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LIBROS PUBLICADOS POR LA AUTORA
(poesía y narrativa)
"DE LOS HIJOS" (2014)- Ediciones Mis Escritos (Bs. As.)

Rincones y Acuarelas I (Poesía) -2019- La Imprenta digital (Bs. As)

Rincones y Acuarelas II (Narrativa)- 2019- La Imprenta digital (Bs. As.)

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y en otras librerías del país.

domingo, 20 de diciembre de 2020

"Sólo una noche de paz" (por Beatriz Chiabrera de Marchisone) TALLER VIRTUAL 11


     Saqué la foto de Jane y los niños que tenía guardada en el bolsillo de mi casaca, la miré por unos segundos y salí de la trinchera, atraído por el villancico.

     Era el comienzo del invierno, un diciembre crudo y melancólico, porque además, estábamos lejos de nuestras familias. Ya llevábamos cinco meses en combate, y aunque esperábamos que todo acabara pronto, sabíamos que teníamos una misión dura de la cual muchos no saldríamos con vida. Sin embargo, la guerra y el idioma no fueron un impedimento para que compartiéramos esa noche especial, donde cada uno anhelaba estar cerca  de sus seres queridos.

     Estábamos preparados, como siempre, para atacar. Las órdenes no eran claras pero permanecíamos alerta. Había muchas bajas debido al intenso fogueo del día anterior y todavía no habíamos recogido los cuerpos, era muy arriesgado hacerlo; nos encontrábamos extenuados y el frío, implacable, nos estaba debilitando poco a poco. Y para completar el cuadro, la cercanía con la Navidad bajaba aún más nuestras defensas.

     Fue exactamente a medianoche. Comenzó a escucharse como un rumor traído por el viento, Stille nacht, heilige nacht… Nos miramos como no pudiendo entender esa situación en medio de un espacio bélico. El sonido se fue distinguiendo cada vez un poco más, como si los autores estuvieran acercándose. Inmediatamente, salimos de las trincheras en masa, cuidándonos de que no fuera una trampa. Y lo que vimos nos impactó. En medio de la oscuridad se divisaban luces en las zanjas enemigas, como si estuvieran decoradas, y los soldados alemanes venían cantando, sin armas, caminando pacíficamente en dirección a nuestra posición. Eran muchos, y las figuras quedaban dibujadas en contraste con la tenue luminosidad de las velas y faroles que iluminaban sus fosas. Nosotros nos quedamos ahí, no sabiendo cómo actuar, pero luego, hubo algo que nos indujo a hacer lo mismo. Comenzamos a cantar nosotros también, en inglés, porque reconocimos que el villancico era  Noche de Paz. Se mezclaron los idiomas en un solo canto, que todos conocíamos, que todos necesitábamos. Stille nacht, heilige nacht… Silent night, holy night… Y fue como un bálsamo, como cuando uno reza, que lo hace en su idioma porque sabe que es lo mismo, que no importa si los demás no entienden. Nos acercamos, los dos batallones, sin intenciones de atacar y nos estrechamos las manos deseándonos Feliz Navidad, cada uno en su lengua natal. Pero nos entendimos, y mágicamente, dejamos de sentirnos enemigos por unos instantes. Y allí estábamos, donde hasta hacía pocas horas nos enfrentábamos con toda nuestra artillería en tierra de nadie, ambos bandos con un objetivo común. Se respiraba respeto mutuo y una paz inusual que penetraba en nuestros corazones de manera inexplicable. Un encuentro cuerpo a cuerpo que no había sido previsto, ni siquiera imaginado. De pronto, sentíamos que estábamos peleando una guerra ajena, no la nuestra.

     Volví a sacar la foto de mi familia para mostrársela a ellos, que habían traído whisky, chocolate y cigarrillos para compartir; nos pusimos a festejar ese “reblandecimiento” en medio del combate que nuestros superiores no avalarían. Quizás seríamos castigados por eso.

      Sin ponernos de acuerdo, comenzamos a recuperar a nuestros caídos recientes que se encontraban detrás de las líneas contrarias y los sepultamos en una ceremonia funeraria común. Espontáneamente alguien tomó una Biblia y comenzó a leer el Salmo 23: “El Señor es mi pastor, nada me puede faltar…” se escuchaba en un silencio absoluto, vacío de sonidos bélicos. Disfrutamos esa única noche de paz en el Frente Occidental, que fue un “alto el fuego” no pactado, aunque sabíamos que en pocas horas, volveríamos a ser enemigos. Pero mañana, mañana sería otro día.


- Basada en la llamada “Tregua de Navidad” de 1914 (Primera Guerra Mundial).

AUTORA: Beatriz Chiabrera de Marchisone

Clucellas (Santa Fe- Argentina)

TALLER VIRTUAL 11

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