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LIBROS PUBLICADOS POR LA AUTORA
(poesía y narrativa)
"DE LOS HIJOS" (2014)- Ediciones Mis Escritos (Bs. As.)

Rincones y Acuarelas I (Poesía) -2019- La Imprenta digital (Bs. As)

Rincones y Acuarelas II (Narrativa)- 2019- La Imprenta digital (Bs. As.)

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lunes, 26 de octubre de 2020

"El barrilete y la luna" (por Inés Insua) TALLER VIRTUAL 8

      Un  hermoso domingo lleno de sol, luminoso, cálido, que despertaba deseos de que nunca terminara, el pastito recién cortado parecía una alfombra que invitaba a rodar sobre ella, muchos chicos se reunieron allí desde temprano,  salieron  para correr y jugar.  Tomasito y sus amigos se reunieron  para remontar sus hermosos barriletes, alardeando con la altura que lograban alcanzar, haciendo cimbrear las colas de colores, algunas tan larguísimas que rozaban el pasto del parque.

   El barrilete de Tomasito tenía una hermosa cola hecha con  trozos de telas que le dio su mamá y a la que le pegó figuras hechas  con brillante papel glasé  de  colores.

   Cuando se acercaba el atardecer, obedeciendo a su mamá y con un poco de tristeza, Tomasito regresó a su casa arrastrando la cola de su barrilete y lo dejó  en la terraza con la intención de remontarlo nuevamente la próxima tarde.

   Esa noche apareció en el cielo una hermosa luna en cuarto creciente, su imagen  era muy fina y sus dos extremos se curvaban suavemente dándole el aspecto de medialuna flaquita, y allí estaba en las alturas observando la tierra un poco aburrida y con ojitos de sueño, buscando algo para entretenerse durante las largas  horas que debía quedarse esperando la llegada del sol para  poder retirarse.

   Mirando y mirando hacia todos lados, descubrió en un árbol una palomita durmiendo en un nidito de paja con su pequeño pichoncito debajo de una de sus alas, también alcanzó a ver a dos ratoncitos corriendo sobre un tapial, muy apurados porque un perro los había descubierto y les ladraba enojado. De pronto, algo le llamó mucho la atención, era el hermoso barrilete de Tomasito que descansaba sobre la reposera, seguramente cansado de tanto volar y apenas lo vio sus ojos quedaron cautivados con   los brillos de su larga cola y quiso llevarlo hasta ella, como no podía atraparlo le pidió ayuda al viento y éste, sopló fuerte y  lo elevó por los aires hasta acercárselo todo cuánto pudo.

   Se veía  tan bello flotando en el cielo con sus colores brillantes y esa cola larga de figuraditas que se iluminaban con sus movimientos que la luna se enamoró y quiso  atraparlo con uno de sus extremos, pero el barrilete la evitaba moviéndose rápido, al darse cuenta que no podía engancharlo le  pidió ayuda a las nubes,  y estas armaron un gran remolino para acercárselo pero el barrilete se movió muy rápido que no pudieron apresarlo aunque su hermosa y larga cola quedó enganchada en un extremo de la medialuna.

    Quiso soltarse y empezó a girar y girar a su alrededor y fue así como se dio cuenta que su cola brillaba gracias a luz de la luna,  y cuando se acercó a ella y quedaron frente a frente, al mirarla a los ojos los reconoció tan bellos que se enamoró sin darse cuenta.

   Cuando Tomasito descubrió que su barrilete no estaba en la terraza, corrió a preguntarle a todos si lo habían visto y hasta pensó que el viento, durante la noche, lo había tirado al jardín, lo buscó por todos lados y al no poder encontrarlo se quedó en su casa y no quiso salir con sus amigos al parque, pasó toda la tarde muy triste, sin ganas de jugar, alguien de su familia le dijo que le ayudaría a hacer uno nuevo, igual que el anterior, pero eso no lo consoló y siguió encerrado en su cuarto sin salir.

   Al llegar la noche sintió deseos de subir a la terraza con su perro Cachito, primero lo abrazó para consolarse un poquito, pero como Cachito solo quería jugar, empezaron a correr juntos y pronto Tomasito comenzó a alegrarse. Cuando se cansó se sentó en la reposera y su perrito apoyó su cabeza en las rodillas de él invitándolo a seguir jugando.

   Sin darse cuenta descubrió a la luna flaquita y brillante en el cielo, algo le llamó la atención, descubrió unas pequeñas lucecitas colgadas de la luna, que el viento movía y brillaban, parecía que bailaban para un lado y para el otro.

   Pensativo miró y miró y entonces se dio cuenta que era la cola de su barrilete enganchada en la punta de la luna, y se imaginó que éste estaba abrazándola feliz de estar siempre en las alturas, su lugar preferido, y se le alegró el corazón, porque el deseo de su barrilete se había hecho realidad volando para siempre bien alto al lado de la luna.

 

AUTORA: Inés Insua

Ramos Mejía (Buenos Aires – Argentina)

TALLER VIRTUAL 8

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