El
viernes por la mañana mi madre me despierta diciéndome que prepare las valijas
porque el sábado nos vamos a República Dominicana por catorce días, el domingo
vamos a visitar una isla y a la vuelta vamos a estar tres días en Miami. Cuando
me lo dijo quedé sorprendida, pero acaté la orden de mi madre, le dije que
desayunaba y la armaba. Cuando fui a la cocina, mis hermanos estaban igual de
sorprendidos que yo. Nadie tocaba el tema, hasta que en un momento Benjamín, mi
hermano mayor, pregunta a qué isla vamos, a lo cual mi padre responde, a la
Isla Perla. Al terminar de desayunar, armé la valija y seguí mi día normal. A
la noche me fui a dormir temprano porque al día siguiente, teníamos un avión
que tomar hasta Miami (Estados Unidos),
para de ahí tomar otro avión hacia República Dominicana y el domingo visitar la
Isla Perla.
Era
temprano y estábamos saliendo hacia el aeropuerto (dormí todo el viaje hasta el
lugar), llegamos, hicimos trámites y pre embarcamos (dormí hasta que nos llamaron
para embarcar el avión). Al subir, me acomodé en mi asiento y durante todo el
vuelo hable con mis hermanos o miré el paisaje. Llegamos a Miami, esperamos a
que llenaran el avión con combustible y volvimos a subir para emprender camino
hacia República Dominicana. En ese vuelo leí, saqué fotos al paisaje y charlé
con mi hermano del medio, Pedro. Al llegar hicimos algunos trámites, tomamos un
taxi y nos fuimos directo al hotel. Apenas llegamos y nos dieron la habitación,
subimos, acomodamos y nos fuimos a dormir porque al día siguiente nos tocaba un
largo día en la Isla Perla.
A
las siete de la mañana nos levantamos, nos preparamos y fuimos a
desayunar. Después de desayunar subimos a buscar un bolso que llevaríamos a la
isla, luego bajamos y tomamos un taxi hasta el lugar de donde partiría el barco.
Navegamos durante dos horas. Llegamos a las diez de la mañana al lugar. Al llegar
nos dieron un mapa de la isla. Al observar el mapa vimos una línea roja y en
una de las puntas de la línea una cruz roja, también notamos la Rosa de los
Vientos y una calavera con barba, aros, sombrero, pañuelo por debajo del
sombrero y una cruz de huesos. En ese mismo mapa pudimos observar las
diferentes zonas de la isla. Quedamos sorprendidos, entonces con mis hermanos
les dijimos a mis papás si podíamos seguir esa línea, a lo que respondieron,
que sí y que nos acompañarían, ya que podrían recorrer un poco más.
Antes
de partir averiguamos si podríamos ir sin un guía, así que como se podía,
emprendimos viaje. Fuimos al comienzo de la línea y mientras empezábamos a
seguir el camino observábamos los paisajes. Íbamos de lo más bien, veíamos a un
hombre, un árbol hermoso, diferentes lugares hermosos para apreciar y de fondo
el precioso mar, de aguas cristalinas. Mientras
tanto parábamos, sacábamos fotos, nos deleitábamos con el paisaje, opinábamos
sobre lo que creíamos que iba a ver en la cruz.
En
un momento mirando el mapa, nos damos cuenta que teníamos que nadar por el mar
si no queríamos desviar y alargar camino, el tema es que íbamos a tener que
desviar camino porque mi mamá no sabía nadar y el problema iba a ser que
teníamos que subir la colina por lo tanto perdíamos tiempo, pero bueno no nos
preocupamos y seguimos viaje.
Cuando
llegamos al lugar donde estaba la colina, nos miramos y comenzamos a subir,
queríamos ir lento para no cansarnos pero al mismo tiempo lo más rápido posible
para llegar y descubrir lo que había en la cruz. Mientras subíamos, charlábamos
y tomábamos mate. Cuando nos dimos cuenta estábamos en la cima y tocaba la parte más fácil,
bajar. Con mis hermanos comenzamos a correr colina abajo mientras nuestros
padres se reían, incluidos nosotros. Una vez abajo no nos quedaba tanto camino
por recorrer, por eso empezamos a acelerar el paso y en un abrir y cerrar de
ojos, había un cartel gigante enfrente nuestro que decía: "Si seguiste el
camino hasta la cruz roja, estás en el lugar correcto, bienvenido a la fiesta
de la Cruz Roja", con mi familia quedamos boquiabiertos y por supuesto,
entramos. Al entrar, te encontrabas con un escenario, barra de bebidas y un
lugar para pedir comida. Esto no figuraba en el mapa porque era una sorpresa
para los que seguían el camino de la cruz. Conectaba con la playa, tenía mesas,
sillas, reposeras, era realmente hermoso. Pasamos toda la tarde ahí hasta que
tocó irse. El barco nos buscó en ese mismo lugar y nos fuimos más que felices.
Pasamos dos semanas hermosas en República Dominicana y luego nos quedamos tres
días en Miami. Después ya tocaba volver a casa y bueno, emprendimos el avión de
regreso más que felices. Llegamos a casa, desarmé la valija y les agradecí a mis
papás sin parar por este viaje tan soñado.
AUTORA: María Clara Chiabrera
-12 años-
Clucellas (Santa Fe- Argentina)
No hay comentarios:
Publicar un comentario