Me levanto temprano, enojada, dolida,
sabiendo que ocultarme la noticia es parte de no hacerme sufrir, pero me duele,
transcurrió una semana de aquel día y todavía mi orgullo no me permite
perdonarlo.
Salgo descalza a recorrer la playa,
camino despacio como dejando transcurrir el tiempo, el sol resplandeciente pega
en mi cara y una suave brisa me roba un suspiro, el agua fresca que roza mis
pies me aliviana, me tranquiliza, detengo mis pasos para disfrutar del
paisaje...en ese momento veo un resplandor en la arena que llama mi atención,
me acerco, y para mi sorpresa, es una botella, de esas que llevan mensajes, pienso
- ¿que hago? correspondería leerlo- luego decido que sí, que de todos modos
quizás a la persona indicada nunca llegue el mensaje. Es una sensación rara, me siento
una intrusa, saco el mensaje y allí leo:
“Te
quiero más que a nadie, si el tiempo, la vida o el destino deciden que volvamos
a encontrarnos, ya no dejaré que te alejes de mí.
Tu amor por siempre."
Mis lágrimas comienzan a rodar por mis
mejillas, enrollo el papel, lo pongo en la botella y lo arrojo al mar. Salgo
corriendo para llamarlo y decirle que todo estará bien, y con un gran alivio en
el alma me quedo pensando, a quien más le llegará el mensaje.
AUTORA: Silvia Cottura- Clucellas (Santa Fe- Argentina)
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