En
ese chalet de la esquina, sí, de la
esquina de Rivadavia y San Juan, es donde vive la señora Victoria con sus
mascotas, dos perros: SULTÁN y COQUITO, el gato CHATRÁN y un pececito tropical
bautizado como ARCOIRIS. En el fondo del
pequeño parque hay un cuartito donde se guardan elementos de jardinería y están
las camas de los perros y el gato, aunque para evitar problemas ya que los
perros no miraban con mucha amabilidad a Chatrán, Victoria se lo llevó a la
casa y allí anda remoloneando sobre los sillones, las alfombras y también,
cuando hace calor, desparramado sobre los cerámicos frescos de la galería. El gato mira cada vez más intrigado al
pececito que nada con mucha elegancia, mueve sus aletas multicolores como
provocándolo, tanto que su pata peluda estuvo a punto de alcanzarlo, por suerte
Victoria pudo ver la situación y llevó la pecera al cuartito del fondo donde
los perros ni le prestan atención. La vida continúa con normalidad, pero hoy es
un día de calor abrazador y el cielo se cubre de nubes amenazadoras presagiando
tormentas fuertes, lo que ocurre en horas de la noche. El viento y la lluvia se
desataron con fuerza inusitada para esa región, el loro PEPE, el de la vecina,
que tomaba fresco sobre el árbol, cayó
en el parque por una ráfaga de viento, el conejo DIENTÍN, que andaba
robando hierbas, también fue sorprendido por la lluvia, lo mismo ocurrió con un
ratón colilarga y dos ratitas de laboratorio que estaban más blancas por el
susto, y si faltaba algo, un gato que andaba de recorrida por los techos no
tuvo más opción que refugiarse en el mismo lugar. Todos asustados y algunos
golpeados entraron al cuarto con recelo porque estaba tan oscuro que no se veía
nada, Las ratitas sniff….sniff…buscaban comida, el gato olía a ratón pero no se
movía. Pasada la tormenta y con un cielo límpido, los animales comenzaron a
desperezarse, y salían al parque, los perros ladraban, el gato maullaba, el
loro parloteaba sin cesar acomodando sus plumas. Victoria oyó tanto alboroto
que se apuró en llevar alimentos que estaba preparando y ante su sorpresa se
encuentra con un pequeño zoológico, que con buen apetito comparten el desayuno
y hasta Chatrán se une al grupo. Terminado el desayuno cada cual parte para su
hogar y ARCOIRIS hace burbujitas de agradecimiento porque nada le pasó. Victoria acaricia a sus perros y piensa “tal
vez deberíamos tomar el ejemplo de estos animales y tolerar nuestras
diferencias sin agredirnos”.
AUTORA: Ibis Lilia Grighini
Armstrong
– (Santa Fe – Argentina)
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