- - ¡Abuelo ya tengo el
volantín para elevarlo en el parque ahora que ya comenzaron los vientos!
Abre la bolsa y aparece un pájaro
plástico multicolor hasta con su carrete de hilo.
- - ¡Mmm qué diferentes son!
En mis tiempos nosotros mismos los fabricábamos, caminemos, te contaré.
- - De acuerdo Abuelo trae
un gorro para cubrirnos de sol.
- - Llegaba septiembre y muchos
niños íbamos hasta el rio a cortar cañas del cañaveral con mucho cuidado porque
son filosas, en casa las cortábamos hasta dejarlas delgadas y las poníamos en
agua para que estuvieran flexibles hasta el día que papá llegaba con el papel
de volantín y mi madre preparaba el engrudo.
- ¿engrudo, que es eso?
- Un pegamento de mi tiempo, hecho con
harina cruda y agua caliente. Había mucho papel de un solo color y de un mismo
tamaño, entonces cortábamos y pegábamos para hacer una figura que fuera diferente
porque las competencias eran bravas, el que llegaba más alto, el más colorido,
el que tenía la cola más larga, el que encumbraba mejor. Papá nos ayudaba para
no desperdiciar papel, eran tiempos malos, pero se disfrutaba igual, había
niños que los pedían a Don Martín el volantinero, único mes que ganaba más
dinero, los tenía listos, dispuestos en la pared para la elección, bien hechos
pegados con colapez y sus hilos parejitos. También vendía hilos en carrete y
cañas. Lo más difícil era amarrar los hilos entre las cañas y el papel, a veces
mis manos torpes rompían el frágil cuadrado y lloraba, era un volantín menos.
Mamá con su paciencia parchaba los hoyos o también nos hacía uno de genero muy
delgadito para que se elevara, le llamábamos pavos.
-
¿y era entretenido fabricar un volantín?
-
Claro de eso se trataba, disfrutar y compartir, nos juntábamos en mi
casa cinco, seis niños del barrio y en la mesa del comedor empezábamos con la
risa y conversaciones acerca del volantín, el tío Jorge nos enseñaba cómo se
debía mover la mano, tirar y soltar para tener destreza y que se encumbrara
mejor. Pero no todo era tan alegre, debo decirlo, llegaba Jaimito con un diario
bajo el brazo y con ojos de tristeza.
- - ¿Qué es un diario
Abuelo, un diario de vida?
- - No, es un periódico
viejo
- - ¿Y por qué iba triste?
- - Porque no tenía dinero
para comprar papel de volantín, entonces mi padre, le fabricaba un cometa o una
cambucha, o un chonchón, esas no tenían armazón de caña, pero sí una larga cola
de papel. Llegado el día domingo partíamos todos rumbo al cerro, con una canasta con cocaví, la
manta de la abuela, y empezaba la competencia, las carreras, las risas, gritos
y también la rabia, mi volantín chupete en caída libre detrás de un cerro
porque se fue cortado por los otros contrincantes.
- - Abuelo, el hilo curado
está prohibido, le echan vidrio molido y es peligroso
- - Lo sé, lo sé, éste era
cortado por la fricción de los hilos de los competidores, solo por fricción
-
- ¿Y por qué se llaman volantín?
- - Por la acción de volar,
vuelan en el cielo.
- - ¿Y por qué no los
elevaban en el parque y se iban a los cerros?
- - Por precaución, así no
cruzábamos la calle y por el tendido eléctrico se podían enredar en los cables,
y por la sensación de libertad.
- - Qué bonita historia
Abuelo, me gustaría ver o armar un volantín de papel.
- - Y qué te parece que
vamos mañana mismo a buscar donde los fabrican y así hacemos una competencia el
próximo domingo?
- - Qué buena idea, que
todo vuele Abuelo, los pájaros, las banderas, los volantines ¡me pone
contento!.
- - Es la magia de la
primavera mijo, siempre viste de colores los jardines, el cielo, nuestras ropaje
y la vida.
AUTORA: Hilda
Olivares Michea
Chañaral (Chile)
NOTA: En Chile se le llama volantín al barrilete.
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