Salgo, como todas las mañanas, a hacer las compras. Me encanta andar
por mi pueblo, de negocio en negocio, donde la gente se encuentra, comentando
sus quehaceres, el clima y alguna otra novedad. La mañana es esplendorosa. El
sol entibia e ilumina de tal manera que provoca una energía indescriptible. Me
anima y me alegra. Mientras voy marchando en el auto escucho en la radio las
noticias de todos los días. Los titulares indican que un campo, incluyendo la
casa, ha sido desvalijado. Sé, que no sólo se han llevado implementos
agrícolas, sino también pertenencias del puestero. Necesarias, imprescindibles,
sobre todo para el invierno. Ropa, mantas, abrigo. Un ropero completo. Lo
cargaron como estaba y se lo llevaron. También escucho en la radio que han
ocurrido algunos hechos de vandalismo en el pueblo. Se han robado las banderas
que fueron colocadas para el 25 de Mayo. No puedo creer lo que escucho. ¿Cuál
es el enojo de destruir una bandera que es la de tu país? ¿Contra quién lo
hacés? La mañana ya no me parece tan espléndida y el sol ya no entibia como me
parecía. Y pienso. En la gente que trabaja honestamente y paga los impuestos, en los que cada día, a pesar de
las dificultades no bajan los brazos, haciendo mucho sacrificio, dando un
ejemplo a su familia. Sin tener que robar; sin tener que romper. Para otros es
más fácil “quedarse con lo ajeno”, vivir de los demás. Claro, es más fácil.
Y uno tendrá que ver, cómo se las arregla para seguir soportando toda
esa impunidad que no se entiende. Esa que te provoca impotencia y una bronca
que no se sabe cómo te brota. Pero te brota, porque saca lo peor de vos. Pero
bueno, la mañana está hermosa, el sol brilla como nunca. Y habrá que disfrutarlo.
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