Atardecer en mi pueblo (de la Autora)

     Salimos en bicicleta con Virgi a pesar de que ya son más de las siete y media de la tarde. La luz de la tarde de verano aún nos permite andar sin dificultades porque el sol todavía no se ha ido. Andamos un rato y cuando llegamos cerca del acceso que ingresa de la ruta 19 al pueblo vemos en el horizonte el círculo perfecto del sol. Perfecto, anaranjado, casi posándose sobre la línea que divide el cielo de la tierra. Quiero apurarme para alcanzar una posición donde pueda verlo completamente, sin ninguna edificación o arboleda que se entrometa en mi vista. Llegamos al acceso y nos detenemos, porque no habrá demasiado tiempo para  poder observarlo. Parece que está apurado en irse porque ya casi está por la mitad. Sacamos unas fotos con el celular e

inmortalizamos el momento. En menos de un minuto y medio desaparece por completo. Es como si se hubiera hundido. Hoy ya ha terminado su misión. Y también nuestra última posibilidad de verlo en el día. Los colores naranjas, amarillos y rosas se mezclan. Y destacan sombras de árboles, molinos, postes de luz y algunas nubes, que eligieron no taparlo. Todo se transforma en el perfecto negativo de una fotografía. Subimos nuevamente a nuestras bicis y seguimos el recorrido por el pueblo. Notamos que nuestra vista quedó momentáneamente afectada por la resplandeciente luz natural. No vemos bien, pero ya pasará. Y mañana, seguramente, volveremos a tener la oportunidad de disfrutarlo.