El pesebre, el árbol, Papá Noel,
los Reyes Magos y la Estrella de Belén, son raigambres que,
asociadas a la Navidad, tienen origen y encadenamiento histórico que
los han hecho llegar hasta nuestros días nutridas de su constante
protagonismo a través de los siglos.
La Navidad celebra un nacimiento que cambió la
Historia, marcó un antes y un después y le confirió una nueva
dimensión a la concepción del hombre y del mundo. Un acontecimiento
que comenzó a edificar una Iglesia, que se constituyó en objeto de
fe y que legó a la Humanidad toda una renovada religiosidad.
Según los historiadores, las
fiestas navideñas tienen su origen en las saturnales romanas,
llamadas así por honrar a Saturno, un dios etrusco, asemejado con el
griego Cronos, que enseñó a los latinos el cultivo de la
tierra.
Las saturnales se iniciaban con el
solsticio de invierno (21 de diciembre) y se prolongaban durante
unos siete días. Era una etapa de paz, en la cual se intercambiaban
regalos y se realizaban banquetes. Con el transcurrir del tiempo,
estos festejos paganos quedaron ligados a la agricultura con su
particular sucesión de ciclos que comienzan y terminan con las
estaciones del año.
Por falta de documentos exactos no
existe una certeza absoluta acerca de la fecha del nacimiento de
Jesús. Los cristianos orientales, a partir del siglo II comenzaron a
celebrar la Navidad los primeros días de enero, y con preferencia el
6, fiesta de la Epifanía o de la Manifestación del Señor, donde se
englobaban diversos episodios: la Natividad, la Adoración de los
Reyes Magos, el Bautismo, etc.
Recién en el año 345, por
influencia de San Juan Crisóstomo y San Gregorio Nacianceno y como
continuación de la política de la Iglesia de los primeros tiempos de
incorporar, cristianizándolos, los preexistentes ritos paganos en
vez de reprimirlos, se instituyó el 25 de diciembre como Día de
Navidad.
Esta fecha también fue adoptada
por las Iglesias de Oriente (Antioquia y Constantinopla) pero las
llamadas Ortodoxas nunca la adoptaron absolutamente y muchas
volvieron al 6 de enero, sobre todo luego del cisma de 1059 en que
se separaron de Roma.
El pesebre
La tradición de escenificar el
nacimiento del Señor, se remonta al siglo XIII y es atribuida a San
Francisco de Asís, quien en 1213 pensó en representar el establo
donde se había producido, como manera de aprovechar espiritualmente
el misterio de la Natividad.
Posteriormente la costumbre tomó
un gran auge sobre todo en Italia desde donde pasó al resto de
Europa y luego a todo el mundo cristiano.
Las figuras del Pesebre (del latín
praesepe, que signi.ca
establo), han sido confeccionadas en todos los tamaños y materiales
imaginables, desde simples siluetas hasta verdaderas obras de arte
como las del que fuera obsequiado al Papa, cuyas esculturas
confeccionadas a tamaño real en madera tallada policromada por los
artesanos de Oberammergau, Alemania, se exponen todos los años
dentro de la basílica de San Pedro, en el Vaticano.
El árbol de Navidad
Según los investigadores, el árbol
de Navidad, un abeto frondoso y cargado de adornos, tiene sus raíces
en el paganismo centroeuropeo, pues rendían culto a sus dioses en
los bosques o en
determinados sitios donde se alzaba algún árbol
significativo. San Bonifacio, el evangelizador de Alemania, cortaba
con su hacha estos árboles emblemáticos y en su lugar plantaba pinos
como símbolo del amor perenne de Dios, ataviándolos con manzanas y
velas.
El árbol recuerda al del Paraíso
de cuyos frutos comieron Adán y Eva y de donde vino el pecado
original y en su representación rememora que Jesucristo vino a ser
el Mesías prometido para la reconciliación.
La forma triangular, por ser una
conífera, simboliza a la Santísima Trinidad; los adornos, a los
dones que Dios ofrece a los hombres; la estrella, a la de Belén y al
ser una especie perenne, refiere a la vida eterna.
Papá Noel
Es una presencia inspirada en la
veneración de que era objeto San Nicolás, obispo de Mira (Turquía),
que vivió en el siglo IV y cuyo culto se extendió en todo Occidente
a partir del siglo X. Su historia cuenta que defendía a los jóvenes
y niños y daba regalos a los pobres.
De allí quedó la tradición de los
obsequios del generoso beato, que fue llamado Sankt Nikolaus en
Alemania y Sinter Klaas en Holanda, y que a veces aparecía
representado con ropas de obispo y esquís o bien a caballo.
En 1773 comienza el proceso de
“americanización” del santo, cuando apareció en un periódico con el
nombre de St.A Claus, del cual derivó Santa Claus.
Muchos elementos se le fueron
luego incorporando, como ser el hecho de tener su taller de regalos
en el Polo Norte y poseer una lista de niños buenos y malos de todo
el mundo. Más aún, en Rovaniemi, una localidad de Finlandia, se ha
construido su morada y recreado su entorno del trineo, sus renos y
los duendes que le ayudan a fabricar los juguetes. Sitio que se ha
convertido en un atractivo turístico para chicos y
grandes.
La versión actual de Santa
Claus/Papá Noel se debe a una campaña para hacerlo más humano y
creíble lanzada en 1931 por la empresa Coca-Cola.
Los Reyes Magos y la Estrella
Estos personajes que originan
quizás la más mágica atmósfera para la Navidad, encarnan también una
de las epopeyas más peculiares. Cuentan las crónicas que eran reyes
de Persia, a quienes se los llamaba magos porque eran sacerdotes
astrónomos que se dedicaban al estudio del firmamento en la corte de
Babilonia.
Ellos se pusieron en marcha cuando
vieron en el cielo una estrella muy luminosa a la que asociaron con
las antiguas profecías y luego de un largo viaje llegaron a Belén
para adorar y entregar sus místicas ofrendas al Mesías recién
nacido, burlando al infanticida más temido y famoso de la historia:
Herodes.
En los primeros tiempos del
Cristianismo, esos tres Reyes se transformaron en Melchor, que
representaba a Asia, Gaspar que lo hacía a Europa y Baltasar que
personificaba a África y así, a las tres razas que según el Antiguo
Testamento descendían de los hijos de Noé. Además sus distintas
edades aludían los períodos de la vida: la juventud, la madurez y la
vejez.
Los Reyes Magos llevaron al Niño
regalos que también tienen su simbolismo: oro por su origen real;
incienso por su divinidad y mirra por ser al fin un hombre.
Otra narración cita que después de
la Resurrección fueron bautizados, consagrados obispos y muertos
martirizados en el año 70 siendo sus restos depositados en el mismo
sarcófago. Estos fueron llevados a Constantinopla por Santa Elena y
posteriormente a Milán. Finalmente en el siglo XII, Federico I
Barbarroja los trasladó a Colonia donde hoy reposan en un relicario
dorado de estilo bizantino que se venera en la catedral de esa
ciudad alemana.
El otro enigma íntimamente
relacionado con ellos, es el brillante astro que les condujo hasta
el Pesebre. Para muchos autores no era sino un cometa o meteoro
luminoso.
Hay quien sostiene que pudo
tratarse del cometa Halley, en tanto que Kepler, el famoso astrónomo
alemán, en 1606 afirmó que pudo nacer de la conjunción triple de dos
planetas, Saturno y Júpiter, en la constelación de Piscis.
Aún cuando cualquiera de ellos
haya sido su origen, la Estrella de Belén, ha pasado a la historia
como otra de las fuertes señales que anunciaron el nacimiento del
Rey de Reyes pasando a integrar este quinteto de tradiciones y
leyendas que acompañan a los festejos de la Navidad.
FUENTE: Navidad, tradiciones y leyendas
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