Te vi pasar esta tarde…
Quizás venías de lejos
porque pude vislumbrar
tu cansino aleteo.
Te vi pasar y qué angustia
sentí muy dentro del pecho
al saberme responsable,
en parte, de tu desvelo.
Observé que tu plumaje,
que luce un blanco perpetuo
en la pintura de Pablo,
se ha tornado ceniciento.
Tal vez se deba a la pira,
que de tu nido ha hecho,
esta torpe humanidad
que a diario enciende los
leños
de la guerra y la ambición
en busca de su provecho.
Te vi y elevé mis manos,
con los brazos bien abiertos
como una reverencia,
en claro agradecimiento
por la gesta incansable
que emprendiste hace tiempo.
Ve, paloma cenicienta,
a surcar el firmamento
y a velar por nuestra
estrella
si nosotros no lo hacemos.
Ve, que un día lloverán
bendiciones desde el cielo
que lavarán tu atavío
para que sea, de nuevo,
tan puro como era el orbe
antes que abriéramos fuego.
Ve, paloma, no claudiques.
Aún nos queda tu vuelo.
Mención en Poesía
XXIV
Concurso Literario Provincial “Mario Vecchioli
Sunchales
(Sta. Fe), Noviembre de 2014
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