Una infinita bandada de tordos
apaga el cielo
y en estruendoso aleteo solidario,
perturba
la quietud del ocaso.
Una daga encendida
hiere el horizonte.
Es apenas un parpadeo
en las asustadas
pupilas
del bosque.
Una ráfaga impetuosa
de ventisca
hace crujir las ramas
fantasmagóricas.
Los instintos feroces
en alerta,
presurosos,
marcan el territorio
con sus miedos.
Diluvian plumas
de pájaros
sobre el agreste paisaje
que desde temprano
huele a lluvia.
AUTORA: Silvana María Mandrille
San Francisco (Córdoba - Argentina)
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