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LIBROS PUBLICADOS POR LA AUTORA
(poesía y narrativa)
"DE LOS HIJOS" (2014)- Ediciones Mis Escritos (Bs. As.)

Rincones y Acuarelas I (Poesía) -2019- La Imprenta digital (Bs. As)

Rincones y Acuarelas II (Narrativa)- 2019- La Imprenta digital (Bs. As.)

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sábado, 28 de noviembre de 2020

"Jack" (por María Cristina Gioffreda) TALLER VIRTUAL 9

Ese no era un día más, era el día de la madre y yo entraba a esa casa que luego sería la mía, por primera vez, y lo hacía como novia oficial, los abuelos y tíos solteros que habitaban la misma me esperaban ansiosos, al llegar cada uno me dio la bienvenida con palabras cariñosas.

Luego de almorzar fuimos al patio, él estaba ahí resguardado a la sombra del limonero y no vino a mi encuentro, ni al llamado de su dueño; aún empequeñecido por la posición adoptada,  lo descubrí  imponente, el hocico saliente, las orejas tiradas hacia adelante, alertas y puntudas, los ojos muy oscuros, y el pelaje  canela y negro hacían de él, un animal majestuoso.  Jack  fue llamado varias veces, haciendo caso omiso,  me miraba con el rabo del  ojo  inquisidor y molesto por los celos; ese día concluyó así, no quise acariciarlo porque una suerte de temor me lo impedía, y  también sentía  de mi parte algo parecido a los celos.

Con el correr de los días, Jack y yo fuimos reconociéndonos, era un cachorro juguetón y activo, el único que podía dejar mis zapatos en esas condiciones, los sacaba de mis pies y mordisqueaba hasta dejarlos inutilizados. Escurridizo y gracioso, como demostración de alegría, enganchaba mis vestidos y ensuciaba mis remeras y pantalones, todo le estaba permitido.

Una de esas tardes de primavera hice con ese pequeño gigante un pacto tácito, yo jamás lo apartaría de ese reinado al cual lo habían confinado, y él no me destronaría de ese lugar que más adelante yo habitaría junto a esos abuelos y tíos solteros, al convertirme en la señora más joven de la casa.  

Nos habíamos hecho entrañables, tanto que yo me había convertido en su única dueña, aunque atrevido y retozón al impartirle órdenes, no siempre obedecía, el mejor momento del día era el que compartíamos en la plaza, ahí disfrutábamos de juegos y ternura excesiva.

De a poco, el paso de los años fue cambiando los escenarios de la vida. El primero en irse fue el tío Juan José, debido a tanta tristeza, al poco tiempo nos dejó la abuela, para ese entonces Jack había dejado su hábitat en la terraza y disfrutaba de su cucha debajo del limonero; la casa se volvió triste al ser habitada por solo tres personas. También Jack comenzó a cambiar, su hocico se cubrió de nieve, y su pelaje se fue volviendo claro y sin vida, pero aún así se lo veía como el animal bello y cariñoso que otrora había sido.

Pasaron algunos años y llegó el día en que nos dejó el abuelo, y con su partida la casa se afianzó en su melancolía.

Jack había superado su tercer lustro, estaba casi ciego y sus patas traseras carecían de movimiento ya que padecía una enfermedad en la cadera, displasia diagnosticaron los médicos, le habíamos acondicionado un carrito para poder llevarlo a la plaza, que aunque ya viejo, todavía disfrutaba de ese paseo, dejó de adoptar el limonero como sombra protectora para ocupar la alfombra ubicada a los pies de nuestra cama.

Una noche me miró con sus grandes ojos oscuros, y supe de su cansancio y sufrimiento, calenté leche con miel, se la di a beber y, mientras acariciaba su lomo maltrecho por la enfermedad y los años, le relataba en voz alta  pasajes de nuestra historia, le hablé de los primeros encuentros, de sus celos y los míos, de sus bondades, de pequeños enojos, de nuestros juegos y nuestras tristezas. Supe que me entendía, lo subí a la cama, lo arropé y acaricié mientras se  quedaba dormido, a la mañana siguiente volví a arroparlo, aunque ya era tarde.

Ahora descansa a la sombra de ese limonero verde y frondoso, testigo y cómplice de sus travesuras, que lo cobijará debajo de nuestro pequeño cielo para siempre.

AUTORA: María Cristina Gioffreda

C.A.B.A. (Buenos Aires- Argentina)

TALLER VIRTUAL 9

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