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LIBROS PUBLICADOS POR LA AUTORA
(poesía y narrativa)
"DE LOS HIJOS" (2014)- Ediciones Mis Escritos (Bs. As.)

Rincones y Acuarelas I (Poesía) -2019- La Imprenta digital (Bs. As)

Rincones y Acuarelas II (Narrativa)- 2019- La Imprenta digital (Bs. As.)

Los encontrarás:
En Rafaela (Santa Fe): en Librerías "EL SABER", "PAIDEIA" y "FABER".
En San Francisco (Córdoba): en Librería "COLLINO"
y en otras librerías del país.

miércoles, 7 de agosto de 2019

Crítica a "Sentate que te cuento" y "Fotografías del alma"- Por C.Pablo Lorenzo

     C.Pablo Lorenzo (escritor de Río Gallegos- Santa Cruz) publicó dichas críticas en "El diablo en la biblioteca", donde hace una recopilación de "textos generados por otros textos",- como él mismo lo dice en el prólogo. "Aclaro que no me considero un crítico pero sí un lector onmívoro que anotaba en una libreta, o mentalmente, las impresiones de las obras que iba leyendo, las que deseaba compartir mi visión, y darles una devolución a los autores."
     Yo le había enviado mis libros, luego de haber participado con alguna de mis obras en "Papirando", revista digital que él dirigía. Con sorpresa me encontré con devoluciones minuciosas, que él escribió luego de leerlos. Y que ahora comparto. 


NARRADORA DE LO COTIDIANO
© C. Pablo Lorenzo

Crítica a “SENTATE QUE TE CUENTO” de Beatriz Chiabrera de Marchisone
Ejercitar la lectura es una tarea que requiere tiempo, momentos robados a otras actividades, es al principio una imposición voluntaria, luego se transforma en placer, la retribución es grande. Probablemente lo que leemos hoy recién en unos años podamos encuadrarlo o cruzarlo con otras lecturas o situaciones vivénciales, dar con puntos de luz y algunos tibios eurekas, aunque siempre es más fácil quedarse en el tiempo hueco de la televisión o la charla insustancial.
Con el libro de Beatriz, me atrevo a ser confianzudo por que ya lleva varias colaboraciones para Papirando, me encontré con una charla profunda, ahondé en el valor de la sencillez que puede ocultar profundas reflexiones, me senté y escuché lo que tenía que decir.
En unos de sus primero textos “Casi como un hijo” se observa el oficio de narradora, se vislumbra la cocina literaria, la rara unión del pensamiento y el sentimiento del escritor.
Hay ciertos lugares que parecen comunes pero se transforman, por ejemplo empieza con un vidrio empañado donde se escribe un nombre y termina con “…y en ese papel descuidado, // el triste recuerdo de una mancha.” La imagen de lo borroso y el adjetivo anterior tienen un peso que excede a las palabras aisladas al poner toda la figura en su sentido semántico más profundo.
Los pequeños detalles cotidianos de la observación directa son entonces elementos sencillos trastocados,
agrandados por una gran sensibilidad.
Como ya he dicho los seguidores de la revista ya han podido leer algunos poemas y relatos de Beatriz, este
número no es la excepción, dos textos de la autora que forman parte de este libro - enviado en formato pdf- el cual, al leerlo, fue como un bálsamo de sencillez y sentimiento por el despliegue de buenas intenciones de la autora. Del mundo materno, que lo torna nada aburrido, hay un abanico de sentimientos bien descriptos, poéticamente figurados, con imágenes validas por una pureza de mirada sin falsas premisas.
Si, puede caer en el lugar común, pero esos lugares tienen un carácter didáctico, enseñan desde el ejemplo de la situación como obrar sin extorsionar, con una buena leche de madre que no castra sino que potencia.
Con los pies bien puesto sobre la tierra parte su mirada nostálgica hacía el pasado para reinterpretar un presente no ajeno de pasiones futboleras, denota preocupación y orgullo de pertenecer, de ser memoria y parte de activa de su pueblo describiendo y participando en homenajes a lugares públicos que son cobijo para la imagen grupal de personas reunidas con un mismo fin y con una línea temporal que los hermana.
No hay figuras extrañas y no usa el simbolismo sino que apela al sentimiento que provoca la memoria nostálgica pura, a la contemplación signada por ojos optimistas. Los elementos son los comunes, los cotidianos, un mundo distinguible sin retórica ni términos rebuscados.
Como lector parcial me gustó más su narrativa, tendiente más a historias verídicas que a lo ficcional, pues parece ser un testimonio de su época, pretende, como casi todos los escritores, dejar una huella, una marca de su paso por este mundo y de alguna manera con “Sentate que te cuento” lo ha logrado desde esa supuesta charla informal pero cuidadosa en sus formas, un libro para lanzar al mundo para
que las miradas vuelvan a un lugar de origen muy especifico.


UN POCO DE TODO
Lectura de “Fotografías del alma” de Beatriz Chiabrera de Marchisone
Por C. Pablo Lorenzo

Lo que más me llamó la atención del libro fue el sesudo prólogo que permite hacer una interpretación de ese nexo delicado entre el escritor, el texto, el lector y la interpretación que se puede asumir desde la empatía o la entropía. Un buen ensayo de quien está inmersa en la actualidad de la información que proviene de varios causes, entre ellos internet. Sucede que además de ser una escritora primeramente local, logra en “Fotografías del alma”, universalizarse y volverse internacional con la propuesta y las temáticas, también es una mujer de su época, no ajena a los avances y pensamientos que se modifican con la catarata de datos que poseemos hoy. Debemos tener cuidado con esto de saturarnos con información, pero como ya he dicho antes, nuestra colaboradora tiene los pies bien puestos en la tierra, y se permite hacer uso de los medios a su alcance para difundir su obra sin ánimo de lucrar con ello. Ya es difícil ponerse a escribir como para también tener que dedicarse al merchandaising de su propia obra, algo que nos vemos obligado a hacer porque sin la distribución y la publicidad editorial nos encontramos solos en el desierto con nuestro librito bajo el brazo. Existen pues las ediciones de autor, las cadenas informales de difusión internacional como Papirando y el pequeño eco que podemos conseguir a nivel local. En todo el país, en otros países, es lo mismo, hay millones de escritores que se las apañan como pueden. Lo bueno es que no hay necesidad de manejarse bajo unos parámetros de adoctrinamiento y similitud que poseen las ediciones de editorial.
Le dí el libro a Roberto Silvi, un poeta local para que dejara su impresión ya que la visión de un poeta siempre es muy valiosa a la hora de analizar versos, y sus impresiones seguirán a continuación de estos pareceres.
Por mi parte creo que la obra es un poco de todo, un viaje mental hacia diferentes temas donde uno puede descansar la vista en donde más le interesa, es un poco de todo, piezas o fotografías que son parte de la vida y que se congelan en flashes o escritos para poder reflexionar, un libro que se lee en esos viajes largos de colectivo y que a veces te deja mirando la ventana por los ecos que produce en nuestro propio lago mental. La piedra la lanzó Beatriz, las ondas son nuestras.



Lectura de “Fotografías del alma” de Beatriz Chiabrera de Marchisone
Por Roberto Silvi
Primero antes de realizar los comentarios de las poesías, me presento: Me llamo Roberto Silvi, vivo en Río Gallegos, Santa Cruz desde el año 1974, tengo actualmente 42 años y este año me anoté en un taller de literatura a cargo del escritor Pablo Lorenzo donde comenzamos con un taller de novela.
Bueno, ahora sí quiero comentar “Fotografías del alma”, (poesía y narrativa) donde primeramente me pareció una gran combinación de tapa y contratapa con las poesías del interior. También es importante mencionar la investigación que hace la autora en el estudio de la fotografía donde compara el destello de luz por un destello de palabras.
En cuanto a la forma de verso libre se detiene en cada detalle de lo diario y lo cotidiano y lo actual del mundo en el que vivimos en “Olas”, pasando por “Vidrieras” con una forma de simbolismo poético agradable. En “Vagones y Campos” veo una forma directa y sencilla de llegar a percibir la angustiosa vida del gueto judío con las marcas insignias que aun perduran hasta en su propia bandera.

domingo, 28 de julio de 2019

Tardecita en la Biblioteca (de la autora)

     Y por allí anduvimos. Por los pagos de Merceditas Strickler Kahlow, la “aromada florecita” de la que se enamoró el entrerriano Ramón Sixto Ríos, en la década del 40, a quien “conoció en el campo allá muy lejos una tarde, donde crecen los trigales…”; y que lo llevó a escribir la popular canción que fue traducida a nueve idiomas y  versionada por más de 90 intérpretes de distintas partes del mundo. Por ahí anduvimos, en una biblioteca casi centenaria de nombre raro- Beck Herzog-, buscando un premio del IX Concurso Literario cuyo tema era “En este cuento nadie murió”. Complicado y original. Porque siempre es más fácil terminar un cuento con una muerte.
     Llegamos un poquito tarde, anunciando nuestra entrada con el chirrido de la puerta principal. Se hizo silencio en el acto ya comenzado y nos ubicaron en las sillas vacías de la primera fila, mientras nosotros pedíamos disculpas por haber interrumpido. La entrega de premios se fue desarrollando en un marco distendido, con presentación de libro, lectura de cuentos y un pequeño interludio musical a cargo de intérpretes locales, con canciones de Jazz, Funk y Tango.  
     Por allí anduvimos, y luego de dejar mis libros, nos retiramos, y cuando estábamos saliendo, el intendente local nos saludó, y nos contó un poco sobre el origen de los apellidos, en su mayoría suizo-alemanes, nos recordó que también la bella cantante de tango Rosanna Falasca era oriunda de Humboldt, nos informó sobre un próximo hermanamiento de la localidad con un pueblo suizo- alemán (del que ahora no recuerdo el nombre), y nos invitó a la Fiesta del “Gran Gulasch” que se llevaría a cabo próximamente.
    Y nos fuimos, habiendo pasado una velada amena, dejando atrás “la queja errante” que “en la campiña va flotando, el eco vago de la leyenda que aún palpita” recordando un amor no correspondido.


jueves, 18 de julio de 2019

Fallo del IX Concurso Literario Nacional Biblioteca Popular Beck-Herzog. (Humboldt- Santa Fe)


"La luna en casa" - (Horacio Rega Molina)



La Luna, la luna tiene
miedo de caer al río,
parece, en el caserío,
que alguien, de atrás la sostiene.


Nadie sabe lo que pasa,
nadie sabe cosa alguna,
¿Si se va caer la Luna,
por qué no cae en mi casa?


Si cae sobre el tejado
y en hallarla soy primero,
la pondré en el cristalero
con un vaso a cada lado.


Los dos estamos acordes
en arreglarla distinta:
tú le pondrás una cinta,
yo le pintaré los bordes.


Y tendremos que cuidarla
-frágil es como una pompa-,
para que no se rompa,
por si vienen a buscarla.

martes, 9 de julio de 2019

"Aquella casa"- 9 de Julio- Día de la Independencia argentina



Aún se respira en los rincones
el aire utópico del pueblo,
aún se oyen las voces obstinadas
que rebotan en los muros
que albergaron al Congreso.
Y fue en el mes de Marzo
que llegaron a la casa de Francisca,
irrumpiendo desde todos los senderos.
Nada los detuvo, nada,
nada podría mutilar sus sueños,
ni el temor de los necios y cobardes,
ni el helor en medio del invierno.
Ellos colmaron el suelo tucumano,
empuñando ideas de pioneros,
ellos invadieron los patios y las salas,
con la sangre urgente,
con la piel sensible de patriotas nuevos,
ellos cobijaban en sus puños
la esperanza blanca
de la libertad de un pensamiento nuevo,
ellos abrigaban el clamor entre los labios,
para soltar cadenas,
para romper las ataduras de otro imperio.
Y fue un martes de Julio
que acabaron los murmullos,
que surgieron las palabras
que atestaron los silencios.
Porque era voluntad de las Provincias,
que unidas reclamaban sus derechos.
Ya la casa se colmó de independencia,
ya las calles desbordaron
con aromas de festejo,
ya las voces inundaron los balcones
con olor a triunfo,
con sabor a juramento.
Dos siglos atrás, aquella casa
cobijó un nacimiento.
Y aún se respira en sus rincones
el aire utópico del pueblo.

martes, 2 de julio de 2019

TALLER DE POESÍA (Escuela Núñez- San Francisco- Córdoba)

Tuve el placer de poder llevar a cabo un Taller de Poesía con niños de 6º grado de la Escuela Núñez de San Francisco. Se realizaron actividades dónde los alumnos escucharon, leyeron, interpretaron, susurraron, armaron poesías, cambiaron finales y dibujaron.




domingo, 30 de junio de 2019

"La siesta" (por Jerónimo Castillo)

Avanza por entre el monte
el bochorno de la tarde
y la chicharra le canta
con translúcido ropaje.

Pasó de largo la siesta
donde lograron juntarse
travesuras de los niños
en ausencia de sus padres.

Junto al aljibe las huellas
descalzas dan el detalle
de las veces que buscaron
beber frescura y mojarse.

La honda colgada al cuello
que hace temblar los cristales
y escapó de la requisa,
no le ha de faltar a nadie.

Aunque el rezongo materno
marcó espacios especiales
donde descansar la siesta,
siempre fue lindo asolearse.

La caza de lagartijas
muy cerca de los tunales,
con la iguana corredora
fueron de esta fiesta parte.

Estos niños que repiten
las mismas barbaridades
con que nosotros hicimos
más llevadera la tarde,

encuentran en la aventura
gnomos, duendes y otros grandes
habitantes de la siesta
que la memoria me trae.

Por eso recuerdo ahora
raspones que aún me arden,
las picaduras de abejas
cuando bajaba panales,

torceduras, moretones,
ampollas, hilos de sangre,
de escapadas sin permiso
o en ausencia de mis padres.

Del libro "Vecindad Cerril"- 2ª Edición- San Luis- Marzo 2019 


JERÓNIMO CASTILLO:  Escritor argentino (Luján de Cuyo, Provincia de Mendoza, 1943). Ha obtenido el primer Provincial de Poesía 1975 y Premio Departamental por Guaymallén-Mendoza (Grupo Icthios); el primer Premio “Día de la Tradición” (poesía, 1976) del Círculo de Mujeres Intelectuales de Mendoza y Círculo de los Poetas (filial Mendoza), y el primer Premio Nacional de Literatura organizado por la Dirección de Asistencia a la Ancianidad e Invalidez (Mendoza, 1993). Ha publicado los libros de sonetos Pórtico (1975) y Testimonio americano (1989), los poemarios Minotauro (1994), Corazón de puma (1997), Vecindad cerril (2001), Horcón (2001), Antología del vino (2004) y Antología del amor (2004), y los ensayos Río Quinto: problemática y soluciones (en coautoría con Carlos J. A. Sergnese; 2000) y En busca de la integración americana (1995), entre otros títulos. Asimismo, ha sido incluido en varias antologías.

sábado, 15 de junio de 2019

"Dependencia" - Con un poco de humor (De la autora)

Siempre me he resistido a las dependencias. Ni bien me levanto, descubro que habrá corte de luz programado (información que me perdí), y por lo tanto deberé cambiar algunos hábitos de la mañana. Por lo pronto, no puedo poner el lavarropas. Total, con la humedad que hay, puede esperar. Me propongo preparar el desayuno. Descarto la pava eléctrica, no es tan grave. Busco las luces de emergencia para “salir del paso” pero no funciona ninguna. Recurro a una linterna y enciendo un par de velas, que reparto entre la cocina y el comedor, porque con la luz natural de las ventanas no alcanza, porque está nublado. Resultó ser un desayuno romántico. Siguiendo con la rutina, hay algunas actividades que también deberé postergar, ya
que tengo que hacer algunas cosas con la computadora. Decido hacer una torta; busco la receta y preparo los ingredientes. Cuando pongo la manteca y el azúcar en el bowl, me doy cuenta que no puedo usar la batidora. Menos mal que voy a tenis y tengo un poco de fuerza en los brazos. El horno es a gas, así que hornearla no es un impedimento. Mientras espero, me siento a escribir esto. Tomo dos hojas de papel y una lapicera – ya que no puedo hacerlo en la computadora- y me pongo los lentes. Luego de un rato, me doy cuenta que debo cambiar de posición para no hacerme sombra con la mano que interfiere con la luz de la ventana. Ya son más de las 11 y la mañana está perdida. O no. Quizás haya disfrutado el desayuno romántico, la preparación de la torta sin electrodomésticos que agilicen la tarea, y la escritura a mano del texto. Y sí, la dependencia muchas veces nos lleva a hacer lo mismo todos los días. Quizás esté bueno cambiar de vez en cuando.

martes, 28 de mayo de 2019

"El salón"- (De la autora)



     Mientras caminamos alrededor de la pista, haciendo las últimas vueltas de la clase de gimnasia, tratando de recuperar la respiración normal, mi mente retrocede de pronto, en el tiempo. Tengo ese hábito, el de hacer varias cosas a la vez; en algunas ocasiones esto me ha traído algunos problemas. Pero camino y pienso, no sé cuántas veces he pisado estas baldosas en damero amarillas y rojas, y cuántas historias guardan estas cuatro paredes.

     En realidad no importa cuántas veces sino en qué ocasiones lo he hecho. Y voy más atrás, mucho más atrás, hasta donde me permite la memoria. Mientras voy recorriendo los distintos rincones del salón, encuentro situaciones, percibo momentos, y escucho voces y melodías que me atrapan y me estremecen.
     Paso frente al escenario que ya no tiene el pesado telón de paño rojo, y descubro a una niña de unos nueve o diez años, de cabello largo y flequillo, que está entregando flores a las quinceañeras que van apareciendo mientras escuchan sus nombres, en el tradicional Baile de 15 años, y que bajan a bailar su primer vals. Esos acontecimientos sociales, que engalanaban al Club Florida y al pueblo, atraían a todas las adolescentes de la zona a presentarse en sociedad, y por supuesto, a todos los galanes disponibles que permanecían atentos debajo del escenario.
    Continúo caminando en sentido contrario a las agujas del reloj y llego a la ventana angosta y alargada que está ubicada en la parte noreste, donde era la cocina, y que habilitaba la salida de la comida para los almuerzos o cenas que se realizaban en distintas celebraciones como Fiestas Patronales, casamientos o cumpleaños. Y escucho las voces de las mujeres cocinando, riendo, disfrutando. Damas de esa época que dedicaban tiempo y esfuerzo para ello. Los aromas a platos recién horneados me deleitan, y veo salir a los mozos con sus impecables chaquetillas blancas y sus bandejas cargadas. Los esquivo y sigo caminando.
       Un poco más adelante, paso exactamente donde yo estaba sentada la noche en que mi marido me sacó a bailar por primera vez, en un baile, por allá por mayo de 1981. Todavía recuerdo mi corazón latiendo y mis piernas temblando; mis ojos lo buscaban entre los muchachos que se alineaban delante de las mesas donde nos sentábamos nosotras, esperando la “cabeceada”. Y allí está Pepe; acepto la invitación. Recorro con la vista el trayecto que hice desde mi silla para llegar hasta él, donde luego bailamos al ritmo de la orquesta, exactamente adonde estoy pisando ahora. El mundo se había detenido a nuestro alrededor, y allí comenzaba nuestra historia.
      Sigo caminando. Llego a la entrada de los camarines ubicados a ambos costados del escenario, que hasta hace poco estaban llenos de agua por las repetidas inundaciones ocurridas- increíblemente el agua los anegó, algo que no había sucedido nunca- y puedo ver los trajes y disfraces colgados en perchas, las madres maquillando y peinando a sus hijos en las veladas escolares, y los actores listos para salir a escena en las tareas de la “Campana de Cristal”. El bullicio pasando letra o recordando coreografías se escurre por todos los rincones; las voces de las maestras o directores apresurando el tiempo para salir a escena o aprontando los últimos retoques de alguna obra se filtran por las rendijas e invaden el salón. Y aunque ninguna de mis compañeras de gimnasia los escucha, yo los tengo en mis oídos, claros y presentes. Me lleno de recuerdos. Y eso hace que me distraiga de la actividad que estoy realizando, trasladándome, transportándome mágicamente. La mente tiene ese poder que no podemos desperdiciar.
     Allí, sobre el escenario, también me encuentro con mis compañeros recibiendo el diploma de quinto año, de manos de nuestros profesores, en una fiesta cargada de emociones. Tengo que leer el discurso final de despedida representando al grupo. Con esas últimas palabras marcamos el fin de una etapa y el comienzo de otra. Allí nos separaremos y cada uno seguirá su rumbo. Algunos volveremos a encontrarnos más adelante en la vida. Abajo están la familia, los novios, los amigos; gente de mi pueblo que está para compartir el evento.
     Sigo el trayecto y escucho las ruedas de los patines de mis hijas pasando a mi lado; me rozan con sus brillosos trajes de lentejuelas y lameta, y una vez más la música para acompañar la coreografía del Festival de fin de año, me seduce, los aplausos llenan la sala. Más adelante, escucho el vals de mi casamiento y veo a los invitados, algunos de los cuales ya no están, levantándose de las mesas para no perdérselo; el fotógrafo estará inmortalizando la situación también, en los distintos rincones del salón. Esa noche, he danzado por esas baldosas junto a mi marido, pasando exactamente sobre las huellas cuando bailamos por primera vez, antes de ser novios. Percibo una sensación muy extraña, casi mágica, que me llena el alma. También el vals de los quince años de mis tres hijas me rememora las imágenes de las respectivas fiestas en este mismo lugar; en un rincón encuentro las serpentinas y algún gorro dejado al descuido.  
     Completo la segunda vuelta y regreso al escenario, y allí está mi hijo, con la camiseta a rayas roja y blanca recibiendo su primer trofeo de la escuelita de fútbol, con una emoción que sé que lo embarga y que no va a olvidar.  Más adelante, también estaremos allí, festejando campeonatos y levantando copas, y sonará el himno de Florida, llenándonos los ojos de lágrimas.
     Himnos, valses, voces y aromas. Historias que comienzan y que terminan. Festejos y celebraciones sociales y familiares. Y esas baldosas rojas y amarillas, con tantas huellas…
      Ya hemos terminado la clase de gimnasia, donde mi hija, es la Profesora, y cuando llego a la puerta para irme, percibo una campana que suena. Entonces me detengo una vez más mientras mis compañeras se dirigen a la salida,  y me sorprendo al escuchar las voces del Jefe y de Lili,  anunciando: *“Tarea cumplida”.

Nota:   Frase con la que se finalizaba cada tarea en la “Campana de Cristal”.

En el día de los Jardines de Infantes. "En idioma de niño" (De la autora)

De niños vamos por la vida
pisando muy despacito,
explorando los rincones,
investigando escondrijos,
juntando los aromas
y guardando los sonidos
que entran por las rendijas,
que suben a un pentagrama,
y forman una balada
que explota en nuestros oídos.
Andamos, palpando todo,
recogiendo en los bolsillos
las formas y los colores,
que se escurren de las manos,
que suben por las paredes
que rebotan y hacen lío,
y que en idioma de infancia
nos pincelan travesuras
de reyes y de princesas,
de héroes y duendecillos
que se meten en los sueños
usurpándonos la almohada,
indiscretos y atrevidos.
Nos topamos con senderos,
que se bifurcan, dañinos,
y van formando figuras
que saltan sobre los muros,
haciendo audaces piruetas
que cruzan puentes y ríos,
y que nos mojan la risa
y nos salpican los ojos
cuando andamos muy deprisa.
Senderos muy caprichosos,
que se alejan sin aviso,
que trepan a las montañas,
esquivando telarañas,
buscando a los personajes
de aquellos cuentos perdidos,
escondidos en cabañas,
en cavernas milenarias,
en el fondo de los mares
o en legendarios castillos.
Y mientras vamos andando
por esos nuevos caminos
nos tropezamos con brujas
cargando grandes maletas
repletas con sus hechizos,
con hadas buenas que cantan,
con un lobo perseguido,
con un zapato extraviado,
un muñeco de madera
o siete enanos dormidos.
Qué lindo es este idioma
que aprendemos de chiquitos!
Nos encontramos de pronto
con despistados fonemas
que andan por allí rondando
apodando todas las cosas
que pasan por la vereda,
que irrumpen improvisados
entrando por las ventanas,
y no entendemos qué es eso
que suena a un recitado
que va de la  A a la  Zeta.
Qué lío grande y confuso
se nos forma en la cabeza!

Y de repente, el Jardín,
como por arte de magia,
se nos cruza en el camino,
con caritas asustadas,
en un manojo de niños,
para ordenar los senderos,
las formas y los sonidos.
Y comienza la aventura,
y aparece el desafío.

Entre grafismos y letras,
entre cuentos y canciones,
entretejemos un sueño
con lápices y crayones.
Aprendemos convivencia,
jugamos con emociones
moldeamos con plastilina
nuestros propios corazones,
realizamos un collage
con distintos materiales
con un poquito de sol
y con aromas de azahares.
Honramos nuestra bandera
cantándole fuerte y alto
para que escuchen los duendes
que andan, por ahí, jugando,
y sembramos semillitas
de energía y de esperanza
para que broten los sueños
donde los sueños no alcanzan.
Los títeres son amigos
que nos toman de la mano
para llevarnos a un mundo
con ilusiones de plástico.
Con bloques y con objetos
armamos grandes ciudades
donde no existe el rencor
y andan gnomos por las calles,
y recortamos estrellas
de un cielo azul de algodón,
armamos rompecabezas
con pedacitos de amor.
Entre témperas y masa,
con tizas y con fibrones,
dibujamos en el aire
pensamientos de colores,
y al final, nos llevaremos
nuestros bolsillos repletos
de trozos de fantasía
y de rodajas de sueños.



viernes, 17 de mayo de 2019

"Ayer anduve mi infancia" (De la autora)- Elige el final que más te guste



Te propongo que votes con cuál final te quedarías ... te doy dos opciones.

Por las rendijas del tiempo,
ayer anduve mi infancia.
Autora: Josephine Maldonado
Sin péndulos ni relojes,
me sumergí en la nostalgia,
los aromas y las voces
y las canciones guardadas
fueron colmando el silencio,
fueron trayendo la magia.
Y me fugué en bicicleta
por los veranos de nácar,
escapando por las siestas
de travesuras lejanas,
y me empapé con los juegos
de canicas y payanas,
de rondas multicolores
que siguen rondando el alma,
y de cometas volando
como si tuvieran alas.
Me escabullí, clandestina,
por las tardes perfumadas
de lilas jacarandaes
y de columpios de lana,
y recorrí los senderos
espiando en las ventanas,
como buscando los ecos
de risas y de campanas.
Y me encontré, sin aviso,
con un ratón con su carga
que acomodaba los dientes,
y las monedas de plata,
y un Santa Claus indiscreto,
con su bolsa colorada,
que rondaba por los sueños
y cornisas de la casa.
Y me sorprendió la noche
en el medio de mi infancia,
donde mi niñez, dormida,
sin prisa, se columpiaba,
con su reflejo, la luna,
iluminaba mi hamaca,
y las estrellas colmaron
los rincones de la plaza.
Retomé mi bicicleta,
recogí la luna blanca,
y la guardé en el bolsillo,
con canicas y payanas,
con travesuras de siestas
y con columpios de lana.

   FINAL   1                                         FINAL  2
Y desperté sin la luna,                Y desperté con la luna
junto a mi almohada mojada,      en un rincón de mi almohada,
y mis bolsillos…vacíos,              y mis bolsillos cargados
sin canicas ni payanas.                 de canicas y payanas.

sábado, 27 de abril de 2019

"Carta para Sergio" (De la autora)

A Sergio Denis
 
“La vida vale la pena” Sergio, vos lo cantaste. Te iniciaste en la canción desde muy pequeño. Ya a los 16 años integrabas la banda “Los Jokers” y recorrías los alrededores de Coronel Suárez con tu voz. “Los Bambis” fue tu otro grupo musical antes de lanzarte como solista. Como todos los grandes cantantes, pasaste por los “Sábados Circulares” de Pipo Mancera, en Canal 13. Desembarcaste en el cine en una que otra película, y en 1974 fuiste el primer cantante melódico argentino en actuar en el Teatro Ópera, con una orquesta de 36 músicos. Recibiste premios, grabaste temas con tus pares y también incursionaste en otros géneros como el folklore, y te animaste a interpretar canciones en español que antes habían sido grabadas en inglés, como “Pipes of Peace” (Pipas de la paz) de Paul Mc.Cartney o “Nothing’s gonna change my love for you” (Nada va a cambiar mi amor por ti) de Glenn Medeiros. Participaste en un disco navideño con una versión propia de “La Misa Criolla” de Ariel Ramírez. Pero el pop melódico y la balada romántica eran lo tuyo. Son lo tuyo. Recientemente, en 2017, recibiste el premio Gardel al Mejor Álbum Artista Romántico Melódico, y en 2018, el premio Gardel a la Trayectoria, de la mano del Presidente de CAPIF, por tu destacada carrera discográfica en 49 años.
El 11 de marzo estabas dando un recital en el Teatro “Mercedes Sosa” de San Miguel de Tucumán, cuando caíste del escenario, frente a tu público que no podía creer lo que estaba ocurriendo. La ironía del destino hizo que te dispusieras a cantar “Te llamo para despedirme” justo en ese instante. Quizás estabas demasiado concentrado, tal vez te encandilaron las luces. Te repito, tu público no lo podía creer. Fuiste parte de mi adolescencia Sergio. Tuve la suerte de verte en el escenario, y en una ocasión  te crucé en la calle, cuando estabas entrando al Cine-Teatro Belgrano de Rafaela. Mucho me has acompañado; tantas noches te he escuchado. No creo que sea el momento para partir. Quizás tu voz deba seguir sonando en las radios, en los autos, en los festivales, en los teatros. Para que podamos identificarnos cuando cantás “Gigante, chiquito”, o alguna melodía como “Por ti” nos retrotraiga a los danzantes de los 80. La vida vale la pena Sergio. Pensalo. 

Sergio Denis - Wikipedia, la enciclopedia libre



martes, 16 de abril de 2019

"Notre Dame" (De la autora)

Todo el dolor, todo,
y toda la impotencia,
y toda la historia convertida en llamas,
en humo oscuro y ominoso,
en fuego irreprimible,
que reprime el sonar de las campanas,
y el tejado y la bóveda y la aguja
y la armadura de vigas milenarias
se desplomaron sin tregua alguna,
sucumbiendo al poder de la fogata.
Se oscureció el cielo
y brotó la angustia,
zozobra universal en el corazón de Francia,
y la hoguera arrasó con la memoria,
con ritos medievales,
y tradiciones y leyendas y fantasmas.
Dicen que por allí anda un Jorobado
deambulando enlutado
entre los vestigios de la gran fachada,
buscando un refugio, un campanario,
en el tétrico escenario
donde perdió el amor de una gitana.
Así, como si fuera un bombardeo,
como si de repente el mundo se acabara,
la destrucción se apoderó del aire,
del tiempo y del espacio
y de todas las miradas,
del ave que rondaba el cielo negro y tenebroso,
del Sena, sus paseantes y sus aguas
que no bastaron para impedir las cenizas,
para calmar tanta tristeza,
en medio de la ciudad entre las brasas.


martes, 2 de abril de 2019

Día del Veterano y de los caídos en la Guerra de Malvinas- "Reina Madre"- (Raúl Porchetto)



Sonriendo despidió a su madre
iba al sur del Atlántico
El reino lo ordenaba
es que unos salvajes osaron molestar
el orden imperial y pagarán

Tanques ,aviones, barcos y municiones.
Madre, estate tranquila
el mundo así camina.
Son del sur de la tierra,
¿qué nos podrán hacer?
somos distintos, somos mejores.

Pero madre, ¿qué está pasando acá?
son igual a mi y
aman este lugar tan lejos de casa
que ni el nombre me acuerdo.
¿Por qué estoy luchando?
¿Por qué estoy matando?

Hoy la Reina pasea en los jardines
el sol besa sus rosas, la vida le sonríe
el Parlamento cuida que todo siga igual,
que nada perturbe su calma.

Luego tendrá una premier de cine
de un director famoso
que cuenta los flagelos
de la guerra y los hombres
y se emocionará (la reina) y aplaudirá su buen final

Pero madre, ¿qué está pasando allá
eran igual a mi
y aman ese lugar tan lejos de casa
que ni el nombre me acuerdo
¿Por qué estuve luchando? (mi Dios)
¿Por qué estuve matando?
Nunca más, nunca más, nunca más…







Reina madre es una canción escrita e interpretada por el músico de rock argentino Raúl Porchetto.
Según su autor, Raúl Pochetto; compuso la letra de su canción un estado de desesperación y de tristeza mientras escuchaba por radio las últimas noticias sobre el avance argentinos durante el conflicto armado que atravesaba con Gran Bretaña en la guerra de Malvinas, en el año 1982.


"Escuchaba una estupidez generalizada, los comunicados, "bajamos un avión", como si estuvieran ganando 2 a 1, veía que estaban mandando pibes, y no sabían que no se vuelve de un partido perdido. Y todos se prendían, los medios, incluso gente amiga, yo no sabía si estaba loco, parecía que había bajado de otro planeta. Y “Reina Madre” surge así, yo me había sentado al piano y tenía esa melodía dando vueltas. Un día termino de escuchar un comunicado por la radio en el comedor diario de mi casa, no podía más, cerré la puerta, me senté y empecé a escribir como si alguien me lo dictara, “Sonriendo despidió a su madre...”. Escribí toda la letra de corrido, y sólo taché una palabra."
                          Raúl Porchetto. Entrevistado el 29 de marzo de 2008.

Día del Veterano y de los caídos en la guerra de Malvinas