Un hermoso domingo lleno de sol, luminoso,
cálido, que despertaba deseos de que nunca terminara, el pastito recién cortado
parecía una alfombra que invitaba a rodar sobre ella, muchos chicos se
reunieron allí desde temprano, salieron para correr y jugar. Tomasito y sus amigos se reunieron para remontar sus hermosos barriletes,
alardeando con la altura que lograban alcanzar, haciendo cimbrear las colas de
colores, algunas tan larguísimas que rozaban el pasto del parque.
El barrilete de Tomasito tenía una hermosa
cola hecha con trozos de telas que le
dio su mamá y a la que le pegó figuras hechas con brillante papel glasé de
colores.
Cuando se acercaba el atardecer, obedeciendo
a su mamá y con un poco de tristeza, Tomasito regresó a su casa arrastrando la
cola de su barrilete y lo dejó en la
terraza con la intención de remontarlo nuevamente la próxima tarde.
Esa noche apareció en el cielo una hermosa
luna en cuarto creciente, su imagen era
muy fina y sus dos extremos se curvaban suavemente dándole el aspecto de
medialuna flaquita, y allí estaba en las alturas observando la tierra un poco
aburrida y con ojitos de sueño, buscando algo para entretenerse durante las
largas horas que debía quedarse
esperando la llegada del sol para poder retirarse.
Mirando y mirando hacia todos lados, descubrió
en un árbol una palomita durmiendo en un nidito de paja con su pequeño
pichoncito debajo de una de sus alas, también alcanzó a ver a dos ratoncitos
corriendo sobre un tapial, muy apurados porque un perro los había descubierto y
les ladraba enojado. De pronto, algo le llamó mucho la atención, era el hermoso
barrilete de Tomasito que descansaba sobre la reposera, seguramente cansado de
tanto volar y apenas lo vio sus ojos quedaron cautivados con los
brillos de su larga cola y quiso llevarlo hasta ella, como no podía atraparlo le
pidió ayuda al viento y éste, sopló fuerte y lo elevó por los aires hasta acercárselo todo
cuánto pudo.
Se veía tan bello flotando en el cielo con sus colores
brillantes y esa cola larga de figuraditas que se iluminaban con sus
movimientos que la luna se enamoró y quiso atraparlo con uno de sus extremos, pero el
barrilete la evitaba moviéndose rápido, al darse cuenta que no podía
engancharlo le pidió ayuda a las nubes, y estas armaron un gran remolino para acercárselo
pero el barrilete se movió muy rápido que no pudieron apresarlo aunque su
hermosa y larga cola quedó enganchada en un extremo de la medialuna.
Quiso
soltarse y empezó a girar y girar a su alrededor y fue así como se dio cuenta
que su cola brillaba gracias a luz de la luna,
y cuando se acercó a ella y quedaron frente a frente, al mirarla a los
ojos los reconoció tan bellos que se enamoró sin darse cuenta.
Cuando Tomasito descubrió que su barrilete
no estaba en la terraza, corrió a preguntarle a todos si lo habían visto y
hasta pensó que el viento, durante la noche, lo había tirado al jardín, lo
buscó por todos lados y al no poder encontrarlo se quedó en su casa y no quiso
salir con sus amigos al parque, pasó toda la tarde muy triste, sin ganas de
jugar, alguien de su familia le dijo que le ayudaría a hacer uno nuevo, igual
que el anterior, pero eso no lo consoló y siguió encerrado en su cuarto sin
salir.
Al llegar la noche sintió deseos de subir a
la terraza con su perro Cachito, primero lo abrazó para consolarse un poquito,
pero como Cachito solo quería jugar, empezaron a correr juntos y pronto
Tomasito comenzó a alegrarse. Cuando se cansó se sentó en la reposera y su
perrito apoyó su cabeza en las rodillas de él invitándolo a seguir jugando.
Sin darse cuenta descubrió a la luna
flaquita y brillante en el cielo, algo le llamó la atención, descubrió unas
pequeñas lucecitas colgadas de la luna, que el viento movía y brillaban,
parecía que bailaban para un lado y para el otro.
Pensativo miró y miró y entonces se dio
cuenta que era la cola de su barrilete enganchada en la punta de la luna, y se
imaginó que éste estaba abrazándola feliz de estar siempre en las alturas, su
lugar preferido, y se le alegró el corazón, porque el deseo de su barrilete se
había hecho realidad volando para siempre bien alto al lado de la luna.
AUTORA:
Inés Insua
Ramos
Mejía (Buenos Aires – Argentina)
No hay comentarios:
Publicar un comentario