Facundo
está rodeado con los juguetes que recibió para su cumpleaños número seis, hace dos días. Puso en marcha el robot que camina con pasos
torpes, aprieta el botón de un camión
que se mueve con rugido de motor y luces
que se encienden y se apagan y así sigue
con otros, todos hacen una acción, pero
los mira un rato y después se aburre. Sale de su habitación y pasa por la
cocina donde está su madre y mientras sale dice--- ma….me voy de los abuelos y
se dirige a la puerta que desde el patio comunica con la casa de Adolfo y
Ana. El abuelo está leyendo debajo de la
pérgola que le da sombra, el niño se acerca --- hola Facu ¿qué le pasa a mi nieto con esa carita
preocupada? --- estoy aburrido, no sé
con qué jugar- y le da un beso. Adolfo se vio a esa edad corriendo con una
pelota por un terreno baldío de su pueblo,
en bicicleta con amigos y llegar hasta el río en épocas de verano,
pero…la vida ha cambiado, ahora tienen computadora, celulares, play station,
etc. y de
pronto surge una idea ¿sabés que vamos a hacer? --- ¿Qué? --- interroga más con
la mirada que con la voz --- Un barrilete — ¿Qué es eso abu? Es un juguete que vuela y puede llegar hasta
la luna --- ¿y nosotros lo haremos? --- sí Facu, yo consigo las cañas de bambú, el hilo y vos
traerás el papel de colores brillantes y pegamento. Facu se va entusiasmado y cuenta a sus padres lo que le propuso el abuelo. A la mañana siguiente llega temprano a la casa
de Adolfo con los papeles y el pegamento. Era verano y el día invitaba para trabajar
sobre la mesa a la sombra de la Santa Rita. Entre cañas, papeles, tijeras, hilos y
pegamento armaron un hermoso barrilete con una cola larga y multicolor. La abuela Ana llega con dos vasos
rebosantes de jugo de naranjas recién
exprimido y galletitas de coco, las que le gustan a Facu, apoya la bandeja
sobre la mesa y haciéndose la desentendida pregunta ¿qué están haciendo mis muchachos? – ¡un
barrilete abu! --- ¡qué bonito quedó!---
dice Ana ¿cuándo lo llevarán a volar? --- después de la siesta. Demás está decir que la siesta fue para Facu
esperar con los ojos abiertos que llegara el momento de volar el barrilete.
Como niños con juguete nuevo ambos van hacia un descampado que les permita hacerlo volar. El día se puso tormentoso y el viento era
medianamente fuerte. Entre corridas y
cabeceadas el nuevo juguete se eleva en el cielo, brillan sus colores como un
arcoíris artificial, el abuelo le da a Facu
el hilo y le recomienda --- de a poquito soltá el hilo, allá va … sube …
sube … pero una ráfaga de viento muy
fuerte hizo que el niño se quedara sin el hilo y el barrilete sin control vuela
cada vez más arriba. Facu llora desesperado abrazado a su abuelo --- ¡mi
barrilete abuelo, quiero mi barrilete! --- no te preocupes, haremos otro, ---
yo quiero ese porque era mío, Adolfo trata de calmarlo---es probable que esta
noche lo veamos colgado de la luna menguante. ¿qué quiere decir luna menguante?
Pregunta Facu con lágrimas que le mojan
las mejillas y trata de secarlas pasándose las manos --- es la luna con forma
de medialuna, como la que compramos en
la panadería, seguro se enganchó la cola en uno de los cuernitos. El niño esperó impaciente la noche para poder
ver en un cielo tormentoso entre nubes oscuras
aquella luna que le contó el abuelo. Un grito desde el patio sobresalta
al abuelo ¡allá está! ¡Se le enganchó la
cola y no puede volver, mirá….mirá! …. Adolfo simula ver entre las nubes que pasan el barrilete. --- ¿Cómo haremos para ir a buscarlo? ¡está tan
lejos la luna!. --- Lo dejaremos allí, para que puedan verlo todos los niños
del mundo y nosotros haremos otro mañana.
--- bueno- dice Facu no muy convencido todavía- pero cuando lo hagamos volar yo
me lo ato a la cintura y si se
escapa me tendrá que llevar a mi también.
Ríe Adolfo y abraza a su nieto que cerca
del oído le murmura --- te quiero mucho abu, vos sabés muchas cosas.
AUTORA:
Ibis Lilia Grighini
Armstrong (Santa Fe- Argentina)
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