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(poesía y narrativa)
"DE LOS HIJOS" (2014)- Ediciones Mis Escritos (Bs. As.)

Rincones y Acuarelas I (Poesía) -2019- La Imprenta digital (Bs. As)

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viernes, 10 de abril de 2020

"Romance de cristal" (por Jorge E. Bossa) TALLER VIRTUAL 2


Ella tenía su hogar
en una villa balnearia.
Vivía con su familia,
pero sola se encontraba,
pues el amor de su vida
a su vida no llegaba.
Ella tenía un balcón
desde el cual siempre miraba
cómo moría la tarde,
cómo febo naufragaba
en el fondo del paisaje,
entre las olas opacas.

Del otro lado del mar,
en una modesta casa
a un par de cuadras del puerto,
en soledad habitaba
un pescador traicionado.
El hombre, cada jornada,
veía nacer al sol
porque siempre madrugaba
en busca de su sustento
entre las olas doradas.

Ella vertía sus cuitas
en poemas que creaba
con la más dulce cadencia,
con las más bellas palabras,
pero que nadie leía.
Así, nadie se enteraba
de la triste soledad
que por dentro la anegaba.

Él se internaba en el mar
pero, en su precaria lancha,
además de instrumental
de pesca, siempre llevaba
uno de sus viejos libros
(que al leerlos disfrutaba)
y algunos litros de vino
con los cuales mitigaba
el dolor de la perfidia
que su mujer le causara.

Un día, la de este lado
del mar, encontró, entusiasta,
la manera de lograr
que sus versos navegaran
hacia sitios muy remotos…
Una imagen legendaria
la estimuló en internet:
la de una botella vacua
que un pergamino enrollado
en su ancho vientre alojaba..
Así comenzó a buscar
vítreas botellas vaciadas
y a colocar sus poemas
de amor y luego cerrarlas,
para arrojarlas al mar
desde su vecina playa…
Y así, quienes los leyeran,
de sus penas se enteraran.

Quiso el destino que aquel
pescador, desde su lancha,
vio un recipiente brillar
con el sol de la mañana.
Pensó en un rico licor
que los dioses le mandaban,
pero cuando lo tomó
descubrió la extraña carta.
El hombre se conmovió
al leerla. No pensaba
que hubiera un alma gemela
que por afecto clamaba
y era la literatura
algo que los acercaba.
Dejó así de desechar
los envases que vaciaba
y comenzó a responder
las misivas en su barca.
Era, por ser buen lector,
su redacción delicada.
Quien firmaba aquellas odas
era la destinataria.

La poetisa, una tarde,
bajó a la vecina playa
a cumplir con su misión
y su sorpresa fue magna…
Una botella encontró
como las que ella mandaba
y aquel mensaje de amor
con su nombre comenzaba.
Esa noche no durmió.
Escribió una nueva carta
en la que se dirigió
a él, mientras preguntaba
dónde se hallaba aquel puerto,
dónde tenía su casa,
al tiempo que le pedía
que viniera a rescatarla.
Después besó aquel cristal,
antes de lanzarlo al agua.

Ella repitió la acción,
soñando que una de tantas
esquelas llegase allí,
a aquella ciudad portuaria
y la comunicación
entre ambos se prolongara.
El pescador, mientras tanto,
sus glosas perfeccionaba
para sentirse a la altura
de la ilustrada muchacha.
Si saber que ella tenía
en su poder una carta
de las tantas que le envió,
continuó con su cruzada,
cada vez que una botella,
de vino, él mismo vaciaba.

Pero, pasaron sin prisa
los días y las semanas,
después los meses, los años
y miles de noches largas.
Y no volvió a repetirse
la quimera. Ya las aguas
no llevaron a destino
esas románticas cartas.
Y así, se les fue la vida
a estas soñadoras almas.

Cuentan que un día, un turista,
una playa desolada
recorría, distraído,
y encontró, semienterradas,
un par de añejas botellas
puestas por la marejada.
Le llamaron la atención,
pues las dos juntas estaban,
y procedió a recogerlas
para después destaparlas.
Lo que más le sorprendió
fue ver cómo se cruzaban
los nombres de dos personas,
mutuamente enamoradas,
tanto como remitentes
y, a la vez, destinatarias.

El mar los había unido,
sin que jamás se enteraran.

AUTOR: Jorge Emilio Bossa
San Francisco (Córdoba - Argentina)

Taller virtual 2

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