Era una hermosa mañana de primavera
en la ciudad. En la veterinaria, comenzaban a escucharse batir de alas, suaves
gruñidos, bostezos. Los movimientos naturales de los animales al despertar. Algunos
eran pensionistas permanentes, otros estaban recuperándose. Uno de los gatos,
abandonó el almohadón donde había pasado la noche y dijo:
_ ¡Qué raro! Ana María todavía no
llegó.
_ Tenés razón _ dijo el conejo _ Es
raro, porque ella siempre llega muy temprano_ Los animales, empezaron a impacientarse.
¿Algo le habrá pasado? ¿Quién nos va a cuidar, entonces?
_ Tranquilos, amigos. En dos o tres
días, Ana María va a estar nuevamente con nosotros _ dijo el loro, que siempre
estaba al tanto de las noticias _ Anoche se fue a internar a la maternidad. Así
hablaba con Micaela, la empleada.
_ ¿Y qué es eso? ¿Qué quiere decir
internar? _ preguntaban muy intrigados. Los gatos, subieron a una mesa y las
ratitas, temblaban de ansiedad.
_ Quiere decir _ el loro seguía
explicando pacientemente _ que Ana María fue a la maternidad para que nazca su
hijo.
_ ¿Ana María va a tener un
cachorrito? _ preguntó una perrita.
_ Los cachorritos humanos se llaman
bebés y tardan mucho en crecer. Necesitan que los ayuden para aprender a
caminar, a comer y a hablar.
_ ¡Yo le voy a enseñar a saltar
alto, muy alto! _ dijo el conejo.
_ Con nosotros va a aprender a
caminar. Se va a agarrar de nuestro lomo y va a ir pasito a pasito_ dijo el
perro entusiasmado.
_ Y conmigo va a aprender a hablar
en castellano y en inglés. Micaela me puede enseñar_ dijo el loro.
_ ¿Y mientras tanto, quién nos va a
cuidar? _ preguntó uno de los gatos, desconfiado.
_ Ya va a llegar. Recuerden que vive
lejos _ prosiguió el loro.
_ ¡Qué emoción! ¿Ya habrá nacido el
cachorrito, perdón, el bebé? _ preguntó intrigada la perrita.
_
Cuando venga Micaela, seguro que
nos traerá noticias. A veces tardan algunas horas en nacer, y cuando nacen,
lloran de lo lindo _ siguió informando el loro.
_ ¿Estarán tristes? Bueno, pero aquí
lo vamos a entretener. Y mientras llega Micaela, ¿qué hacemos?_ preguntó el
camaleón que había seguido muy atento la charla de los otros animales.
_ ¿Qué les parece si le buscamos un
nombre al hijo de Ana María?_ propuso el pececito haciendo burbujas bajo el
agua _ Yo propongo Nemo.
_ No, no. Mejor le ponemos Sultán _
intervino convencido el perro.
_ ¿Y si es una nena? _ preguntaron
intrigadas las ratitas.
Cuando llegó Micaela, los animales
todavía no se habían puesto de acuerdo.
AUTORA: Susana Solanes
Rosario – (Santa Fe – Argentina)
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