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LIBROS PUBLICADOS POR LA AUTORA
(poesía y narrativa)
"DE LOS HIJOS" (2014)- Ediciones Mis Escritos (Bs. As.)

Rincones y Acuarelas I (Poesía) -2019- La Imprenta digital (Bs. As)

Rincones y Acuarelas II (Narrativa)- 2019- La Imprenta digital (Bs. As.)

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En Rafaela (Santa Fe): en Librerías "EL SABER", "PAIDEIA" y "FABER".
En San Francisco (Córdoba): en Librería "COLLINO"
y en otras librerías del país.

jueves, 5 de noviembre de 2020

"Mi pequeño zoológico" (por Olga C. Schmidt) TALLER VIRTUAL 9

Buaaah…Estoy cansada. Dejo la casa en orden y me voy al dormitorio.

   Doy vueltas y el sueño no viene. Me arden los ojos, los cierro con fuerza. Necesito abrazar a Morfeo.

   De pronto escucho un concierto de maullidos y los perros que ladran.

   En el patio están los guardianes del exterior Colton y Bart, y adentro duermen en sus cómodos almohadones Coqui, Laica, Piky, y  mi última adquisición, Benyi.

   Si… ya me dijeron que tengo muchos animales, porque además de los canes hay tres gatos: Piñón, Mami Rily Y Cleo.. Y eso no es todo; también un conejo: Orejas Tequila, el loro Arturo, de vistosos colores y para rematarlo un pequeño pez anaranjado, el que no sé por qué se me dio en llamarle Nemo.

   Ya era demasiado el escándalo que hacían los perros, así que decidí levantarme para poner orden.  Como los gatos del vecino andaban por los tejados, los perros  de afuera les ladraban sin ningún escrúpulo y los de adentro, para no ser menos, se unían al coro.

   Cuando encendí la luz del comedor, tratando de acallar a los barullentos, cruzaron, delante de mis piernas, dos ratones, quienes en un santiamén se escabulleron detrás del armario. Recórcholis!! Tendré que comprar tramperas.

    Otro movimiento a mi derecha me alertó de que el conejo también estaba despierto y se desplazaba por el lugar dando saltitos cortos,

   Las gatas consentidas, parece que sufren sordera, porque siguen acurrucadas hechas un ovillo, en el sillón más cómodo. Pero… Oh Dios mío, recién  me doy cuenta; el otro gato, Piñón, está junto a la pecera, con una pata tratando de apoderarse del pobre Nemo.

   Corro a sacarle su presa, pero no cede, y al querer apartarlo me da un tarascón con sus garras, en el brazo izquierdo.

   Siento que un hilo de sangre corre hacia mi mano. Como puedo, tomo la pecera y la elevo en el aire, pero el gato no ceja en su intento. Sigue tirando zarpazos para poder alcanzarla. ¿Dónde la ubico? ¿Arriba del modular? Nooo, seguro que se trepa hasta allí.

   Me desplazo por la sala mientras pienso, pero el felino, con sus patas, se agarra a mis piernas. Apenas puedo avanzar. Ya está, la coloco en el baño y cierro la puerta. Pero al que no me puedo sacar de encima es al gato. Busco la escoba y lo zarandeo hasta despegarlo de mi cuerpo.

   ¡Cómo me duelen las piernas! Lo empujo con la paja hasta acercarlo, no tan amigablemente a la ventana. Cierro la persiana. ¡Uhhh, qué animal loco! Tendré que hablar con el veterinario para que lo diagnostique.

   Con el alma en la mano me voy a la cocina para tomar un vaso de agua, pero allí me aguarda otra sorpresa.

   _Papa…. La papa… prrr._Arturo me recibe con la frase de todos los días, creyendo que ya amaneció. Le tiro un trapo sobre la jaula y se queda en silencio. ¡Qué nochecita!

   Cuando vuelvo hacia el dormitorio creo ver sobre la mesa un camaleón ¿Será posible? Ah, no, es un juguete que mi nieta dejó olvidado.

   Rendida, toda magullada, busco la cama y prácticamente me tiro en ella. Algún perro todavía ladra, pero cada vez más espaciado.

   Me arden el brazo y las piernas- ¡Gato desagradecido! _ mañana tendré que curarme.

   Pero mi odisea no termina ahí, oigo en la ventana miauuu- miauuu. No ¡basta! No lo voy a dejar entrar. Me tapo los oídos…

   De repente observo la claridad del día, me cuesta abrir los párpados. Mis manos están mojadas y la frente perlada de transpiración. Me duele todo el cuerpo.

   Logro ponerme de pie. Lo primero que hago es fijarme en las heridas que me dejó el felino… pero… no hay nada, ni un rasguño. Intrigada veo a Piñon que duerme plácidamente a los pies de la cama. ¿Cómo volvió? ¿Por dónde entró? Y ahora tan manso…

   Seguí avanzando. Orejas Tequila me salió al encuentro, seguro que reclamando su desayuno.

   Me dirigí al baño para liberar a Nemo, pero lo que veía era imposible ¡Estaba en el lugar de siempre! ¿Qué había pasado después de que me acosté?

   Decidida fui hacia la cocina para destapar la jaula del loro... Pero todo era normal. ¿Qué ocurrió en esa interminable noche?

   Si, ya no me quedaban dudas; sufrí una terrible pesadilla.

   Tenía la boca seca y fui hasta la heladera para calmar mi sed. Ahora sí, de verdad iba a tomar agua.

AUTORA: Olga C. Schmidt

Rafaela –(Santa Fe- Argentina)

TALLER VIRTUAL 9

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