Sostener un terrón de tierra entre los dedos
deshacerlo hasta convertirlo en polvo...
el viento lo esparce en el huerto
que, amoroso, lo recibe como al hijo pródigo.
Bendiciendo a la lluvia las semillas esperan.
Guardan un secreto de tomates colorados,
de repollos prietos, de negras berenjenas,
acurrucadas en el vientre del surco, sueñan.
Brotan las plántulas desperezándose
del largo reposo en la cuna fértil y oscura.
Ofrendarán su carne como un tributo
al paladar exigente y a la sabrosura.
Entonces cantará el hortelano
una canción de gracias terrosas
a la bondad sin límite de la madre tierra
y al trabajo continuo de sus manos callosas.
AUTORA: Graciela Brown
General Rivas- Suipacha ( Buenos Aires- Argentina)
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