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(poesía y narrativa)
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viernes, 27 de noviembre de 2020

"Walter- una historia real-" (por Rosario Buncuga) TALLER VIRTUAL 9

En todos los lugares del mundo hay perros abandonados y, personalmente, creo que muchas veces,  si no los hay, es porque los exterminan.

Pero en los pueblos, como en el mío, Peyrano,  los perros de la calle, los callejeritos,  andan deambulando por todos los rincones. Los podés encontrar en la plaza, en la puerta de los negocios, en los horarios de entrada de las escuelas, en las fiestas, cruzándose por los escenarios, o lo que es peor, abandonados en el basural del pueblo. A menudo se los ve tristes, escuálidos, con las costillas a la vista y con ojos que denotan tristeza, mendigando una caricia o un mendrugo para sus estómagos vacíos, o reaccionando con agresión instintiva o miedo ante la proximidad humana, conductas propias de la falta de contención y cariño. Y no son pocos, a menudo son perras con crías numerosas.

El problema radica en la irresponsabilidad humana. ¡Si! Es de humanos y no de perros, pero está y es muy triste.

…………………………………………………..

Él era Walter un habitante más, había nacido en Peyrano  y desde hace unos años, de regreso a su pueblo, dedicaba su vida a dar contención  a estos animalitos. A diario caminaba hacia el basural llevando alimento, rescatando tanto cachorros como adultos y vinculándose con asociaciones proteccionistas y con  gente común que colaboraba con su obra y lograba posibilitarles  atención veterinaria y alimento. No era fácil. Llegar a tener alrededor de veinte perros en una casa con un patio no demasiado grande, no lo es para nadie. Pero allí estaban contenidos, mientras les buscaba un hogar de tránsito o una adopción responsable. ¡Afortunadamente muchos de ellos fueron encontrando una familia! Pero al mismo tiempo nuevos abandonos se sumaban.

Él era Walter … ayudado por los amantes de los perros y criticado por muchos…

Él  era Walter …  un tipo común, un alma caritativa para algunos y un loco para otros.

Él era Walter… estaba enfermo, aunque eran muchos los que no lo sabíamos. El domingo partió  hacia un cielo de perros seguramente, repentinamente, siendo joven. Su gran corazón esta vez le jugó una mala pasada.

Y en la casa, cerrados, aguardando su llegada quedaron ellos, sus peluditos, cachorros, galgos, mestizos… Eran Nerón, Tito, Simón, Dana, Filo, Pepe, Capitán, Shariff, Mora, Juana, Rosita, Chicha, Princesa, Marroc y otros… porque sumaban  diecisiete…

Lo siguieron esperando cada uno a su manera, con inapetencia, con aullidos, con agresión, con sed.

Leí alguna vez que todas las almitas de perros queridos muertos elevan las almas humanas al cielo. No sé quien lo dijo… no se enojen las religiones, pero quiero creerlo. Walter se lo merece.

Hoy a dos días de ese domingo 22 de noviembre tan triste y gracias a todas esas personas que trabajan por los animales, ellos, sus peluditos,  están ubicados. No es un cuento, no tiene la magia de un cuento, es una realidad, triste para algunos, banal para otros y con un final “casi” feliz.

Él era Walter… y hoy, desde algún lugar escucha sus ladridos y sonríe.

AUTORA: Rosario Buncuga

Peyrano (Santa Fe- Argentina)

TALLER VIRTUAL 9

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenísimo tu relato Rosarito. Tan bien desarrollado que pude imaginar a Walter y sus perros mirando hacia lo alto buscándolo. Marta Susana

Anónimo dijo...

Nadie de los tantos que se decían"amigos", pudo ayudar a Walter?
Como es posible que nadie supiera de las condiciones en que vivia?
Las supuestas proteccionistas que tanto hablan de acumuladores que le daban perros para que los tuviera y no se dieron por aludidas de su situación psicológica, no tienen hoy un sacudon en su conciencia?
Los animales no necesitan solo un techo, necesitan también atención veterinaria.
Y Walter no podía con todo...no podía con él mismo. Pero a nadie le importó sobrecargarlo. Ni a los de nuestro pueblo, ni a los de afuera.
Que en paz descanses y que Dios no permita que se repitan historias como la tuya. Que nuestro querido Peyrano recapacite. Dios le de paz y fuerzas a tu mamá.

Anónimo dijo...

Su mamá no se debe haber enterado de su muerte...