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domingo, 14 de diciembre de 2014

Navidad, tradiciones y leyendas

El pesebre, el árbol, Papá Noel, los Reyes Magos y la Estrella de Belén, son raigambres que, asociadas a la Navidad, tienen origen y encadenamiento histórico que los han hecho llegar hasta nuestros días nutridas de su constante protagonismo a través de los siglos.
 
La Navidad celebra un nacimiento que cambió la Historia, marcó un antes y un después y le confirió una nueva dimensión a la concepción del hombre y del mundo. Un acontecimiento que comenzó a edificar una Iglesia, que se constituyó en objeto de fe y que legó a la Humanidad toda una renovada religiosidad.
 
Según los historiadores, las fiestas navideñas tienen su origen en las saturnales romanas, llamadas así por honrar a Saturno, un dios etrusco, asemejado con el griego Cronos, que enseñó a los latinos el cultivo de la tierra.
 
Las saturnales se iniciaban con el solsticio de invierno (21 de diciembre) y se prolongaban durante unos siete días. Era una etapa de paz, en la cual se intercambiaban regalos y se realizaban banquetes. Con el transcurrir del tiempo, estos festejos paganos quedaron ligados a la agricultura con su particular sucesión de ciclos que comienzan y terminan con las estaciones del año.
 
Por falta de documentos exactos no existe una certeza absoluta acerca de la fecha del nacimiento de Jesús. Los cristianos orientales, a partir del siglo II comenzaron a celebrar la Navidad los primeros días de enero, y con preferencia el 6, fiesta de la Epifanía o de la Manifestación del Señor, donde se englobaban diversos episodios: la Natividad, la Adoración de los Reyes Magos, el Bautismo, etc.
 
Recién en el año 345, por influencia de San Juan Crisóstomo y San Gregorio Nacianceno y como continuación de la política de la Iglesia de los primeros tiempos de incorporar, cristianizándolos, los preexistentes ritos paganos en vez de reprimirlos, se instituyó el 25 de diciembre como Día de Navidad.
 
Esta fecha también fue adoptada por las Iglesias de Oriente (Antioquia y Constantinopla) pero las llamadas Ortodoxas nunca la adoptaron absolutamente y muchas volvieron al 6 de enero, sobre todo luego del cisma de 1059 en que se separaron de Roma.
 
 

El pesebre

 
La tradición de escenificar el nacimiento del Señor, se remonta al siglo XIII y es atribuida a San Francisco de Asís, quien en 1213 pensó en representar el establo donde se había producido, como manera de aprovechar espiritualmente el misterio de la Natividad.
 
Posteriormente la costumbre tomó un gran auge sobre todo en Italia desde donde pasó al resto de Europa y luego a todo el mundo cristiano.
 
Las figuras del Pesebre (del latín praesepe, que signi.ca establo), han sido confeccionadas en todos los tamaños y materiales imaginables, desde simples siluetas hasta verdaderas obras de arte como las del que fuera obsequiado al Papa, cuyas esculturas confeccionadas a tamaño real en madera tallada policromada por los artesanos de Oberammergau, Alemania, se exponen todos los años dentro de la basílica de San Pedro, en el Vaticano.
 
 

El árbol de Navidad

 
Según los investigadores, el árbol de Navidad, un abeto frondoso y cargado de adornos, tiene sus raíces en el paganismo centroeuropeo, pues rendían culto a sus dioses en los bosques o en
determinados sitios donde se alzaba algún árbol significativo. San Bonifacio, el evangelizador de Alemania, cortaba con su hacha estos árboles emblemáticos y en su lugar plantaba pinos como símbolo del amor perenne de Dios, ataviándolos con manzanas y velas.
 
El árbol recuerda al del Paraíso de cuyos frutos comieron Adán y Eva y de donde vino el pecado original y en su representación rememora que Jesucristo vino a ser el Mesías prometido para la reconciliación.
 
La forma triangular, por ser una conífera, simboliza a la Santísima Trinidad; los adornos, a los dones que Dios ofrece a los hombres; la estrella, a la de Belén y al ser una especie perenne, refiere a la vida eterna.
 

Papá Noel

 
Es una presencia inspirada en la veneración de que era objeto San Nicolás, obispo de Mira (Turquía), que vivió en el siglo IV y cuyo culto se extendió en todo Occidente a partir del siglo X. Su historia cuenta que defendía a los jóvenes y niños y daba regalos a los pobres.
 
De allí quedó la tradición de los obsequios del generoso beato, que fue llamado Sankt Nikolaus en Alemania y Sinter Klaas en Holanda, y que a veces aparecía representado con ropas de obispo y esquís o bien a caballo.
 
En 1773 comienza el proceso de “americanización” del santo, cuando apareció en un periódico con el nombre de St.A Claus, del cual derivó Santa Claus.
 
Muchos elementos se le fueron luego incorporando, como ser el hecho de tener su taller de regalos en el Polo Norte y poseer una lista de niños buenos y malos de todo el mundo. Más aún, en Rovaniemi, una localidad de Finlandia, se ha construido su morada y recreado su entorno del trineo, sus renos y los duendes que le ayudan a fabricar los juguetes. Sitio que se ha convertido en un atractivo turístico para chicos y grandes.
 
La versión actual de Santa Claus/Papá Noel se debe a una campaña para hacerlo más humano y creíble lanzada en 1931 por la empresa Coca-Cola.
 

Los Reyes Magos y la Estrella

 
Estos personajes que originan quizás la más mágica atmósfera para la Navidad, encarnan también una de las epopeyas más peculiares. Cuentan las crónicas que eran reyes de Persia, a quienes se los llamaba magos porque eran sacerdotes astrónomos que se dedicaban al estudio del firmamento en la corte de Babilonia.
 
Ellos se pusieron en marcha cuando vieron en el cielo una estrella muy luminosa a la que asociaron con las antiguas profecías y luego de un largo viaje llegaron a Belén para adorar y entregar sus místicas ofrendas al Mesías recién nacido, burlando al infanticida más temido y famoso de la historia: Herodes.
 
En los primeros tiempos del Cristianismo, esos tres Reyes se transformaron en Melchor, que representaba a Asia, Gaspar que lo hacía a Europa y Baltasar que personificaba a África y así, a las tres razas que según el Antiguo Testamento descendían de los hijos de Noé. Además sus distintas edades aludían los períodos de la vida: la juventud, la madurez y la vejez.
 
Los Reyes Magos llevaron al Niño regalos que también tienen su simbolismo: oro por su origen real; incienso por su divinidad y mirra por ser al fin un hombre.
 
Otra narración cita que después de la Resurrección fueron bautizados, consagrados obispos y muertos martirizados en el año 70 siendo sus restos depositados en el mismo sarcófago. Estos fueron llevados a Constantinopla por Santa Elena y posteriormente a Milán. Finalmente en el siglo XII, Federico I Barbarroja los trasladó a Colonia donde hoy reposan en un relicario dorado de estilo bizantino que se venera en la catedral de esa ciudad alemana.
 
El otro enigma íntimamente relacionado con ellos, es el brillante astro que les condujo hasta el Pesebre. Para muchos autores no era sino un cometa o meteoro luminoso.
 
Hay quien sostiene que pudo tratarse del cometa Halley, en tanto que Kepler, el famoso astrónomo alemán, en 1606 afirmó que pudo nacer de la conjunción triple de dos planetas, Saturno y Júpiter, en la constelación de Piscis.
 
Aún cuando cualquiera de ellos haya sido su origen, la Estrella de Belén, ha pasado a la historia como otra de las fuertes señales que anunciaron el nacimiento del Rey de Reyes pasando a integrar este quinteto de tradiciones y leyendas que acompañan a los festejos de la Navidad.

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