamientos de otrora
en una ventana
de mágicos idealismos.

El bosque me devuelve
a días existidos
para armonizar mente
aterrizando generosa
en una paz pretendida.

AUTORA: Ime Biassoni
Ceres (Santa Fe- Argentina)