Buscando estaba, ensañada
en hallar el justo enfoque.
Cuestión puntual del
enroque:
La naturaleza muerta.
Lo digo y al fin comprendo,
viene a mi mente lo cierto;
pintar la naturaleza
no es pintar algo que ha
muerto.
La naturaleza vive
siempre y en todo momento.
Es vida y la da a raudales,
no pide nada, por cierto.
Brinda sabores del huerto,
le da descanso a la vista,
y no sé si hay quien resista
el agua fresca en verano.
La lluvia alegra al
cristiano
cuando moja sembradíos;
al pulmón da nuevos bríos,
olor a tierra despierta.
Al llegar la cosechada
y la molienda del trigo,
será promesa y testigo
el pan, dorada corteza.
Por eso, naturaleza, yo
que intentaba pintarte,
solo quisiera agradarte
con estos versos profanos.
Por siempre naturaleza
en el valle o el pantano,
hay vida por tu grandeza;
al descuidarte sembramos
muerte por talas y quemas.
Por doquier, contaminamos.
Sin respeto por lo puro,
miramos para otro lado.
Ve tranquila, que de muerta
no tienes el menor trazo.
Los muertos somos los hombres
al ir, cruzando los brazos.
AUTORA: María Rosa Rzepka.
Florencio Varela
(Buenos Aires- Argentina)
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