Fuiste una botella arrojada a la mar
por la incomprensión y la soledad,
por los prejuicios de un mundo intransigente,
por esa dulce empatía con la muerte
y aquella maldita enfermedad.
por la incomprensión y la soledad,
por los prejuicios de un mundo intransigente,
por esa dulce empatía con la muerte
y aquella maldita enfermedad.
Fuiste una botella flotando en el agua
en aquella noche de octubre, lejana,
con un caracol de papel en tu vientre
y, en él, mil poemas con tinta indeleble
que celosamente guardabas.
Fuiste una botella que, surcando el mar
rumbo al infinito, nadie vio zarpar.
Solo el frío y el viento por allí vagaban,
cuando un nuevo día recién comenzaba.
Fuiste una botella de frágil cristal
sobre las salobres escamas del mar.
Quizás la marea reveló el secreto
y contra las rocas, de forma impetuosa,
rompió su coraza y liberó tus versos.
Así, el caracol mutó en mil gaviotas
con alas de papel, que suelen sobrevolar
tu punto de partida hacia la inmortalidad.
Yo las vi, allí en La Perla, cerca de la playa.
Fue en un ocaso cercano en el tiempo,
cuando la tarde, a mis espaldas,
bajaba su lámpara.
AUTOR: Jorge Emilio Bossa- San Francisco (Córdoba - Argentina)
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