El salobre mar y el aire
curtieron tu piel
morena,
pescador de largas noches
embriagadas de
desvelos.
Amanece y se desploman
tus tristes ojos
de cielo.
Caña, carnada y anzuelo
sigue tu diario
esperar,
a veces tu pipa empuñas
y la besas con
pasión,
compañera tibia y dulce
que abraza tu
corazón.
Reza, pescador humilde
que no se turbe tu
paz,
ya que por estar silente
no te permites
cantar.
Mas tu paciencia perdura,
esperas poder
llenar,
los sacos de tu sustento
con esos frutos del mar.
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