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LIBROS PUBLICADOS POR LA AUTORA
(poesía y narrativa)
"DE LOS HIJOS" (2014)- Ediciones Mis Escritos (Bs. As.)

Rincones y Acuarelas I (Poesía) -2019- La Imprenta digital (Bs. As)

Rincones y Acuarelas II (Narrativa)- 2019- La Imprenta digital (Bs. As.)

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y en otras librerías del país.

jueves, 1 de octubre de 2020

"Otra magia" (por Mónica Armando de Beltramone) TALLER VIRTUAL 7


-¡Estoy aburridaaaaa! -Gritó desde su mecedora Hada Madrina. Desde que Cenicienta se casó, pocas veces tuvo que ayudar a su protegida usando sus poderes. En algunas ocasiones intervino  en la cocina cuando a la joven se le complicaba  la situación con algún postre o alguna torta.  La visitaba a menudo para tomar el té, pasear por los floridos jardines del palacio y conversar sobre las cosas de la vida. ¡Pero de cosas de hada, nada!

-¡Estoy aburridaaaaa! -  Exclamó por segunda vez esa mañana Hada Madrina  desde el interior de su cabaña de troncos, asomada al ventanal, como intentando entregarle su queja al viento de primavera y tal vez él, tan inquieto y conocedor de lugares, sabría dónde dejarla. ¡Los lamentos al viento!

-¡Estoy aburridaaaaa!- vociferó por tercera vez, después del almuerzo, mientras tomaba un té de tilo con galletitas de miel al mismo tiempo que recordaba con nostalgia el momento en que convirtió un zapallo en carroza.

Y a las tres de la tarde, se quedó dormida, de puro aburrida y con la panza llena.  Al rato, un ruido fuerte la despertó. Un viento agitado había cerrado la ventana de golpe. Se levantó de la mecedora y con asombro, observó por detrás del vidrio,  todo lo que sucedía en un rincón de su patio.

El viento alborotado soplaba a ras del piso, como que se lo quería comer. Tomando forma  de dedo índice trazó sobre la tierra surcos perfectamente delineados.  Luego dio un giro y se convirtió en una mano gigante que dejaba caer, cuidadosamente, sobre las hendiduras del terreno, una lluvia de semillas.  Finalmente se elevó y se transformó en una nube gorda que reventó al instante liberando infinitas gotitas de agua, que con delicadeza, rociaron toda la superficie. Tras la última gota, todo se calmó.

Hada Madrina quedó perpleja. ¿Qué había ocurrido en ese sector del patio? Tomó coraje y salió afuera. Todo parecía estar normal, salvo esa esquina donde antes había sólo tierra seca y ahora lucía un manto bordado, húmedo y terroso.  El olor a tierra mojada la conectó mágicamente con ese pequeño universo recién creado.

De pronto, por entre los árboles que delimitaban la propiedad, una hoja de papel planeaba cada vez más cerca de Hada Madrina, hasta depositarse finalmente entre sus manos. Era una nota. La leyó en voz alta:

“Me he llevado tus lamentos, a cambio te he entregado semillas. Las hay de rabanito, de espinaca, de zanahoria, de zapallo y de perejil. Ahora no tendrás tiempo de aburrirte. Usa tu magia. Firma: El viento.”

-¡Al fin tengo trabajo! – expresó Hada Madrina contemplando el terreno recién sembrado. – Muy ocurrente el viento, una nueva forma de usar mis poderes – pensó. Y buscó su varita mágica.

-¡Zarabín zaraballo, que nazcan los zapallos! ¡Zarabín zarabito, que nazcan los rabanitos! ¡Zarabín zarabaca, que nazcan las espinacas! ¡Zarabín zaraboria, que nazcan las zanahorias! ¡Zarabín zarabil, que nazca el perejil! – recitó convencida, esperando la mágica aparición de las plantas. Pero todo fue un desencanto.

-Tal vez necesiten una sola frase encantada – se dijo - Varita en mano, intentó nuevamente:

- ¡Bidi budi, bidibale, que nazcan los vegetales!

Otro fracaso. Consultó el libro “La magia y sus poderes”. Lo leyó completo tres veces. Encontró otras frases mágicas y con ninguna de ellas tuvo éxito para hacer brotar las plantas. 

-Pero el viento dijo que usara mi magia. ¿Es que acaso he perdido mis poderes? – se cuestionaba Hada Madrina desilusionada. Y se sentó a llorisquear debajo de un pino. Repentinamente, un  nuevo papel escrito cayó sobre su falda:

“Usa tu magia, toda tu magia.  Firma: El viento.”

Entonces, Hada Madrina se dio cuenta que sólo acudía a la magia de los poderes. Pero había más magia en ella. Y recordó con cariño cómo acompañó a Cenicienta en su crecimiento, pendiente de sus necesidades y protegiéndola de los peligros. En ese instante, el sol se abrió paso entre las nubes y bañó con la luz anaranjada del atardecer todo el paisaje. Con profunda alegría Hada Madrina descubrió que sobre el suelo el viento le había dejado una misión, la de amadrinar esas semillas recién plantadas.  Y no lo haría con su varita sino que usaría la magia que tienen todas las personas que hacen de la huerta (y de los jardines) un lugar encantado.

Y así lo hizo. Cantaba mientras removía la tierra. Estaba atenta al agua que cada cultivo requería. Con una sonrisa daba la bienvenida a los primeros brotes de cada vegetal, cada uno a su tiempo. Hada Madrina disfrutaba diariamente de ese pequeño universo verde.

La primera cosecha fue de rabanitos. Se preparó una rica ensalada. También le llevó algunos a Cenicienta, que nunca había comido semejante hortaliza rica en vitaminas, minerales y fibras.  

A los tres meses, comenzó a recolectar las espinacas. Cocinaba exquisitas tartas que luego compartía a las familias numerosas del pueblo.

Con las zanahorias elaboró deliciosas mermeladas y siempre separaba un montoncito para los conejitos hambrientos del bosque.

Los vecinos del lugar venían a buscar condimento para la salsa y Hada Madrina les tenía ya preparados los ataditos de perejil.

Los zapallos se lucieron con sus hojas grandes y sus flores amarillas, para después ofrecer generosamente sus  robustos frutos. Los zapallos eran los preferidos de Hada Madrina, no podía ser de otra manera.

AUTORA: Mónica Armando de Beltramone

Rafaela (Santa Fe- Argentina)

TALLER VIRTUAL 7

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