pisando muy despacito,
explorando los rincones,
investigando escondrijos,
juntando los aromas
y guardando los sonidos
que entran por las rendijas,
que suben a un pentagrama,
y forman una balada
que explota en nuestros oídos.
Andamos, palpando todo,
recogiendo en los bolsillos
las formas y los colores,
que se escurren de las manos,
que suben por las paredes
que rebotan y hacen lío,
y que en idioma de infancia
nos pincelan travesuras
de reyes y de princesas,
de héroes y duendecillos
que se meten en los sueños
usurpándonos la almohada,
indiscretos y atrevidos.
Nos topamos con senderos,
que se bifurcan, dañinos,
y van formando figuras
que saltan sobre los muros,
haciendo audaces piruetas
que cruzan puentes y ríos,
y que nos mojan la risa
y nos salpican los ojos
cuando andamos muy deprisa.
Senderos muy caprichosos,
que se alejan sin aviso,
que trepan a las montañas,
esquivando telarañas,
buscando a los personajes
de aquellos cuentos perdidos,
escondidos en cabañas,
en cavernas milenarias,
en el fondo de los mares
o en legendarios castillos.
Y mientras vamos andando
por esos nuevos caminos
nos tropezamos con brujas
cargando grandes maletas
repletas con sus hechizos,
con hadas buenas que cantan,
con un lobo perseguido,
con un zapato extraviado,
un muñeco de madera
o siete enanos dormidos.
Qué lindo es este idioma
que aprendemos de chiquitos!
Nos encontramos de pronto
con despistados fonemas
que andan por allí rondando
apodando todas las cosas
que pasan por la vereda,
que irrumpen improvisados
entrando por las ventanas,
y no entendemos qué es eso
que suena a un recitado
que va de la A a la Zeta.
Qué lío grande y confuso
se nos forma en la cabeza!
Y de repente, el Jardín,
como por arte de magia,
se nos cruza en el camino,
con caritas asustadas,
en un manojo de niños,
para ordenar los senderos,
las formas y los sonidos.
Y comienza la aventura,
y aparece el desafío.
Entre grafismos y letras,
entre cuentos y canciones,
entretejemos un sueño
con lápices y crayones.
Aprendemos convivencia,
jugamos con emociones
moldeamos con plastilina
nuestros propios corazones,
realizamos un collage
con distintos materiales
con un poquito de sol
y con aromas de azahares.
Honramos nuestra bandera
cantándole fuerte y alto
para que escuchen los duendes
que andan, por ahí, jugando,
y sembramos semillitas
de energía y de esperanza
para que broten los sueños
donde los sueños no alcanzan.
Los títeres son amigos
que nos toman de la mano
para llevarnos a un mundo
con ilusiones de plástico.
Con bloques y con objetos
armamos grandes ciudades
donde no existe el rencor
y andan gnomos por las calles,
y recortamos estrellas
de un cielo azul de algodón,
armamos rompecabezas
con pedacitos de amor.
Entre témperas y masa,
con tizas y con fibrones,
dibujamos en el aire
pensamientos de colores,
y al final, nos llevaremos
nuestros bolsillos repletos
de trozos de fantasía
y de rodajas de sueños.
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