Había una vez, un niño que soñaba con su cometa llegar a la luna.
Pero eso era casi imposible o imposible.
Por más que se esmeraba nunca lo lograba.
Su cometa levantaba, pero ahí nomás se quedaba.
Solo cuando él se dormía, en su sueño lo lograba.
En sus sueños, la cometa levantaba vuelo y llegaba hasta la luna.
Pero, al despertar, todo se desvanecía.
Un día pensó, que, si le ponía una cola muy, muy larga, lo iba a lograr.
Así que empezó a realizar con distintos trapitos que encontraba, una cola muy, muy larga.
Cuando ya estuvo terminada, tuvo que esperar el día apropiado.
Tenía que ser un día de mucho viento, porque con una cola tan larga, la cometa estaba muy pesada y no podría elevarse.
Esperó y esperó, hasta que ese día llegó.
Con mucho esfuerzo logró que la cometa comenzara a elevarse, pero con tan mala suerte, que el viento, se la arrebató de las manos.
La cometa comenzó a elevarse y a alejarse tanto, que era imposible verla.
-Tanto esfuerzo para nada, pensó.
Estaba muy triste y tirado en el pasto, miraba el cielo buscando su cometa.
Se quedó dormido y cuando despertó, ya era de noche.
Y de repente, allí la descubrió.
Estaba allí la luna y en cuarto creciente…
Brillaba y en un extremo enganchada, estaba la cometa, con su cola muy, muy larga,
de colores y agitada por los vientos
AUTORA: Celia Scicolone
San Martín de los Andes (Neuquén- Argentina)
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