Dime, abuelo, ¿por qué a veces la abuela te manda a la luna? Y ¿Por qué
cuanto más grita ella más tiempo te pasas allí? ¿Qué haces en la luna cuando
desapareces unos días? ¿Por qué cuando vuelves siempre le regalas un ramo de
flores que la hace sonreír otra vez?
Cuando seas mayor, le contestó el abuelo al niño, podrás entender el mundo
de los adultos, es mucho más complicado de lo que te imaginas. Cuando la abuela
me manda a la luna, añade, es porque me quiere mucho. Pasa cuando se da cuenta
de que ya no es dueña de sus palabras y tiene tanto miedo de herirme que
prefiere mandarme a un lugar más alejado donde todo es paz y felicidad.
¿Así es en la luna?, le preguntó el niño. Claro, le dijo, allí sólo ocurren
cosas buenas. Además cuando es de noche puedes ver todo lo que ocurre en la
tierra.
La próxima vez quiero acompañarte, le dijo el niño.
Lo veo difícil, le dijo el abuelo. Para llegar tan alto hay que dejarse
llevar por un viento fuerte y después por muchas corrientes.
Se acercaba la Navidad y ese año el niño había decidido pedirles una cometa
a los Reyes Magos. No le importaba el color ni el tamaño sino que quería que
fuera veloz. Sus abuelos tuvieron que visitar varias tiendas de juguetes antes
de conseguir una.
Cuando llegó el seis de enero, el niño recibió su regalo con lágrimas de
alegría. Esperó hasta que oscureciera para salir al jardín y desatar la cuerda
de su cometa. Tenía suerte porque esa noche hacía viento. La cometa empezó a
levantarse despacio y poco a poco tomó altura. El niño esperaba que le llevara
a la luna. Se dio cuenta de que no podía despegar de la tierra a causa de su
peso. Miró el cielo estrellado y recordó que cada vez que su abuela había
mandado a su abuelo a la luna, él siempre había vuelto. Decidió hacer lo mismo
con la cometa y la soltó. El niño se sentó en una piedra y esperó.
A la mañana siguiente cuando su abuela abrió las ventanas lo encontró
dormido en el jardín. Lo despertó y le preguntó lo que hacía allí. Frotándose
los ojos llenos de sueño, el niño le dijo que había mandado su cometa a la luna
y que esperaba que volviera con un ramo de flores para regalárselas.
AUTORA: Christine Callens
Namur (Bélgica)
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