Todo es
dolor,
todo es
cansancio extremo,
con este
monstruo hambriento e insaciable,
lengua voraz que arrasa cuando lame,
avivada y
urgida por el viento.
Todo es
calor,
y es llama,
y es ceniza,
que tiñen
gris y rojo las montañas,
hiriendo a
la tierra en sus entrañas
llevándose los montes y la vida.
Lenguas que azotan,
flagelan y lastiman,
como Satán
en medio del infierno,
y avanzan,
sin tregua, entre las sierras,
en un
combate injusto y desparejo.
Y el hombre,
en la incesante hoguera,
lucha
contra el ardor y el desconsuelo,
caen sus
lágrimas sobre la tierra herida
y eleva
en sus manos la plegaria,
clamando
por el líquido elemento.
¿Qué despiadado
conjuro es el que azota?
¿Cuál es la
causa, cuál es el mensaje?
Las llagas duelen, los ojos queman,
cegados por
la luz y la humareda
en medio
del caótico paisaje.
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